EL PERRO GUARDIÁN
Es conocida la historia de san Juan Bosco, a quien se le apareció por espacio de 30 años un perro, a quien llamaba Gris, y que le protegía de los peligros, cuando sus enemigos querían matarlo. Pues bien, un día el padre Pío envió a su ángel a salvar a un ingeniero que estaba en peligro de muerte y lo hizo su ángel bajo la figura de un perro. El general Tarsicio Quarti declaró el 30 de junio de 1943 lo que le contó un joven ingeniero: Había bajado en la estación de San Severo y, al no encontrar medios de comunicación, se dirigía a pie hacia San Marco in Lamis. Estando en pleno campo se le acercaron unos campesinos con aire amenazante con horcas y palas. Aquellos días estaba la gente alterada, porque habían caído varios paracaidistas ingleses y lo confundieron con uno de ellos, que había escondido su paracaídas muy cerca del lugar. Pero él se puso a rezar, viendo que se acercaban hacia él y, de pronto, apareció un perro feroz, amenazando a los campesinos que, espantados, desistieron de seguirlo. Pudo a la mañana siguiente llegar a san Giovanni Rotondo. Cuando lo vio el padre Pío, le dijo de inmediato: “La hubieras pasado mal si no te hubiese enviado a mi ángel custodio”
REFLEXIONES
El padre Pío es un verdadero santo para gloria de Dios y de la Iglesia católica, en la que florecen santos por millares. Jesús le había dicho: Te asocio a mi Pasión y le dio el don de las llagas para semejarse a él. Él decía de sí mismo: Yo quiero ser sólo un pobre fraile que ora. Oraba y sufría por todos, incluso asumiendo sus sufrimientos en propia carne, como víctima expiatoria, en sustitución mística. El padre Pierino Galeone resume la vida del padre Pío diciendo: El padre Pío convertía pecadores, sanaba enfermos incurables, predecía el futuro, estaba a la cabecera de los moribundos, como sucedió con mi madre, y lo mismo en muchos casos en hospitales, casas privadas o campos de concentración. Incluso guiaba el choche de choferes dormidos, como sucedió a un amigo mío o libraba de graves accidentes a choferes distraídos o imprudentes . Pero, hablando concretamente de su ángel, recordemos que todos tenemos un ángel del cielo que nos cuida y nos protege. Está a la derecha y puede aparecerse bajo diferentes formas. A santa Gema Galgani se le presentaba algunas veces como pajarito para llevarle las cartas al correo. A san Juan Bosco como un perro. Otras veces se presenta en figura de hombre o de mujer, niño o adulto, con alas o sin alas, pero siempre amable, amoroso y diligente, para ayudarnos en la medida en que lo invocamos. Por eso, muchos, que nunca lo invocan, se pierden muchas bendiciones que Dios quiere darnos por su intermedio. Suele recomendarse ponerle un nombre para llamarlo con más confianza. También es importante invocar a los ángeles de los familiares con quienes vivimos en nuestra casa. Además, podemos pedirle ayuda antes de viajar, invocando al ángel del chofer y de los pasajeros o de los alumnos antes de dictar una clase o del médico, cuando vamos a la consulta, o del equipo médico que nos va a operar, para que todo salga bien. El ángel nos defenderá de las asechanzas del demonio y nos hará servicios útiles siempre que estemos en gracia de Dios y no en pecado mortal, pudiendo enviarlo a saludar y ayudar a personas distantes, incluso hasta el purgatorio. Cuando vayamos a la iglesia, recordemos que, junto al sagrario, hay millones de ángeles adorando a Jesús, unámonos a ellos en adoración. Cuando estemos asistiendo a la misa, unamos nuestras voces a los ángeles al cantar el Gloria, el Santo y otras canciones religiosas, pidiéndole que nos prepare dignamente para recibir a Jesús en la comunión, en unión con María y los santos. Como decía el padre Pío a Raffaelina Cerase: Ten en cuenta que es poderoso contra Satanás y sus satélites. Su amor no ha disminuido ni jamás disminuirá para defendernos. Tomen la costumbre de pensar siempre en él. Piensen que junto a cada uno hay un espíritu celeste que desde la cuna hasta la tumba no nos dejará ni un instante y nos guía y protege como un amigo o un hermano, para consolarnos, especialmente en las horas tristes. Este buen ángel reza por nosotros y ofrece a Dios nuestras buenas obras. Cuando parezca que estamos solos y abandonados, no nos quejemos de no tener un amigo cercano. No olvidemos que este invisible compañero está siempre presente para escucharnos y consolarnos
Es conocida la historia de san Juan Bosco, a quien se le apareció por espacio de 30 años un perro, a quien llamaba Gris, y que le protegía de los peligros, cuando sus enemigos querían matarlo. Pues bien, un día el padre Pío envió a su ángel a salvar a un ingeniero que estaba en peligro de muerte y lo hizo su ángel bajo la figura de un perro. El general Tarsicio Quarti declaró el 30 de junio de 1943 lo que le contó un joven ingeniero: Había bajado en la estación de San Severo y, al no encontrar medios de comunicación, se dirigía a pie hacia San Marco in Lamis. Estando en pleno campo se le acercaron unos campesinos con aire amenazante con horcas y palas. Aquellos días estaba la gente alterada, porque habían caído varios paracaidistas ingleses y lo confundieron con uno de ellos, que había escondido su paracaídas muy cerca del lugar. Pero él se puso a rezar, viendo que se acercaban hacia él y, de pronto, apareció un perro feroz, amenazando a los campesinos que, espantados, desistieron de seguirlo. Pudo a la mañana siguiente llegar a san Giovanni Rotondo. Cuando lo vio el padre Pío, le dijo de inmediato: “La hubieras pasado mal si no te hubiese enviado a mi ángel custodio”
REFLEXIONES
El padre Pío es un verdadero santo para gloria de Dios y de la Iglesia católica, en la que florecen santos por millares. Jesús le había dicho: Te asocio a mi Pasión y le dio el don de las llagas para semejarse a él. Él decía de sí mismo: Yo quiero ser sólo un pobre fraile que ora. Oraba y sufría por todos, incluso asumiendo sus sufrimientos en propia carne, como víctima expiatoria, en sustitución mística. El padre Pierino Galeone resume la vida del padre Pío diciendo: El padre Pío convertía pecadores, sanaba enfermos incurables, predecía el futuro, estaba a la cabecera de los moribundos, como sucedió con mi madre, y lo mismo en muchos casos en hospitales, casas privadas o campos de concentración. Incluso guiaba el choche de choferes dormidos, como sucedió a un amigo mío o libraba de graves accidentes a choferes distraídos o imprudentes . Pero, hablando concretamente de su ángel, recordemos que todos tenemos un ángel del cielo que nos cuida y nos protege. Está a la derecha y puede aparecerse bajo diferentes formas. A santa Gema Galgani se le presentaba algunas veces como pajarito para llevarle las cartas al correo. A san Juan Bosco como un perro. Otras veces se presenta en figura de hombre o de mujer, niño o adulto, con alas o sin alas, pero siempre amable, amoroso y diligente, para ayudarnos en la medida en que lo invocamos. Por eso, muchos, que nunca lo invocan, se pierden muchas bendiciones que Dios quiere darnos por su intermedio. Suele recomendarse ponerle un nombre para llamarlo con más confianza. También es importante invocar a los ángeles de los familiares con quienes vivimos en nuestra casa. Además, podemos pedirle ayuda antes de viajar, invocando al ángel del chofer y de los pasajeros o de los alumnos antes de dictar una clase o del médico, cuando vamos a la consulta, o del equipo médico que nos va a operar, para que todo salga bien. El ángel nos defenderá de las asechanzas del demonio y nos hará servicios útiles siempre que estemos en gracia de Dios y no en pecado mortal, pudiendo enviarlo a saludar y ayudar a personas distantes, incluso hasta el purgatorio. Cuando vayamos a la iglesia, recordemos que, junto al sagrario, hay millones de ángeles adorando a Jesús, unámonos a ellos en adoración. Cuando estemos asistiendo a la misa, unamos nuestras voces a los ángeles al cantar el Gloria, el Santo y otras canciones religiosas, pidiéndole que nos prepare dignamente para recibir a Jesús en la comunión, en unión con María y los santos. Como decía el padre Pío a Raffaelina Cerase: Ten en cuenta que es poderoso contra Satanás y sus satélites. Su amor no ha disminuido ni jamás disminuirá para defendernos. Tomen la costumbre de pensar siempre en él. Piensen que junto a cada uno hay un espíritu celeste que desde la cuna hasta la tumba no nos dejará ni un instante y nos guía y protege como un amigo o un hermano, para consolarnos, especialmente en las horas tristes. Este buen ángel reza por nosotros y ofrece a Dios nuestras buenas obras. Cuando parezca que estamos solos y abandonados, no nos quejemos de no tener un amigo cercano. No olvidemos que este invisible compañero está siempre presente para escucharnos y consolarnos
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