giovedì 31 agosto 2017
ANECDOTAS DEL PADRE PIO
El Padre Pio salva a un soldado italiano. Cuenta el Padre Antonio, que durante la campaña de África, un soldado italiano se hallaba refugiado detrás de una peña en plena batalla. De pronto un monje apareció a su lado y tiro suavemente de la manga, como para invitarlo a dejar su refugio; pero el soldado no tenia ninguna gana de exponerse. El religioso volvió a tirarle de la manga, esta vez con mas energía, pero el muchacho no se movió. Por fin, el otro recurrió a la fuerza, era tiempo: en el mismo instante cayo una bomba y no quedaron ni rastros del peñasco protector. El soldado contó su aventura a un compañero. Este ultimo saco de su bolsillo un retrato del Padre Pio, del que nunca se apartaba, y se lo mostró: - Como es posible¡ - exclamo el soldado -. Este es el fraile que me salvo la vida. De donde habrá salido? No lo conozco ni de vista¡
San Giovanni Rotondo.
Anunciatta Ventrella, madre de dos hijos de diecinueve y diecisiete años, se moría de una enfermedad al corazón. De resultas de un desplazamiento de ese órgano, devolvía todos los alimentos, y estaba tan debilitada que su muerte parecía inminente. A media noche, hacia las once y treinta, el menor de sus hijos que la velaba, vio de pronta a los pies de la cama al Padre Pio con los brazos extendidos, y junto a el a otro franciscano, San Antonio. Al día siguiente, ante el asombro general, la madre se levantaba; su corazón no presentaba ya ninguna anomalía, y al cabo de pocos días pudo volver a sus tareas. Bolonia. Josefina Marchetti, de veinticuatro años, sufrió la fractura del humero derecho cuatro años atrás, y había sido operada sin resultado. De acuerdo con su familia, recurrió al Padre Pio en junio de 1930. El 17 de setiembre, día de la Fiesta de los Estigmas de San Francisco, la casa de los Marchetti fue invadida por los perfumas del Padre. Desde entonces la fractura empezó a soldarse. El perfume se hizo sentir varias veces en el transcurso de ese año. El 17 de setiembre de 1931 la curación era total.
Roma.
La condesa Baiocchi padecía una enfermedad que ningún medico había podido diagnosticar. Un día que paseaba por las calles de Roma, una voz le murmuro"Ve a consultar al doctor Festa", pero no vio a nadie cerca de ella. Esa misma noche pregunto a su marido si conocía a algún doctor de ese nombre; el conde consulto con la guía telefónica y dio con la dirección deseada. Marido y mujer se presentaron a la casa del medico quien, como sus colegas, renuncio a diagnosticar sobre ese caso difícil, pero aconsejo al matrimonio que fuese a ver al Padre Pio. En la conversación, menciona la facultad del capuchino de"hablar a distancia". Entonces la señora contó al doctor y a su medico. como una voz, en plena calle, le aconsejo que consultase al Dr. Festa. Los Condes fueron, pues, a ver al Padre Pio. Después de una breve entrevista, este les sugirió que volviesen a verlo luego de haber descansado un poco. Apenas entro en su cuarto, la Condesa sintió unos terribles dolores. Alarmado su marido corrió en busca del Capuchino, y el le dijo que se calmase y rezara. Cuando volvió junto a su mujer la encontró curada. Durante su ausencia había eliminado tres cálculos y desde entonces su salud es excelente.
Bolonia.
Silvano Menfredini era un niño mellizo, nacido en setiembre de 1927; tenia una dislocación congénita de ambos tobillos y pies, y además una hernia bilateral. Estuvo en tratamiento durante tres meses y no cesaba de llorar. Convencido por unos amigos, el padre colgó del cuello de la criaturita una medalla del santo franciscano. Al cabo de tres meses, las radiografías demostraron que un tobillo estaba completamente normal y el otro en vías de estarlo. El Sr. Menfredini llevo entonces a su hijito al Padre Pio, rogándole que completara la curación. Así lo prometio este, aconsejándole que antes operasen al niño de la hernia. Después del la operación, el niño quedo completamente curado, sin que se hiciera ninguna intervención quirúrgica en sus pies.
mercoledì 30 agosto 2017
CURACIONES DEL PADRE PIO
Provincia de Pisa.
María Cozzi Giuliano sufría de un epitelioma en la lengua. Internada en el hospital de Santa María Novella, en Florencia, el 18 de agosto de 1919, debía ser operada tres días después. Desde hacia siete meses sus sufrimientos eran enormes y su lengua, cubierta de fungosidades, le impedía casi por completo la masticación. Un sacerdote le dio un retrato del Padre Pío y le sugirió que hiciese una novena tomándolo por intercesor. Así lo hizo. A la mañana siguiente, 19 de agosto, María fue al dentista que debía sacarle unas muelas antes de la operación, y éste comprobó con asombro que la lengua estaba cicatrizada completamente. Lamo entonces al Dr. Marchetti, el cirujano que debía operarla; el doctor, luego de un prolijo examen, la declaro curada y la envío de vuelta a su casa.
San Giovanni Rotondo.
A principios del año 1925, la Sra. Paulina Preziosi, madre de cinco hijos, tuvo una pulmonía, y los médicos no le dieron ninguna esperanza de curación. Alguien pidió oraciones al Padre Pío, y éste predijo que la enferma curaría al sonar las campanas de Pascua; era entonces la Semana de Pasión. El Viernes Santo, la enferma entro en coma. A la mañana del Sábado, al Gloria de la Misa, el Padre Pío cayo en éxtasis, y cuando se echaron las campanas a vuelo, la fiebre de la Sra. Paulinas había desaparecido por completo.
La Sra. María Pennisi, nacida en Nueva York y habitante de Pietrelcina, dictaba clases en las Ursulinas de Benevento. En 1922 enfermo de tuberculosis y fue atendida por el Dr. Moscato, profesor de la Facultad de Nápoles. Su caso parecía desesperado; volvió a Pietrelcina con fiebre altísima y con vómitos de sangre. Los Pennisi decidieron recurrir al Padre Pío. Este , que no conocía a la familia, presintió su visita, les salió al encuentro y, antes de las presentaciones de practica, apoyo su mano en el hombro de María diciéndole:"Esta curada". Así fue, en efecto, pero desobedeciendo el consejo del capuchino, la mujer dejo Pietrelcina y pronto recayó. Volvió a sanar, y esta vez definitivamente, al ser tocada por un lienzo impregnado en la sangre del Padre Pio.
Curación de Enrique Del Fante. Después de un examen radiografío, el profesor Palmieri decreto que la alta temperatura del paciente era provocada por un absceso al riñón. Enrique Del Fante era sobrino de Alberto, que entonces era incrédulo. Por pedido de su cuñado Antonio Tonelli - que ya había gozado de las gracias alcanzadas por el capuchino - el Padre Pio predijo la curación para un día determinado. Esta se realizo, provocando la conversión de Alberto Del Fante, que tanto ha hecho desde entonces por hacer conocer los hechos extraordinarios de la vida del Padre Pio.
María Cozzi Giuliano sufría de un epitelioma en la lengua. Internada en el hospital de Santa María Novella, en Florencia, el 18 de agosto de 1919, debía ser operada tres días después. Desde hacia siete meses sus sufrimientos eran enormes y su lengua, cubierta de fungosidades, le impedía casi por completo la masticación. Un sacerdote le dio un retrato del Padre Pío y le sugirió que hiciese una novena tomándolo por intercesor. Así lo hizo. A la mañana siguiente, 19 de agosto, María fue al dentista que debía sacarle unas muelas antes de la operación, y éste comprobó con asombro que la lengua estaba cicatrizada completamente. Lamo entonces al Dr. Marchetti, el cirujano que debía operarla; el doctor, luego de un prolijo examen, la declaro curada y la envío de vuelta a su casa.
San Giovanni Rotondo.
A principios del año 1925, la Sra. Paulina Preziosi, madre de cinco hijos, tuvo una pulmonía, y los médicos no le dieron ninguna esperanza de curación. Alguien pidió oraciones al Padre Pío, y éste predijo que la enferma curaría al sonar las campanas de Pascua; era entonces la Semana de Pasión. El Viernes Santo, la enferma entro en coma. A la mañana del Sábado, al Gloria de la Misa, el Padre Pío cayo en éxtasis, y cuando se echaron las campanas a vuelo, la fiebre de la Sra. Paulinas había desaparecido por completo.
La Sra. María Pennisi, nacida en Nueva York y habitante de Pietrelcina, dictaba clases en las Ursulinas de Benevento. En 1922 enfermo de tuberculosis y fue atendida por el Dr. Moscato, profesor de la Facultad de Nápoles. Su caso parecía desesperado; volvió a Pietrelcina con fiebre altísima y con vómitos de sangre. Los Pennisi decidieron recurrir al Padre Pío. Este , que no conocía a la familia, presintió su visita, les salió al encuentro y, antes de las presentaciones de practica, apoyo su mano en el hombro de María diciéndole:"Esta curada". Así fue, en efecto, pero desobedeciendo el consejo del capuchino, la mujer dejo Pietrelcina y pronto recayó. Volvió a sanar, y esta vez definitivamente, al ser tocada por un lienzo impregnado en la sangre del Padre Pio.
Curación de Enrique Del Fante. Después de un examen radiografío, el profesor Palmieri decreto que la alta temperatura del paciente era provocada por un absceso al riñón. Enrique Del Fante era sobrino de Alberto, que entonces era incrédulo. Por pedido de su cuñado Antonio Tonelli - que ya había gozado de las gracias alcanzadas por el capuchino - el Padre Pio predijo la curación para un día determinado. Esta se realizo, provocando la conversión de Alberto Del Fante, que tanto ha hecho desde entonces por hacer conocer los hechos extraordinarios de la vida del Padre Pio.
martedì 29 agosto 2017
ANECDOTAS DEL PADRE PIO
Ema Meneghetto, piadosa jovencita de catorce años, era epiléptica y sufría crisis varias veces por semana. Un día que oraba con fervor, se le apareció el Padre Pío, poso su mano sobre la colcha de la cama, le sonrío y desapareció. La epiléptica se sintió curada, se levanto para besar el lugar donde posara su mano el Padre Pío, y vio impresa una pequeña cruz de sangre. Corto el trocito de genero y lo coloco bajo un fanal de vidrio. La"miraculee"escribe que desde entonces ella ha obtenido numerosas gracia, especialmente la curación de bebitos a punto de morir.
La Señora Ercilia Magurno, mujer de mucha fe, había velado durante mese junto al lecho de su marido, sumamente grave de angina de pecho. Cierta noche invadió la habitación un penetrante perfume a flores, pero el enfermo seguía empeorando por momentos. Con dos días de intervalo, la señora envío dos telegramas al Padre Pío para implorar su intersección, pues su marido estaba ya en coma. El 27 de febrero, el enfermo pareció dormirse con sueño profundo y sereno. A la mañana siguiente, al despertar, dijo a su mujer: - Estoy curado. Me siento perfectamente. El Padre Pío acaba de dejarme. Por favor, abre los postigos y tómame la temperatura. No tenia ya ni rastros de fiebre. - El Padre Pío vino acompañado por otro fraile - explico el hombre - ; me examino el corazón y me dijo:"Mañana se le habrá ido la fiebre y dentro de cuatro días podrá levantarse". Luego miro los remedios que le daban, leyó las recetas y se quedo largo rato junto a mi. Como para confirmar este milagro, una fuerte fragancia de violetas flotaba todavía en la habitación. Cinco meses después, ambos esposos se dirigían a San Giovanni, y el exenfermo reconocía a su salvador. El Padre Pío se le acerco, le puso la mano en el hombro con tono amistoso le dijo:"Como le ha echo sufrir ese corazón!"
No debemos creer que el Padre Pío aparece siempre a la cabecera de un enfermo en forma inesperada. Un día, una niñita indico la hora aproximada de su llegada. En su sencillez, los padres fueron a la estación a esperarlo; cuando volvieron a su casa decepcionados, encontraron a su hijita dormida. - El Padre Pío no vino - le aviso la madre tristemente, cuando aquella despertó. - Claro que vino - fue la respuesta - Hace un instante que lo vi. * Se cuenta que una joven invalida, curada providencialmente, quiso experimental el don milagroso de Padre Pío y volvió a visitarle simulando su enfermedad pasada. - Vuelve a tu casa - le dijo el sacerdote dándole un golpecito en la espalda - vete sin perder tiempo, pues ya sabes que esta perfectamente sana y no se debe tentar a la divina misericordia.
Un matrimonio genovés estaba desolado de no tener hijos. - Pronto me traerán el primero para que yo lo bautice - les prometio el Padre. Al año siguiente, la feliz pareja volvía a San Giovanni con un lindo varoncito. Pero no había pila bautismal en el monasterio y no le fui posible acercarse al Padre, tan grande era la multitud; la madre tuvo que quedarse en la casa parroquial, mientras el padre hacia valer sus derechos, diciendo que el capuchino lo había invitado especialmente, que de lo contrario no hubiese vuelto a insistir. Habiendo agotado todos los recursos, volvió junto a su mujer para enterarse de que el Padre Pío había venido y bautizado a su hijito.
La Señora Ercilia Magurno, mujer de mucha fe, había velado durante mese junto al lecho de su marido, sumamente grave de angina de pecho. Cierta noche invadió la habitación un penetrante perfume a flores, pero el enfermo seguía empeorando por momentos. Con dos días de intervalo, la señora envío dos telegramas al Padre Pío para implorar su intersección, pues su marido estaba ya en coma. El 27 de febrero, el enfermo pareció dormirse con sueño profundo y sereno. A la mañana siguiente, al despertar, dijo a su mujer: - Estoy curado. Me siento perfectamente. El Padre Pío acaba de dejarme. Por favor, abre los postigos y tómame la temperatura. No tenia ya ni rastros de fiebre. - El Padre Pío vino acompañado por otro fraile - explico el hombre - ; me examino el corazón y me dijo:"Mañana se le habrá ido la fiebre y dentro de cuatro días podrá levantarse". Luego miro los remedios que le daban, leyó las recetas y se quedo largo rato junto a mi. Como para confirmar este milagro, una fuerte fragancia de violetas flotaba todavía en la habitación. Cinco meses después, ambos esposos se dirigían a San Giovanni, y el exenfermo reconocía a su salvador. El Padre Pío se le acerco, le puso la mano en el hombro con tono amistoso le dijo:"Como le ha echo sufrir ese corazón!"
No debemos creer que el Padre Pío aparece siempre a la cabecera de un enfermo en forma inesperada. Un día, una niñita indico la hora aproximada de su llegada. En su sencillez, los padres fueron a la estación a esperarlo; cuando volvieron a su casa decepcionados, encontraron a su hijita dormida. - El Padre Pío no vino - le aviso la madre tristemente, cuando aquella despertó. - Claro que vino - fue la respuesta - Hace un instante que lo vi. * Se cuenta que una joven invalida, curada providencialmente, quiso experimental el don milagroso de Padre Pío y volvió a visitarle simulando su enfermedad pasada. - Vuelve a tu casa - le dijo el sacerdote dándole un golpecito en la espalda - vete sin perder tiempo, pues ya sabes que esta perfectamente sana y no se debe tentar a la divina misericordia.
Un matrimonio genovés estaba desolado de no tener hijos. - Pronto me traerán el primero para que yo lo bautice - les prometio el Padre. Al año siguiente, la feliz pareja volvía a San Giovanni con un lindo varoncito. Pero no había pila bautismal en el monasterio y no le fui posible acercarse al Padre, tan grande era la multitud; la madre tuvo que quedarse en la casa parroquial, mientras el padre hacia valer sus derechos, diciendo que el capuchino lo había invitado especialmente, que de lo contrario no hubiese vuelto a insistir. Habiendo agotado todos los recursos, volvió junto a su mujer para enterarse de que el Padre Pío había venido y bautizado a su hijito.
ANECDOTAS DEL PADRE PIO
En una ciudad del centro de Italia, una joven profesora, ex secretaria de una sociedad fascista, fue acusada de haber procurado armas y bombas a los fascista para provocar una explosión que mato a militares y civiles. Pero la joven era inocente. Cuando fueron arrestarla, logro llevar consigo su rosario y una fotografía del Padre Pío. Primero la llevaron al lugar de su supuesto crimen y luego a aquel en que debía ser fusilada. Mientras tanto, algunos soldados fueron a su casa, so pretexto de buscar armas, entraron a robar. De pronto se escucho una orden terminante: -"Basta ya!" que hizo huir a los soldados, abandonando su botín. La hermana de la víctima, acurrucada en un rincón, presencio la escena y creyó reconocer el timbre de la voz del santo Capuchino. En el lugar de la ejecución, la orden de hacer fuego fue interrumpida por la llegada repentina de una interminable columna de autos blindados, caballerías, ambulancias y tropas de infantería. El Comandante del piquete de ejecución permanecía de pie en su coche, como hipnotizado. La joven miraba sin aliento, loca de angustia: cuando pasara el ultimo soldado, sonaría su ultima hora. Se puso a rezar al Padre Pío para que le alcanzara de Dios el valor y resignación necesario. Entonces, un señor se acerco a ella y le pregunto que se había decidido. - No se nada - contesto la muchacha -, nada entiendo. Todos los soldados del piquete se han ido, y no queda mas que el Comandante inmóvil y como pretificado. - En tal caso, considérese libre y venga conmigo. El desconocido la llevo a su casa en su auto. Allí un grupo de vecinos rodeaban a su hermana. Ambas mujeres se abrazaron; luego la condenada a muerte, tomando una foto del Padre Pío colgada en la pared, la beso y la estrecho contra su corazón. Al mismo tiempo sintió que una mano le acariciaba la mejilla con suavidad. Unos meses mas tarde, cuando pudo al fin expresar su agradecimiento: - Padre - le dijo -, no me bastaría todo la vida para darle las gracias. - Hija mía - contesto el Padre - es inaudito lo que tu fe ha podido hacerme correr.
Uno de los secretarios del Padre Pío menciona la carta de una señora de Waiakoa, en una de las islas de Hawaii, en la que le agradece la visita que el capuchino hizo a la prisión de Oahu, donde era director su marido. Ella no da detalles, pero afirma que todos los detenidos quedaron muy consolados. A mi parecer se trata ahí también de un caso de bilocación. El Padre Honorato, que fue novicio en el monasterio, cuando era allí director espiritual el Padre Pío, afirma haberlo visto una noche asomado a una ventana, entren de rezar las oraciones de la absolución. Unos días después, unos habitantes de Marcone fueron a agradecer al Padre Pío por haberse dignado asistir a un hombre de ese pueblo en sus últimos momentos. El Padre Pío no se había movido del convento, pero hubo bilocación: fueron simultáneas las oraciones de la absolución en San Giovanni, presenciadas por Fray Honorato y la presencia concreta del Padre Pío junto al lecho del agonizante.
LOS CIEGOS VEN En el monasterio de San Giovanni vive Pietruccio, un ciego de treinta y siete años, conocido de todos. A los catorce años empezó a perder la vista, lo mismo que le ocurriera a su padre. Cuando abordaba ese tema con el Padre Pío este le decía: - Pietruccio, los que pecan con la vista y pierden - cuantos son?. A lo que respondía Pietruccio: - Padre, solo deseo la vista si es buena para mi alma. Esta conversación me la contó el mismo Pietruccio el 2 de julio de 1952, mientras subíamos juntos la cuesta que lleva al monasterio. El Padre Pío admira la fe y la resignación de ese invalido que es un hombre feliz alegre, lleno de buen humor, que hace broma y toma su ceguera a la ligera. Se le ve por los corredores de San Giovanni siguiendo los pasos del Padre Pío como un perro fiel, y todos los peregrinos del Monte Gargano lo conocen. Todas las tardes lleva la correspondencia al correo. El Padre Pío le tiene prohibido ir solo a la ciudad, porque una vez le piso la pata de un perro y este lo mordió. Es de suponer que la de Pietruccio es una ceguera bendita, porque en otros casos el Padre Pío ha demostrado que podía curar a los ciegos.
Un día, por recomendación del Coronel Paranello, los Conde de Marzotte, de Florencia, le llevaron su hijito Mario, de ocho años de edad. Afligía al niño una miopía muy grande, que casi lo incapacitaba. Llevaba cristales gruesisimos, y caminaba practicamente a los tropezones. Los especialistas saben que la miopía llegaba a ese grado no tenia mejoría posible, si no que se agrava y llega al desprendimiento de retina. Cuando los Condes rogaron al sacerdote que curase a su hijo, este le dijo: - Recen, recen mucho. Voy a orar con ustedes. La familia de Marzotte permaneció varios días en San Giovanni. Antes de partir, los padres observaron una leve mejoría en la vista de Mario, tanto que al llegar a Florencia enviaron al Capuchino unas líneas de agradecimiento. Un año después volvían a San Giovanni con su hijo que no llevaba anteojos. La curación era completa. Lo extraordinario es que la anomalía del chico no era funcional sino orgánica. Si el ojo normal tiene la forma de un bulbo, de una cebollita, el ojo miope es dilatado y tiene la forma de un huevo de paloma. Esta eliminación radial de un defecto anatómico es comparable"mutatis mutandis"al acortamiento espontaneo de un miembro demasiado largo.
También se le atribuyo al Padre Pío la curación sensacional de Gracia Siena, ciega de nacimiento; el relato de este curación se publico en el diario"Resto del Carlino"de Bolonia, el 23 de abril de 1924. Gracia Siena tenia veintinueve años y solía subir al monasterio, se arrodillaba a los pies del Fraile, y entonces este le colocaba su mano estigmatizada sobre la cabeza de la joven y la exhortaba a la paciencia y a la resignación. Sin embargo, un día le aconsejo con insistencia que recurriera ala ciencia. En un principio, la madre de la joven se negó, pues consideraba que ya lo habían experimentado todo; los médicos consideraban que no era posible intentar nada mas. Pero ahora una esperanza nueva, una fe obstinada, se había apoderado de ella; no le era posible olvidar el"Hazte operar"del vidente. Pero había que buscar el dinero que su padre, un simple obrero, no poseía. Felizmente este encontró un alma caricativa, Rosa Pagliera, que llevo a Gracia directamente a Bari, a la clínica del Dr. Durante. Luego de describir las mínimas posibilidades y las dificultades enormes de la operación , el especialista, vencido por la forma persuasiva de Gracia, decidió:"Voy a probar, pero solo un milagro puede darle a usted el uso de sus ojos". Pocos días después de la intervención, cuando le estaban sacando las vendas, la operada lanzo un grito: "Veo". Esta curación es muy hermosa: tanto mas cuando es imposible determinar en ella parte correspondía a la fe y cual a la ciencia, lo que en ella se debió al Fraile o al oculista.
Uno de los secretarios del Padre Pío menciona la carta de una señora de Waiakoa, en una de las islas de Hawaii, en la que le agradece la visita que el capuchino hizo a la prisión de Oahu, donde era director su marido. Ella no da detalles, pero afirma que todos los detenidos quedaron muy consolados. A mi parecer se trata ahí también de un caso de bilocación. El Padre Honorato, que fue novicio en el monasterio, cuando era allí director espiritual el Padre Pío, afirma haberlo visto una noche asomado a una ventana, entren de rezar las oraciones de la absolución. Unos días después, unos habitantes de Marcone fueron a agradecer al Padre Pío por haberse dignado asistir a un hombre de ese pueblo en sus últimos momentos. El Padre Pío no se había movido del convento, pero hubo bilocación: fueron simultáneas las oraciones de la absolución en San Giovanni, presenciadas por Fray Honorato y la presencia concreta del Padre Pío junto al lecho del agonizante.
LOS CIEGOS VEN En el monasterio de San Giovanni vive Pietruccio, un ciego de treinta y siete años, conocido de todos. A los catorce años empezó a perder la vista, lo mismo que le ocurriera a su padre. Cuando abordaba ese tema con el Padre Pío este le decía: - Pietruccio, los que pecan con la vista y pierden - cuantos son?. A lo que respondía Pietruccio: - Padre, solo deseo la vista si es buena para mi alma. Esta conversación me la contó el mismo Pietruccio el 2 de julio de 1952, mientras subíamos juntos la cuesta que lleva al monasterio. El Padre Pío admira la fe y la resignación de ese invalido que es un hombre feliz alegre, lleno de buen humor, que hace broma y toma su ceguera a la ligera. Se le ve por los corredores de San Giovanni siguiendo los pasos del Padre Pío como un perro fiel, y todos los peregrinos del Monte Gargano lo conocen. Todas las tardes lleva la correspondencia al correo. El Padre Pío le tiene prohibido ir solo a la ciudad, porque una vez le piso la pata de un perro y este lo mordió. Es de suponer que la de Pietruccio es una ceguera bendita, porque en otros casos el Padre Pío ha demostrado que podía curar a los ciegos.
Un día, por recomendación del Coronel Paranello, los Conde de Marzotte, de Florencia, le llevaron su hijito Mario, de ocho años de edad. Afligía al niño una miopía muy grande, que casi lo incapacitaba. Llevaba cristales gruesisimos, y caminaba practicamente a los tropezones. Los especialistas saben que la miopía llegaba a ese grado no tenia mejoría posible, si no que se agrava y llega al desprendimiento de retina. Cuando los Condes rogaron al sacerdote que curase a su hijo, este le dijo: - Recen, recen mucho. Voy a orar con ustedes. La familia de Marzotte permaneció varios días en San Giovanni. Antes de partir, los padres observaron una leve mejoría en la vista de Mario, tanto que al llegar a Florencia enviaron al Capuchino unas líneas de agradecimiento. Un año después volvían a San Giovanni con su hijo que no llevaba anteojos. La curación era completa. Lo extraordinario es que la anomalía del chico no era funcional sino orgánica. Si el ojo normal tiene la forma de un bulbo, de una cebollita, el ojo miope es dilatado y tiene la forma de un huevo de paloma. Esta eliminación radial de un defecto anatómico es comparable"mutatis mutandis"al acortamiento espontaneo de un miembro demasiado largo.
También se le atribuyo al Padre Pío la curación sensacional de Gracia Siena, ciega de nacimiento; el relato de este curación se publico en el diario"Resto del Carlino"de Bolonia, el 23 de abril de 1924. Gracia Siena tenia veintinueve años y solía subir al monasterio, se arrodillaba a los pies del Fraile, y entonces este le colocaba su mano estigmatizada sobre la cabeza de la joven y la exhortaba a la paciencia y a la resignación. Sin embargo, un día le aconsejo con insistencia que recurriera ala ciencia. En un principio, la madre de la joven se negó, pues consideraba que ya lo habían experimentado todo; los médicos consideraban que no era posible intentar nada mas. Pero ahora una esperanza nueva, una fe obstinada, se había apoderado de ella; no le era posible olvidar el"Hazte operar"del vidente. Pero había que buscar el dinero que su padre, un simple obrero, no poseía. Felizmente este encontró un alma caricativa, Rosa Pagliera, que llevo a Gracia directamente a Bari, a la clínica del Dr. Durante. Luego de describir las mínimas posibilidades y las dificultades enormes de la operación , el especialista, vencido por la forma persuasiva de Gracia, decidió:"Voy a probar, pero solo un milagro puede darle a usted el uso de sus ojos". Pocos días después de la intervención, cuando le estaban sacando las vendas, la operada lanzo un grito: "Veo". Esta curación es muy hermosa: tanto mas cuando es imposible determinar en ella parte correspondía a la fe y cual a la ciencia, lo que en ella se debió al Fraile o al oculista.
ANECDOTAS DEL PADRE PIO
EL SEÑOR PROVEYO.
Tras inagurarse el convento de Pietrelcina, el Padre Pio predijo que el Señor calmaría el hambre de todos los miembros de la comunidad y que el superior, Luca da Vico del Gargano, permaneceria alli incluso despues de muerto.
La comida, en efecto, nunca falto en el convento; tampoco el superior se marcho jamas de alli, al menos su cuerpo, inhumado tres meses despues en el cementerio de Pietrelcina-
EL ARQUITECTO
Un dia, mientras paseaba por los alrededores de Pietrelcina, ricien ordenado sacerdote en compania del párroco Salvatore Pannullo, el Padre Pio precibio olor a incienso y canticos angelicales en un lugar determinado. Indico entonce el párroco que en el aquel mismo sitio se levantaria años despues una iglesia y un convento. La profecia se cumplio en 1947, al inagurarse en Pietrelcina la Iglesia de la Sagrada Familia y el convento anejo de los frailes menores capuchinos
Tras inagurarse el convento de Pietrelcina, el Padre Pio predijo que el Señor calmaría el hambre de todos los miembros de la comunidad y que el superior, Luca da Vico del Gargano, permaneceria alli incluso despues de muerto.
La comida, en efecto, nunca falto en el convento; tampoco el superior se marcho jamas de alli, al menos su cuerpo, inhumado tres meses despues en el cementerio de Pietrelcina-
EL ARQUITECTO
Un dia, mientras paseaba por los alrededores de Pietrelcina, ricien ordenado sacerdote en compania del párroco Salvatore Pannullo, el Padre Pio precibio olor a incienso y canticos angelicales en un lugar determinado. Indico entonce el párroco que en el aquel mismo sitio se levantaria años despues una iglesia y un convento. La profecia se cumplio en 1947, al inagurarse en Pietrelcina la Iglesia de la Sagrada Familia y el convento anejo de los frailes menores capuchinos
ANECDOTAS DEL PADRE PIO
SERA MONTINI .
El mismo padre Eusebio Notte afirma que, durante el conclave que siguio del Papa Juan XXlll, hallandose en presencia del padre Clemente. El Padre Pio, muy seguro, respondio: Sera Montini. Y añadio, lamentandose: Ba, se me ha escapado.
VUELTA A CASA
Fray Modestino Fucci declara que su madre le conto que el Padre Pio predijo el regreso de su padre del servicio militar. El fraile residia entonces en Pietrelcina por motivos de salud.
Antes de ser capuchino, Fray Modestino Fucci deseaba pertenecer a los benedictinos de Santa Francisca Romana, en Roma. Pero el Padre Pio lo desuadio, advirtiéndolo que en aquel lugar acontecería un gran problema. De hecho, en 1947 el convento fue asaltado por unos ladrones que asesinaron al padre Abad y al hermano laico portero.
SUEÑO Y REALIDAD
Margarita Hamilton, aiga de Giovanna Rizzani Boschi, pidio al Padre Pio que la asistiese espiritualmente antes de morir. El Padre Pio le prometio que, llegada su hora, la bendiciria tres veces.
Una noche, la señora Hamilton soño que el Padre Pio la bendecia tres veces. Mientras relataba luego el sueño a su amiga Giovanna, palideció y expiro serenamente, tras un subito infarto.
Tres dias despues de fallecer, la señora Hamilton se le aparecio a su amiga Rizzani, asegurandole que el Padre Pio la habia asistido en su dulce transito.
ELLA ESTUVO ALLI
Al imponer el escapulario del Orden Terciario Franciscano a Giovanna Rizzani Boschi, el Padre Pio quiso que la mujer adoptase el nombre de Sor Jacoba.
Igual que Jacoba de Setessoli presencio la muerte de San Francisco, el Padre Pio predijo que Sor Jacoba asistiría a la suya.
Giovanna Rizzani estuvo asi espiritualmente en la celda del Padre Pio la tarde del 22 de septiembre de 1968, acompañandole en cada minuto de su bienaventurado transito. Los detalles referidos por la propia Sor Jacoba conciden plenamente con la realidad.-
EL REGRESO.
En abril de 1960, el Padre Pio profetizó que el padre Alberto D´ Apolito regresaria al convento de Pietrelcina, donde ya habia sido superior. Al cabo de año y medio, en septiembre de 1961, el padre se traslado efectivamente del convento de San Severo al de Pietrelcina.
MEDIO SIGLO POR DELANTE.
En 1918. el Padre Pio dijo al joven fotógrafo Modesto Vinelli: Recuerda que tenemos cincuenta años por delante.
Modesto Vinelli no le comprendio entonces. Hasta que la mañana del 20 de septiembre de 1968, viendo de nuevo a Vinelli en la sacristia, el Padre Pio le recordo: Modesto, han pasado ya cincuenta años.
Tres dias despues, el Padre Pio entrego su alma a Dios.
El mismo padre Eusebio Notte afirma que, durante el conclave que siguio del Papa Juan XXlll, hallandose en presencia del padre Clemente. El Padre Pio, muy seguro, respondio: Sera Montini. Y añadio, lamentandose: Ba, se me ha escapado.
VUELTA A CASA
Fray Modestino Fucci declara que su madre le conto que el Padre Pio predijo el regreso de su padre del servicio militar. El fraile residia entonces en Pietrelcina por motivos de salud.
Antes de ser capuchino, Fray Modestino Fucci deseaba pertenecer a los benedictinos de Santa Francisca Romana, en Roma. Pero el Padre Pio lo desuadio, advirtiéndolo que en aquel lugar acontecería un gran problema. De hecho, en 1947 el convento fue asaltado por unos ladrones que asesinaron al padre Abad y al hermano laico portero.
SUEÑO Y REALIDAD
Margarita Hamilton, aiga de Giovanna Rizzani Boschi, pidio al Padre Pio que la asistiese espiritualmente antes de morir. El Padre Pio le prometio que, llegada su hora, la bendiciria tres veces.
Una noche, la señora Hamilton soño que el Padre Pio la bendecia tres veces. Mientras relataba luego el sueño a su amiga Giovanna, palideció y expiro serenamente, tras un subito infarto.
Tres dias despues de fallecer, la señora Hamilton se le aparecio a su amiga Rizzani, asegurandole que el Padre Pio la habia asistido en su dulce transito.
ELLA ESTUVO ALLI
Al imponer el escapulario del Orden Terciario Franciscano a Giovanna Rizzani Boschi, el Padre Pio quiso que la mujer adoptase el nombre de Sor Jacoba.
Igual que Jacoba de Setessoli presencio la muerte de San Francisco, el Padre Pio predijo que Sor Jacoba asistiría a la suya.
Giovanna Rizzani estuvo asi espiritualmente en la celda del Padre Pio la tarde del 22 de septiembre de 1968, acompañandole en cada minuto de su bienaventurado transito. Los detalles referidos por la propia Sor Jacoba conciden plenamente con la realidad.-
EL REGRESO.
En abril de 1960, el Padre Pio profetizó que el padre Alberto D´ Apolito regresaria al convento de Pietrelcina, donde ya habia sido superior. Al cabo de año y medio, en septiembre de 1961, el padre se traslado efectivamente del convento de San Severo al de Pietrelcina.
MEDIO SIGLO POR DELANTE.
En 1918. el Padre Pio dijo al joven fotógrafo Modesto Vinelli: Recuerda que tenemos cincuenta años por delante.
Modesto Vinelli no le comprendio entonces. Hasta que la mañana del 20 de septiembre de 1968, viendo de nuevo a Vinelli en la sacristia, el Padre Pio le recordo: Modesto, han pasado ya cincuenta años.
Tres dias despues, el Padre Pio entrego su alma a Dios.
ANECDOTAS DEL PADRE PIO
DESEOS CUMPLIDOS
El padre Alberto D´Apolito declara que en 1945 pidio al Padre Pio que rezara por la sobrina del cardenal Marcello Minni, cuyo parto se presentaba muy complicado para los medicos; tambien le traslado el deseo de la señora Minni de alumbrar un varon.
El Padre Pio respondio que todo saldria bien y que el Señor la contentaria. La señora, en efecto, dio a luz felizmente a un niño, al que llamo Tomasino.
AMOR A PRIERA VISTA
El profesor Fransesco Lotti afirma haber conocido a muchas personas, empezando por su propio padre, que tras un fugaz encuentro con el Padre Pio cambiaron radicalmente sus ideas y comportamientos sobre fe y moral.
CON LA MUERTE EN LOS TALONES-
El Padre Eusebio Notte refiere que una tarde, hallandose en el pasillo del convento, vio como el padre Dionisio de Ceervinara saludaba al Padre Pio, quien le pregunto adonde iba. A Venecia, para retomar los estudios, contesto el padre Dionisio. A lo que el Padre Pio repuso: Pero que estudios ni que estudios. Preparate mas bien para la muerte que no sabes cuando llegara.
El comentario agorero provoco decepcion y estupor entre los presentes pero, al cabo de veinte dias , El padre Dionisio murio.
SERA MONTINI .
El mismo padre Eusebio Notte afirma que, durante el conclave que siguio del Papa Juan XXlll, hallandose en presencia del padre Clemente. El Padre Pio, muy seguro, respondio: Sera Montini. Y añadio, lamentandose: Ba, se me ha escapado.
VUELTA A CASA
Fray Modestino Fucci declara que su madre le conto que el Padre Pio predijo el regreso de su padre del servicio militar. El fraile residia entonces en Pietrelcina por motivos de salud.
Antes de ser capuchino, Fray Modestino Fucci deseaba pertenecer a los benedictinos de Santa Francisca Romana, en Roma. Pero el Padre Pio lo desuadio, advirtiéndolo que en aquel lugar acontecería un gran problema. De hecho, en 1947 el convento fue asaltado por unos ladrones que asesinaron al padre Abad y al hermano laico portero.
El padre Alberto D´Apolito declara que en 1945 pidio al Padre Pio que rezara por la sobrina del cardenal Marcello Minni, cuyo parto se presentaba muy complicado para los medicos; tambien le traslado el deseo de la señora Minni de alumbrar un varon.
El Padre Pio respondio que todo saldria bien y que el Señor la contentaria. La señora, en efecto, dio a luz felizmente a un niño, al que llamo Tomasino.
AMOR A PRIERA VISTA
El profesor Fransesco Lotti afirma haber conocido a muchas personas, empezando por su propio padre, que tras un fugaz encuentro con el Padre Pio cambiaron radicalmente sus ideas y comportamientos sobre fe y moral.
CON LA MUERTE EN LOS TALONES-
El Padre Eusebio Notte refiere que una tarde, hallandose en el pasillo del convento, vio como el padre Dionisio de Ceervinara saludaba al Padre Pio, quien le pregunto adonde iba. A Venecia, para retomar los estudios, contesto el padre Dionisio. A lo que el Padre Pio repuso: Pero que estudios ni que estudios. Preparate mas bien para la muerte que no sabes cuando llegara.
El comentario agorero provoco decepcion y estupor entre los presentes pero, al cabo de veinte dias , El padre Dionisio murio.
SERA MONTINI .
El mismo padre Eusebio Notte afirma que, durante el conclave que siguio del Papa Juan XXlll, hallandose en presencia del padre Clemente. El Padre Pio, muy seguro, respondio: Sera Montini. Y añadio, lamentandose: Ba, se me ha escapado.
VUELTA A CASA
Fray Modestino Fucci declara que su madre le conto que el Padre Pio predijo el regreso de su padre del servicio militar. El fraile residia entonces en Pietrelcina por motivos de salud.
Antes de ser capuchino, Fray Modestino Fucci deseaba pertenecer a los benedictinos de Santa Francisca Romana, en Roma. Pero el Padre Pio lo desuadio, advirtiéndolo que en aquel lugar acontecería un gran problema. De hecho, en 1947 el convento fue asaltado por unos ladrones que asesinaron al padre Abad y al hermano laico portero.
ANECDOTAS SOBRE EL PADRE PIO
Un día, durante la guerra, el General Cardona, solo en su despacho, la cabeza entre las manos, pensaba con espanto en todos los jóvenes que iban a dar su vida por su patria, cuando de pronto sintió un violento perfume de rosas que invadía toda la estancia. Levantando la cabeza, quedo estupefacto al ver ante si a un monje de sonrisa seráfica que paso diciendo:"No tema, nadie le hará mal". Cuando la visión se desvaneció, también se disipo el perfume. El General confío ese episodio a un franciscano, y este le dijo:"Excelencia, usted a visto al Padre Pío", y la contó a grandes rasgos la biografía de este hombre extraordinario. Después de oírla, Cardona no tuvo mas que un deseo, el de ir a San Giovanni. Fue vestido de civil para no ser reconocido, pero no bien penetro en el monasterio, dos Capuchinos se le acercaron: "Excelencia, el Padre Pío lo espera. Nos mando para recibirlo".
Monseñor Damiani, Vicario General De la Diócesis de Salto en el Uruguay, decía en 1930 a su amigo el Padre Pío: - Me gustaría morir aquí para que usted me asistiera en mis últimos momentos. - No, usted morirá en Uruguay. - Y usted ira a ayudarme a morir bien?. - Naturalmente. Durante ese mismo viaje, una mañana, Monseñor Damiani tuvo un ligero ataque cardiaco y al punto envío en busca de su amigo. Pero como estaba confesando, el capuchino no acudió al llamado. Cuando este subió hacia medio día, el prelado lo reto suavemente: - Capuchino, - por que no vino cuando lo mande a llamar? Podía haber muerto. - Hombre de poca fe, - no le dije que usted morirá en el Uruguay?. Y veamos ahora el fin de la historia, contada en 1942 por el R. P. Antonio M. Barbieri, Arzobispo de Montevideo: En 1942, en la víspera de las bodas de plata sacerdotales del Obispo de Salto, Monseñor Alfredo Viola, que reunía en el Obispado al Delegado Apostólico y a cinco prelados, fui despertado a medianoche por un golpe dado en la puerta de mi cuarto. Al entreabrirla, vi pasar un capuchino y oí una voz que me susurraba:"Vaya al cuarto de Monseñor Damiani, esta muriéndose". "Me puse la sotana, desperté a algunos sacerdotes y fuimos al cuarto de Monseñor. Sobre la mesa de noche había una hoja de papel con unas palabras escritas de puño y letra:"El Padre Pío ha venido".(El Arzobispo conserva esa pieza de convicción.) Cuando fui a Italia y vi al Padre Pío, le pregunte:"Padre,- era usted el Capuchino que yo vi la otras noche en que murió Monseñor Damiani? El Padre pareció confuso, cuando le hubiera sido tan fácil negarlo. Como no insistiera el sigue guardando silencio. Yo me eche a reír diciendo:"Ya comprendo". Entonces movió la cabeza:"Si, usted ha comprendido". En este caso tenemos: en primer lugar, la promesa de asistir a Monseñor Damiani en su lecho de muerte, luego el testimonio escrito por el difunto, la visión del Arzobispo y, la aceptación tácita del Padre Pío.
Monseñor Damiani, Vicario General De la Diócesis de Salto en el Uruguay, decía en 1930 a su amigo el Padre Pío: - Me gustaría morir aquí para que usted me asistiera en mis últimos momentos. - No, usted morirá en Uruguay. - Y usted ira a ayudarme a morir bien?. - Naturalmente. Durante ese mismo viaje, una mañana, Monseñor Damiani tuvo un ligero ataque cardiaco y al punto envío en busca de su amigo. Pero como estaba confesando, el capuchino no acudió al llamado. Cuando este subió hacia medio día, el prelado lo reto suavemente: - Capuchino, - por que no vino cuando lo mande a llamar? Podía haber muerto. - Hombre de poca fe, - no le dije que usted morirá en el Uruguay?. Y veamos ahora el fin de la historia, contada en 1942 por el R. P. Antonio M. Barbieri, Arzobispo de Montevideo: En 1942, en la víspera de las bodas de plata sacerdotales del Obispo de Salto, Monseñor Alfredo Viola, que reunía en el Obispado al Delegado Apostólico y a cinco prelados, fui despertado a medianoche por un golpe dado en la puerta de mi cuarto. Al entreabrirla, vi pasar un capuchino y oí una voz que me susurraba:"Vaya al cuarto de Monseñor Damiani, esta muriéndose". "Me puse la sotana, desperté a algunos sacerdotes y fuimos al cuarto de Monseñor. Sobre la mesa de noche había una hoja de papel con unas palabras escritas de puño y letra:"El Padre Pío ha venido".(El Arzobispo conserva esa pieza de convicción.) Cuando fui a Italia y vi al Padre Pío, le pregunte:"Padre,- era usted el Capuchino que yo vi la otras noche en que murió Monseñor Damiani? El Padre pareció confuso, cuando le hubiera sido tan fácil negarlo. Como no insistiera el sigue guardando silencio. Yo me eche a reír diciendo:"Ya comprendo". Entonces movió la cabeza:"Si, usted ha comprendido". En este caso tenemos: en primer lugar, la promesa de asistir a Monseñor Damiani en su lecho de muerte, luego el testimonio escrito por el difunto, la visión del Arzobispo y, la aceptación tácita del Padre Pío.
CONVERSIONES DEL PADRE PIO
La señora Luisa Vairo, una rica italiana que dejaba correr en Londres su frívola existencia, recibió una noche la visita de un amigo ingles. Este había ido a Roma y a San Giovanni, y volvió tan transformado que sus amigos afirmaban que entraría en un convento el día menos pensado. - No - contestaba -, no me haré fraile, pero desde que he visto a un monje - y de que envergadura no puedo ser el hombre que era antes. - Vaya usted tambien, señora, y comprenderá... La Sra. De Vairo fue al Monte Gargano, y su primera impresión fue de asco antes los paisano primitivos y sus casas miserables. Sin embargo, su conversión fue mas rápida que ella misma. Ya va camino al monasterio esa mujer, esa pecadora. - Quien camina junto a ella, invisible? - Quien le muestra la vacuidad y la amargura de su vida? - Quien le descubre toda la belleza que había en trocar la rutina de su vida inútil por la Gracia?. En el atrio de la Iglesia, la visitante prorrumpe en llanto. Los fieles se acercan; interviene entonces el Padre Pío: - Tenga serenidad, señora. Crea en la infinita misericordia, ya que Jesús a muerto crucificado por los pecadores. Ella deseaba confesarse de inmediato, pero el Padre la aconsejo que se tranquilizase primero y volviese unas horas después. Cuando la señora se hinco detrás de la mirilla del confesionario, el Padre Pío, como si leyese una lista, le fue enumerando todos sus pecados , todos excepto uno. Y ante este pecado que el no mencionara, librase una batalla en la conciencia de la penitente: tendré que confesarlo ? Lo podré callar ?. Finalmente lo confeso. - Eso es lo que esperaba - dijo el santo varón -. Ego te absolví. Radiante, la señora de Vairo inicio una nueva existencia llena de fervor y de austeridad, y ya no tuvo sino un anhelo: convertir a su hijo que era marino. El Padre Pío le prometio unir a las suyas sus oraciones. Cierto día, en la plaza de la iglesia, un peregrino francés presto un diario a la señora. No bien le dio una ojeada, la dama lanzo un grito desgarrador; el barco de su hijo se había ido a pique y se decía que habían perecido quince de sus tripulantes. Al grito de la madre, salieron de la iglesia los fieles y su pastor. - Su hijo esta vivo - dijo entonces el Padre -. Esta es su dirección. La señora escribió a su hijo y este le contesto, lo que confirma que la misteriosa información era exacta. El marino consiguió un permiso y fue a San Giovanni, mas para abrazar a su madre que para convertirse. A la mañana siguiente, la señora de Vairo suplico a su hijo que se quedase en ayunas, con la esperanza de que se confesara y comulgara. El se lo prometio. Pero después, andando por las calles del pueblo, se desayuno con dos huevos y un racimo de uvas, después de lo cual se dirigió a San Giovanni. Fue recibido en forma original. - Que mentiroso este! Que mentiroso!. - exclamo el Padre Pío -. Y su pobre madre que cree en el!. El joven buscaba una disculpa, pero nuestro héroe, imperturbable, le corto la palabra: - Como! Usted pretende tener el estomago vacío cuando acaba de comer dos huevos y un racimo de uvas?. El marino quedo confundido, y se convirtió.
Se cuenta una historia semejante: la de una madre poco virtuosa y de su hijita de cuatro años. La pequeña había ido confiada a unas buenas religiosas, porque el padre tuberculoso estaba en una sanatorio, y su madre quería"vivir su vida"sin trabas. Una de las monjas, preocupada por el porvenir de la niña, propuso a la madre una excursión a San Giovanni, con la esperanza de convertirla, o por lo menos de despertar en ella la conciencia del deber. En un primer momento, la mujer declino la invitación. Pero el día fijado, la religiosa la encontró en la estación del ómnibus que llevaba a San Giovanni. Y el misterioso fenómeno se reprodujo. En el autobús, la pecadora, rompe a llorar. Sigue llorando cuando se presenta por si misma en el confesionario. El Padre Pío, luego de darle la absolución, le promete"Su marido se curara y su existencia quedara transformada. Vaya en paz.".
Un teniente de aviación italiano tuvo que saltar desde su avión por causa de un accidente, y su paracaídas no se abrió. En lugar de aplastarse contra el suelo, cayo en los brazos extendidos de un religioso que lo coloco suavemente en tierra y desapareció luego. Al escuchar el relato del joven, su jefe creyó que este estaba loco o que la guerra le había alterado el sistema nervioso; y entonces lo mando a su casa para que tomase un descanso. Apenas llegado, el aviador comenzaba a contar el episodio a su madre, y esta le mostró una foto del Padre Pío al que había recomendado diariamente la salud de su hijo. - Pero si es el! Es el - exclamo el muchacho -. El fue quien me recibió en sus brazos! . Madre e hijo fueron a San Giovanni para agradecer a su salvador. Y el capuchino añadió:"Tambien fui yo quien lo auxilie en Monastir, cuando se le descompuso el motor.
Se cuenta una historia semejante: la de una madre poco virtuosa y de su hijita de cuatro años. La pequeña había ido confiada a unas buenas religiosas, porque el padre tuberculoso estaba en una sanatorio, y su madre quería"vivir su vida"sin trabas. Una de las monjas, preocupada por el porvenir de la niña, propuso a la madre una excursión a San Giovanni, con la esperanza de convertirla, o por lo menos de despertar en ella la conciencia del deber. En un primer momento, la mujer declino la invitación. Pero el día fijado, la religiosa la encontró en la estación del ómnibus que llevaba a San Giovanni. Y el misterioso fenómeno se reprodujo. En el autobús, la pecadora, rompe a llorar. Sigue llorando cuando se presenta por si misma en el confesionario. El Padre Pío, luego de darle la absolución, le promete"Su marido se curara y su existencia quedara transformada. Vaya en paz.".
Un teniente de aviación italiano tuvo que saltar desde su avión por causa de un accidente, y su paracaídas no se abrió. En lugar de aplastarse contra el suelo, cayo en los brazos extendidos de un religioso que lo coloco suavemente en tierra y desapareció luego. Al escuchar el relato del joven, su jefe creyó que este estaba loco o que la guerra le había alterado el sistema nervioso; y entonces lo mando a su casa para que tomase un descanso. Apenas llegado, el aviador comenzaba a contar el episodio a su madre, y esta le mostró una foto del Padre Pío al que había recomendado diariamente la salud de su hijo. - Pero si es el! Es el - exclamo el muchacho -. El fue quien me recibió en sus brazos! . Madre e hijo fueron a San Giovanni para agradecer a su salvador. Y el capuchino añadió:"Tambien fui yo quien lo auxilie en Monastir, cuando se le descompuso el motor.
CONVERSIONES DEL PADRE PIO
CONVERSION DEL SEÑOR FEDERICO ABRESCH Escribe Federico Abresch:"Cuando en noviembre de 1928 fui a ver al Padre Pío, me había convertido del luterismo al catolicismo, y eso puramente por motivos sociales. No poseía la fe - ahora me doy cuenta claramente -. Educado en una familia anticatólica, imbuido de prejuicio contra todo dogma, que una instrucción religiosa mas que sucinta no había podido desarraigar, sin embargo me sentí atraído por lo oculto y lo misterioso. Me lance, pues, en el espiritismo, la magia, y finalmente en la teosofía, que bien pronto no tuvo mas secretos para mi". Ýo no se por que ,sin duda para darle el gusto a mi mujer, seguía de vez en cuando a los sacramentos. Tal era mi estado de espíritu cundo oí hablar por primera vez de ese Padre capuchino que vivía la crucifixión y obtenía continuamente milagros. La curiosidad me llevo a ver con mis propios ojos lo que ocurría en San Giovanni". "Mi primer encuentro con el Padre Pío me dejo indiferente. Me hizo unas cuantas observaciones, cuando esperaba de el un cálido recibimiento, aunque mas no fuere para recompensarme por el largo viaje que había emprendido para verle. A pesar de esto, fui a arrodillarme en el tribunal de la Penitencia". "Lo que allí ocurrió tiene el sello de lo divino.‘Usted tiene que hacer una confesión general - me dijo el Padre Pío después de un breve interrogatorio -; haga un examen de conciencia, y trate de recordar‘de cuando data su ultima confesión sincera’. Dichas estas palabras, me dejo y entro en la iglesia". "Mi cabeza ardía, me era imposible concentrarme, retumbaban en mis oídos las ultimas palabras del Capuchino". "Puse en orden mis ideas, le diría que había sido protestante, que había sido rebautizado‘sub-conditione’, etc. Cuando el Padre Pío volvió a su asiento en el confesionario, repitió:‘Veamos,- de cuando data su ultima buena confesión?’- ‘Padre, debe ser’. Me interrumpió:‘Si, usted hizo una buena confesión entonces, al volver de su viaje de bodas. Sigamos adelante’, No me dejo tiempo para extaciarme ante tal prodigiosa clarividencia; ante los ojos de mi conciencia fue reconstruyendo todo mi pasado, enumero todas mis faltas con precisión, hasta el numero de veces que había faltado a misa desde que me había echo católico. Luego termino con una voz cuyo acento no olvidare jamas: ‘Usted canturreo un himno a Satanás mientras el Cordero de Dios se ofrecía al cuchillo por su causa!". "No diré mas, sino que antes que perder la fe, perdería la vida".
CONVERSION DEL ESCRITOR G. FELICE CHECCACCI El Prof. Checcacci, de Génova, es muy conocido. Ha vivido en oriente casi cuarenta años, y se ha dedicado al estudio de las religiones comparadas. A su vuelta a Italia, hace algunos años, después de haber leído algunos libros sobre el Padre Pío, sintió deseos de conocerlo y volvió rebosante de entusiasmo. Su edad (tenia entonces setenta años), su cultura, lo extenso de sus conocimientos en el campo especulativo y artístico, garantizan lo objetivo de su juicio. Veamos lo escrito por el: "Atormentado, obsesionado, había llegado a considerar el cristianismo como una derivación del brahmanismo y del budismo. El libro de Del Fante ‘De la duda a la fe’ cayo en mis manos. Lo leí de un tirón, luego lo releí y lo medite; me impresiono hondamente, tan hondamente que una noche soñé con el Padre Pío que me dijo:"Venga a visitarme". "No le di importancia a ese sueño, pero tres meses después tuve otro, mas preciso todavía:‘Lo espere, y usted no vino’". "Tampoco hubiera dado importancia a esos fantasmas, si no fuera que poco después, durante una noche de insomnio, yo vi, si,‘vi’ al Padre Pío entrar en mi cuarto, acercarse a mi y decirme:‘Si usted no puede venir a verme, escríbame". "Mi emoción fue indescriptible; todavía tengo carne de gallina al recordarlo. Salte de la cama, pero la visión había desaparecido". "A la mañana siguiente, escribí al Padre Pío pidiéndole la paz del alma. Dos días después, al atardecer, mi voz interior articulo con claridad:‘Vaya a rezar a la iglesia’ ." "Hacia mas de treinta años que no ponía los pies en la iglesia, tengo que confesarlo. Obedecí, y mientras estaba rezando, la voz interior murmuro:‘La fe no se discute; o uno acepta a ojos cerrados, reconociendo su incapacidad de comprender sus misterios, o uno lo rechaza. No hay termino medio Elija usted’." "Desde ese día hice mi elección. Debo al Padre Pío haber vuelto a la fe de mis padres, el haber comprendido el esplendor de la claridad cristiana; y tambien el egoísmo, la indiferencia ante el sufrimiento de los hombres, de que están impregnada de religiones asiáticas, fundadas en el fatalismo y en la creencia en la reencarnación".
CONVERSION DEL ESCRITOR G. FELICE CHECCACCI El Prof. Checcacci, de Génova, es muy conocido. Ha vivido en oriente casi cuarenta años, y se ha dedicado al estudio de las religiones comparadas. A su vuelta a Italia, hace algunos años, después de haber leído algunos libros sobre el Padre Pío, sintió deseos de conocerlo y volvió rebosante de entusiasmo. Su edad (tenia entonces setenta años), su cultura, lo extenso de sus conocimientos en el campo especulativo y artístico, garantizan lo objetivo de su juicio. Veamos lo escrito por el: "Atormentado, obsesionado, había llegado a considerar el cristianismo como una derivación del brahmanismo y del budismo. El libro de Del Fante ‘De la duda a la fe’ cayo en mis manos. Lo leí de un tirón, luego lo releí y lo medite; me impresiono hondamente, tan hondamente que una noche soñé con el Padre Pío que me dijo:"Venga a visitarme". "No le di importancia a ese sueño, pero tres meses después tuve otro, mas preciso todavía:‘Lo espere, y usted no vino’". "Tampoco hubiera dado importancia a esos fantasmas, si no fuera que poco después, durante una noche de insomnio, yo vi, si,‘vi’ al Padre Pío entrar en mi cuarto, acercarse a mi y decirme:‘Si usted no puede venir a verme, escríbame". "Mi emoción fue indescriptible; todavía tengo carne de gallina al recordarlo. Salte de la cama, pero la visión había desaparecido". "A la mañana siguiente, escribí al Padre Pío pidiéndole la paz del alma. Dos días después, al atardecer, mi voz interior articulo con claridad:‘Vaya a rezar a la iglesia’ ." "Hacia mas de treinta años que no ponía los pies en la iglesia, tengo que confesarlo. Obedecí, y mientras estaba rezando, la voz interior murmuro:‘La fe no se discute; o uno acepta a ojos cerrados, reconociendo su incapacidad de comprender sus misterios, o uno lo rechaza. No hay termino medio Elija usted’." "Desde ese día hice mi elección. Debo al Padre Pío haber vuelto a la fe de mis padres, el haber comprendido el esplendor de la claridad cristiana; y tambien el egoísmo, la indiferencia ante el sufrimiento de los hombres, de que están impregnada de religiones asiáticas, fundadas en el fatalismo y en la creencia en la reencarnación".
MUERTE DEL PADRE PIO
El 26 de septiembre de 1968, el padre Clemente de Wlissingen, ministro general de los capuchinos, presidió los funerales. Se leyó el telegrama de S.S. Pablo VI, y el administrador apostólico, padre Clemente de Santa Maria in Punta, pronunció el elogio fúnebre. El cuerpo del Padre Pío fue bajado a la cripta en cumplimiento de su deseo manifestado en 1923. Aún tenía que sorprender gratamente a sus hijos espirituales con un último hecho extraordinario. Nos lo cuenta un testigo, Henri Bourdeau: «En sus funerales, cuando ya su cuerpo descansaba en la cripta, la multitud se dirigió a la explanada. Luego de una oración, se entonaron los cánticos que le gustaban al Padre. De pronto, se oyeron exclamaciones de alegría: el Padre Pío aparecía, sonriente, en el cristal de su celda. Se veía con claridad su hábito hasta la cintura y el cordón tal y como yo los había visto. A los gritos de «¡Miracolo!» de la muchedumbre, el padre guardián envió un hermano al lugar. Y éste volvió con la increíble información: el Padre aparecía en el cristal. Entonces, para dar una lección de realismo a todos los que podían ser considerados como exaltados, fanáticos, dio orden de abrir la ventana de la celda y extender en ella una tela blanca. Pues bien, después de un "Ah" de decepción, resonaron unos "¡Oh! ¡Oh!" jubilosos y divertidos: la "foto viviente" del Padre aparecía al mismo tiempo en todos los cristales de esa fachada del convento de Santa Maria delle Grazie».
S.S. Pablo VI pondrá al Padre Pío como ejemplo a los capuchinos: «Seguid el ejemplo de vuestro santo hermano fallecido hace poco, el Padre Pío. ¡Mirad qué fama ha tenido! ¡Qué multitud de todo el mundo ha reunido a su alrededor! ¿Y por qué? ¿Era filósofo, sabio? ¿Disponía de medios enormes? No. Decía misa humildemente, confesaba desde la mañana a la noche y era –es difícil decirlo –el representante de Nuestro Señor, marcado por las llagas de nuestra Redención. Un hombre de oración y sufrimiento. Esa es la razón por la que sentimos hacia él un agradecido afecto».
S.S. Pablo VI pondrá al Padre Pío como ejemplo a los capuchinos: «Seguid el ejemplo de vuestro santo hermano fallecido hace poco, el Padre Pío. ¡Mirad qué fama ha tenido! ¡Qué multitud de todo el mundo ha reunido a su alrededor! ¿Y por qué? ¿Era filósofo, sabio? ¿Disponía de medios enormes? No. Decía misa humildemente, confesaba desde la mañana a la noche y era –es difícil decirlo –el representante de Nuestro Señor, marcado por las llagas de nuestra Redención. Un hombre de oración y sufrimiento. Esa es la razón por la que sentimos hacia él un agradecido afecto».
MUERTE DEL PADRE PIO
El Padre Pío, antes de morir, quería dejar constancia públicamente de su fidelidad a la Iglesia y al Papa. El 12 de septiembre escribió a S.S. una larga carta llena de amor y de obediencia: «Sé que en estos días vuestro corazón sufre mucho por el destino de la Iglesia, por la paz del mundo, por las necesidades tan numerosas de los pueblos, pero sobre todo a causa de la falta de obediencia de algunos... Os ofrezco mi oración y mi sufrimiento cotidiano (...) con el fin de que el Señor os conforte con su gracia para seguir el recto y difícil camino de la verdad eterna que no cambia nunca aunque los tiempos cambien.» Esta carta fue su último acto público. 20 de septiembre de 1968, viernes, quincuagésimo aniversario de su estigmatización y día señalado para el IV Congreso Internacional de los Grupos de Oración. El Padre celebró misa a las cinco de la mañana y pasó el resto de la mañana en el confesonario. ¡Admirable don! Por la noche, procesión de antorchas en la explanada, pero el Padre no apareció en su ventana. El sábado guardó cama a causa de una crisis bronquial con complicaciones. Por la noche asiste al cierre del primer día del Congreso y bendice a sus hijos espirituales desde la tribuna de la iglesia.
La última misa El domingo, cincuenta ramos de rosas rojas envuelven el altar y recuerdan otros tantos años de ininterrumpido sangrar, de crucificado sin cruz, de participación en la Pasión de Cristo, traídos por los delegados de setecientos Grupos de Oración llegados de todas partes. A éstos se sumaron un sinnúmero de peregrinos. –Padre, celebre usted una misa solemne y cantada –le pidió el padre guardián. Como era de esperar, obediente, sin fuerzas, no se sabe cómo, pero lo hizo, ayudado por sus hermanos Honorado, Valentona y Guglielmo. Su última misa. Testigos cuentan que le vieron moribundo, intentó cantar, pero no pudo... al terminar, se habría desplomado si el padre Guglielmo no lo hubiese sujetado, y por primera y última vez tuvieron que recogerlo en el altar con la silla de ruedas. Al alejarse, dirigió una impresionante mirada a los fieles, y tendiéndoles los brazos como si quisiera abrazarlos, se despidió con un susurro: –Hijos míos, queridos hijos míos. El fiel Pagnossin, presente aquel día, bien situado arriba en la tribuna, hizo unas cuantas fotografías. Cuál no sería su sorpresa al revelarlas: –Mirad, el Padre Pío ya no tiene los estigmas. Efectivamente, habían desaparecido. Los hermanos no se dieron cuenta hasta el momento de su muerte y también tomaron fotografías: –Hermano, mira, ya no tiene las llagas. –Sí, hermano, fíjate, en su lugar qué piel más suave y lisa... –Como la de un recién nacido. Se supone que habían desaparecido el mismo día 20, cuando cumplían los cincuenta años. Era el anuncio de que la misión del Padre había terminado
.Plácida agonía y triunfo póstumo Aquel día 22 de septiembre, después de una breve aparición saludando con el pañuelo y bendiciendo con la mano, se retiró a su celda. A las seis de la tarde asistió a misa desde la tribuna y volvió a retirarse. El padre Pellegrino le acompañaba, él lloraba en silencio. Pasada la medianoche, quiso confesarse y dirigió un ruego al padre Pellegrino: –Escucha, si el Señor me llama hoy, pide perdón por mí a mis hermanos por todas las molestias que les he causado. Pídeles, y también a mis hijos, que recen por mi alma. Después quiso renovar su profesión religiosa y consagración de sí mismo y de su vida al Señor. A la una y cuarto, el padre Pellegrino decidió llamar a sus hermanos y al doctor Sala. Se le administraron los últimos sacramentos, que recibió con plena lucidez. A las 2’30 de aquel día, 23 de septiembre de 1968, dulcemente, con el rostro sereno lleno de paz y un rosario entre las manos, el Padre Pío de Pietrelcina entregó su alma a quien ya se la había ofrecido junto con su vida entera. Con el doctor Sala presente, los hermanos descubrieron la desaparición de los estigmas; en su lugar, ni una cicatriz, ni una señal quedaba del calvario padecido para gloria de Dios y salvación de los hombres. Durante toda su vida, sólo había buscado una cosa, cumplir la Voluntad de Dios.
La última misa El domingo, cincuenta ramos de rosas rojas envuelven el altar y recuerdan otros tantos años de ininterrumpido sangrar, de crucificado sin cruz, de participación en la Pasión de Cristo, traídos por los delegados de setecientos Grupos de Oración llegados de todas partes. A éstos se sumaron un sinnúmero de peregrinos. –Padre, celebre usted una misa solemne y cantada –le pidió el padre guardián. Como era de esperar, obediente, sin fuerzas, no se sabe cómo, pero lo hizo, ayudado por sus hermanos Honorado, Valentona y Guglielmo. Su última misa. Testigos cuentan que le vieron moribundo, intentó cantar, pero no pudo... al terminar, se habría desplomado si el padre Guglielmo no lo hubiese sujetado, y por primera y última vez tuvieron que recogerlo en el altar con la silla de ruedas. Al alejarse, dirigió una impresionante mirada a los fieles, y tendiéndoles los brazos como si quisiera abrazarlos, se despidió con un susurro: –Hijos míos, queridos hijos míos. El fiel Pagnossin, presente aquel día, bien situado arriba en la tribuna, hizo unas cuantas fotografías. Cuál no sería su sorpresa al revelarlas: –Mirad, el Padre Pío ya no tiene los estigmas. Efectivamente, habían desaparecido. Los hermanos no se dieron cuenta hasta el momento de su muerte y también tomaron fotografías: –Hermano, mira, ya no tiene las llagas. –Sí, hermano, fíjate, en su lugar qué piel más suave y lisa... –Como la de un recién nacido. Se supone que habían desaparecido el mismo día 20, cuando cumplían los cincuenta años. Era el anuncio de que la misión del Padre había terminado
.Plácida agonía y triunfo póstumo Aquel día 22 de septiembre, después de una breve aparición saludando con el pañuelo y bendiciendo con la mano, se retiró a su celda. A las seis de la tarde asistió a misa desde la tribuna y volvió a retirarse. El padre Pellegrino le acompañaba, él lloraba en silencio. Pasada la medianoche, quiso confesarse y dirigió un ruego al padre Pellegrino: –Escucha, si el Señor me llama hoy, pide perdón por mí a mis hermanos por todas las molestias que les he causado. Pídeles, y también a mis hijos, que recen por mi alma. Después quiso renovar su profesión religiosa y consagración de sí mismo y de su vida al Señor. A la una y cuarto, el padre Pellegrino decidió llamar a sus hermanos y al doctor Sala. Se le administraron los últimos sacramentos, que recibió con plena lucidez. A las 2’30 de aquel día, 23 de septiembre de 1968, dulcemente, con el rostro sereno lleno de paz y un rosario entre las manos, el Padre Pío de Pietrelcina entregó su alma a quien ya se la había ofrecido junto con su vida entera. Con el doctor Sala presente, los hermanos descubrieron la desaparición de los estigmas; en su lugar, ni una cicatriz, ni una señal quedaba del calvario padecido para gloria de Dios y salvación de los hombres. Durante toda su vida, sólo había buscado una cosa, cumplir la Voluntad de Dios.
MILAGROS DEL PADRE PIO
EL GLOBO DE LA ESPERANZA-
La historia que voy a relatar tiene comp protagonistas a mi hijos a Jorge Alebrto Giustina y, por supuesto, al Padre Pio.
Me remontare a marzo del 2003, cuando empezo a fincionar el Grupo de Oracion del Padre Pio en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, en Cordoba (Argentina).
El 23 de septiembre, con motivo del 35 aniversario de la muerte del santo, lanzamos al aire un globo con una pancarta bien grande del Padre Pio y la siguiente leyenda: Señor, haz que los grupos de Oracion se conviertan en faros de luz y amor en el mundo.
Exortamos a los presentes a que orasen en silencio y pidiesen lo que deseasen. Todos coincidieron en pedir que la pancarta llegase a los lugares donde mas se necesitase la intercesión del Padre Pio-
EL enorme cartel, adherido al globo, recorrio 400 kilometros hasta llegar a Colonia Alpina provincia de Santiago del estero, el 30 de septiembre de 2003.
El globo con el cartel acabó posándose sobre un monton de alfalfa,
junto a cual pastaban varios animales. La providencia quiso que mi hijo Jorge la encontrase, trayendola luego a casa. Al mostrarmela, me dijo muy convencido: Yo soy el elegido. Reconozco que sus palabras me sonaron entonces a broma superticiosa.
Al dorso de la imagen se indicaba a quien hallase la pancarta, que contactase enseguida con la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús. Eso mismo hice yo: marcar el numero anotado. Al otro lado del telefono me atendio la secretaria de la parroquia, sugiriendome que avisase a la coordinadora del Grupo de Oracion. En contacto con esta ultima, quedo en enviarme varias estampas del Padre Pio para que le rezásemos.
Debo declarar que ni yo, ni mi hijo, habiamos oido hablar hasta entonces del Padre Pio. Movida por la curiosidad, empece a investigar su vida aquella misma tarde.
Las campanas llegaron el 16 de octubre. Reparti algunas entre varios conocidos y guarde el resto para los familiares, reservando una para mi, la cual introduje en la cartera para tenerla siempre a mano.
Telefoneé luego a la coordinadora del Grupo de Oracion para agradecerle el envio. La conversacion fue mas largue esta vez. Ella se intereso por el estado de la imagen del Padre Pio, pues durante el trayecto se habia desatado una fuerte tormenta de viento y tierra. La tranquilice, asegurandose que habia llegado intacta. Como prueba, le envié una fotografia de la pancarta.
Al dia siguiente, 17 de octubre, mi hijo sufrio un horrible accidente: la camioneta que conducia salio despedida de la carretera dando varias vueltas de campana. El aparatoso percance tuvo lugar muy cerca del pueblo, razon por la cual Jorge fue socorrido enseguida, siendo trasladado a una clinica de Ceres. curiosamente, mi esposo y yo nos hallábamos entonces en esa misma localidad cuando llego la ambulancia.
Mientra el doctor examinaba a nuestro hijo, extraje la estampa de mi cartera y empece a rezar al Padre Pio con una devoción que hasta a mi misma me sobrecogió. Las primeras radiografias confirmaron que Jorge se habia fracturado varias vértebras y presentaba numerosas contusione por todo el cuerpo. El pobre se quejaba tambiende un fuerte dolor abdominal.
Como la clinica rural carecia de medios, el medico nos recomendo que trasladasemos a nuestros hijo a un hospital de Cordoba. Llegar hasta alli nos costo cinco horas interminables. Nada mas entrar en Urgencias, le hiceron varias tomografia con contraste, las cuales evidenciaron que dos de sus vertebras se habian hechos añicos, como el cristal.
El doctor no pudo ser mas grafico: Estallaron dos de sus vertebras; solo podemos esperar, comento. Creo que debio haber dicho. Solo podemos rezar. Eso mismo me pidio luego el neurocirujano.
Señora, rece; usted rece. Su hijo es un afortunado. Pese a los golpes recibidos en la cabeza, no he visto un solo coágulo de sangre en el cerebro, tampoco los derrames en sus ojos han afectado a su vision; conserva los reflejos y su medula esta intacta. Es un verdadero milagro.
Aun asi, era pronto para cantar victoria. Debemos aguardar a la deliberacion de la Junta Medica, añadio, prudente, el doctor.
Mi hijo estaba vivo, desde luego; pero la perdida de las vertebras afectaria sin duda el resto de su columna. Dicidi telefonear a la coordinadora del Grupo de Oración para pedirle que rezasen todos juntos por su curación.
Jorge permanecio cinco dias enteros sobre una tabla, sin poder moverse, mientras la morfina paliaba a duras penas sus dolores. Esperábamos con ansiedad la llegada de una prótesis para operarle.
Al dia siguiente del accidente, Jorge me dijo, persuadido: Mamá, ha sido el Padre Pio quien me ha salvado la vida.
Oracion, desde luego, no falto. Jorge hace hoy una vida normal, pese a tener dos planchas, varios tornillos y alambres repartidos por la columna vertebral.
La inesperada llegada del Padre Pio cambio nuestra vidas. Creo que el Señor nos brinda instrumentos tan valiosos como el para evangelizar; tan solo debemos estar atentos para abrir nuestros corazones a Dios cada dia.
Miriam Mabel Pastorizo
Clonia Alpina(Argentina)
La historia que voy a relatar tiene comp protagonistas a mi hijos a Jorge Alebrto Giustina y, por supuesto, al Padre Pio.
Me remontare a marzo del 2003, cuando empezo a fincionar el Grupo de Oracion del Padre Pio en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, en Cordoba (Argentina).
El 23 de septiembre, con motivo del 35 aniversario de la muerte del santo, lanzamos al aire un globo con una pancarta bien grande del Padre Pio y la siguiente leyenda: Señor, haz que los grupos de Oracion se conviertan en faros de luz y amor en el mundo.
Exortamos a los presentes a que orasen en silencio y pidiesen lo que deseasen. Todos coincidieron en pedir que la pancarta llegase a los lugares donde mas se necesitase la intercesión del Padre Pio-
EL enorme cartel, adherido al globo, recorrio 400 kilometros hasta llegar a Colonia Alpina provincia de Santiago del estero, el 30 de septiembre de 2003.
El globo con el cartel acabó posándose sobre un monton de alfalfa,
junto a cual pastaban varios animales. La providencia quiso que mi hijo Jorge la encontrase, trayendola luego a casa. Al mostrarmela, me dijo muy convencido: Yo soy el elegido. Reconozco que sus palabras me sonaron entonces a broma superticiosa.
Al dorso de la imagen se indicaba a quien hallase la pancarta, que contactase enseguida con la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús. Eso mismo hice yo: marcar el numero anotado. Al otro lado del telefono me atendio la secretaria de la parroquia, sugiriendome que avisase a la coordinadora del Grupo de Oracion. En contacto con esta ultima, quedo en enviarme varias estampas del Padre Pio para que le rezásemos.
Debo declarar que ni yo, ni mi hijo, habiamos oido hablar hasta entonces del Padre Pio. Movida por la curiosidad, empece a investigar su vida aquella misma tarde.
Las campanas llegaron el 16 de octubre. Reparti algunas entre varios conocidos y guarde el resto para los familiares, reservando una para mi, la cual introduje en la cartera para tenerla siempre a mano.
Telefoneé luego a la coordinadora del Grupo de Oracion para agradecerle el envio. La conversacion fue mas largue esta vez. Ella se intereso por el estado de la imagen del Padre Pio, pues durante el trayecto se habia desatado una fuerte tormenta de viento y tierra. La tranquilice, asegurandose que habia llegado intacta. Como prueba, le envié una fotografia de la pancarta.
Al dia siguiente, 17 de octubre, mi hijo sufrio un horrible accidente: la camioneta que conducia salio despedida de la carretera dando varias vueltas de campana. El aparatoso percance tuvo lugar muy cerca del pueblo, razon por la cual Jorge fue socorrido enseguida, siendo trasladado a una clinica de Ceres. curiosamente, mi esposo y yo nos hallábamos entonces en esa misma localidad cuando llego la ambulancia.
Mientra el doctor examinaba a nuestro hijo, extraje la estampa de mi cartera y empece a rezar al Padre Pio con una devoción que hasta a mi misma me sobrecogió. Las primeras radiografias confirmaron que Jorge se habia fracturado varias vértebras y presentaba numerosas contusione por todo el cuerpo. El pobre se quejaba tambiende un fuerte dolor abdominal.
Como la clinica rural carecia de medios, el medico nos recomendo que trasladasemos a nuestros hijo a un hospital de Cordoba. Llegar hasta alli nos costo cinco horas interminables. Nada mas entrar en Urgencias, le hiceron varias tomografia con contraste, las cuales evidenciaron que dos de sus vertebras se habian hechos añicos, como el cristal.
El doctor no pudo ser mas grafico: Estallaron dos de sus vertebras; solo podemos esperar, comento. Creo que debio haber dicho. Solo podemos rezar. Eso mismo me pidio luego el neurocirujano.
Señora, rece; usted rece. Su hijo es un afortunado. Pese a los golpes recibidos en la cabeza, no he visto un solo coágulo de sangre en el cerebro, tampoco los derrames en sus ojos han afectado a su vision; conserva los reflejos y su medula esta intacta. Es un verdadero milagro.
Aun asi, era pronto para cantar victoria. Debemos aguardar a la deliberacion de la Junta Medica, añadio, prudente, el doctor.
Mi hijo estaba vivo, desde luego; pero la perdida de las vertebras afectaria sin duda el resto de su columna. Dicidi telefonear a la coordinadora del Grupo de Oración para pedirle que rezasen todos juntos por su curación.
Jorge permanecio cinco dias enteros sobre una tabla, sin poder moverse, mientras la morfina paliaba a duras penas sus dolores. Esperábamos con ansiedad la llegada de una prótesis para operarle.
Al dia siguiente del accidente, Jorge me dijo, persuadido: Mamá, ha sido el Padre Pio quien me ha salvado la vida.
Oracion, desde luego, no falto. Jorge hace hoy una vida normal, pese a tener dos planchas, varios tornillos y alambres repartidos por la columna vertebral.
La inesperada llegada del Padre Pio cambio nuestra vidas. Creo que el Señor nos brinda instrumentos tan valiosos como el para evangelizar; tan solo debemos estar atentos para abrir nuestros corazones a Dios cada dia.
Miriam Mabel Pastorizo
Clonia Alpina(Argentina)
INTRODUCCION
Una figura como la del Padre Pío, con su costado sangrante, con los estigmas en pies y manos durante
cincuenta años; que se enfrentaba físicamente al demonio con frecuencia; que tenía el don sobrenatural de
profetizar y de conocer el interior de las conciencias; el don de bilocación en repetidas ocasiones, etc.; un
santo con estas características ha sido suscitado por Dios para sacudir la incredulidad de nuestro siglo y para
escándalo de las mentes secularizadas.
¿Qué explicación cabe dar al fenómeno popular suscitado por el Padre Pío?
Vittorio Messori ha visto en esta devoción popular hacia al Padre Pío una especie de «rebelión de los laicos
hacia una parte del clero» que ha caído en una trampa racionalista.
No podemos olvidar que es Dios quien suscita todos y cada uno de los modelos de santidad. Algo querrá
decirnos con los dones místicos que ha dado el Padre Pío, poniéndolo como «signo de la prioridad de lo
sobrenatural», ante los ojos de este mundo. ¡El Padre Pío es un santo para tiempos de secularización!