giovedì 31 agosto 2017

ANECDOTAS DEL PADRE PIO


El Padre Pio salva a un soldado italiano. Cuenta el Padre Antonio, que durante la campaña de África, un soldado italiano se hallaba refugiado detrás de una peña en plena batalla. De pronto un monje apareció a su lado y tiro suavemente de la manga, como para invitarlo a dejar su refugio; pero el soldado no tenia ninguna gana de exponerse. El religioso volvió a tirarle de la manga, esta vez con mas energía, pero el muchacho no se movió. Por fin, el otro recurrió a la fuerza, era tiempo: en el mismo instante cayo una bomba y no quedaron ni rastros del peñasco protector. El soldado contó su aventura a un compañero. Este ultimo saco de su bolsillo un retrato del Padre Pio, del que nunca se apartaba, y se lo mostró: - Como es posible¡ - exclamo el soldado -. Este es el fraile que me salvo la vida. De donde habrá salido? No lo conozco ni de vista¡


 San Giovanni Rotondo.
 Anunciatta Ventrella, madre de dos hijos de diecinueve y diecisiete años, se moría de una enfermedad al corazón. De resultas de un desplazamiento de ese órgano, devolvía todos los alimentos, y estaba tan debilitada que su muerte parecía inminente. A media noche, hacia las once y treinta, el menor de sus hijos que la velaba, vio de pronta a los pies de la cama al Padre Pio con los brazos extendidos, y junto a el a otro franciscano, San Antonio. Al día siguiente, ante el asombro general, la madre se levantaba; su corazón no presentaba ya ninguna anomalía, y al cabo de pocos días pudo volver a sus tareas. Bolonia. Josefina Marchetti, de veinticuatro años, sufrió la fractura del humero derecho cuatro años atrás, y había sido operada sin resultado. De acuerdo con su familia, recurrió al Padre Pio en junio de 1930. El 17 de setiembre, día de la Fiesta de los Estigmas de San Francisco, la casa de los Marchetti fue invadida por los perfumas del Padre. Desde entonces la fractura empezó a soldarse. El perfume se hizo sentir varias veces en el transcurso de ese año. El 17 de setiembre de 1931 la curación era total.


Roma.
 La condesa Baiocchi padecía una enfermedad que ningún medico había podido diagnosticar. Un día que paseaba por las calles de Roma, una voz le murmuro"Ve a consultar al doctor Festa", pero no vio a nadie cerca de ella. Esa misma noche pregunto a su marido si conocía a algún doctor de ese nombre; el conde consulto con la guía telefónica y dio con la dirección deseada. Marido y mujer se presentaron a la casa del medico quien, como sus colegas, renuncio a diagnosticar sobre ese caso difícil, pero aconsejo al matrimonio que fuese a ver al Padre Pio. En la conversación, menciona la facultad del capuchino de"hablar a distancia". Entonces la señora contó al doctor y a su medico. como una voz, en plena calle, le aconsejo que consultase al Dr. Festa. Los Condes fueron, pues, a ver al Padre Pio. Después de una breve entrevista, este les sugirió que volviesen a verlo luego de haber descansado un poco. Apenas entro en su cuarto, la Condesa sintió unos terribles dolores. Alarmado su marido corrió en busca del Capuchino, y el le dijo que se calmase y rezara. Cuando volvió junto a su mujer la encontró curada. Durante su ausencia había eliminado tres cálculos y desde entonces su salud es excelente.


Bolonia.
Silvano Menfredini era un niño mellizo, nacido en setiembre de 1927; tenia una dislocación congénita de ambos tobillos y pies, y además una hernia bilateral. Estuvo en tratamiento durante tres meses y no cesaba de llorar. Convencido por unos amigos, el padre colgó del cuello de la criaturita una medalla del santo franciscano. Al cabo de tres meses, las radiografías demostraron que un tobillo estaba completamente normal y el otro en vías de estarlo. El Sr. Menfredini llevo entonces a su hijito al Padre Pio, rogándole que completara la curación. Así lo prometio este, aconsejándole que antes operasen al niño de la hernia. Después del la operación, el niño quedo completamente curado, sin que se hiciera ninguna intervención quirúrgica en sus pies.

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