sabato 14 aprile 2018

TESTIMONIOS

TESTIMONIOS:

1-Nos dice una señora; Tenia que salir para San Giovanni Rotondo, donde habia reservado la confesión  con el Padre Pío, me informé sobre los horarios del tren, cuando improvisamente mi marido se ofreció para acompañarme en coche.
Cuando llegamos a Gargano, yo renuncié a la confesión, solicitando al hermano responsable un encuentro con el Padre: esperaba que sólo con su presencia y su mirada hiciese arrepentir a mi marido de una vida libertina, llena de continuas traiciones. Lo conseguimos y nos colocamos en el pasillo por donde  pasaba el Santo.
Padre Pío llegó después de un rato, miro a mi marido que estaba a mi lado y le dijo: ¿ A  que esperas para tener juicio?, ¿ qué te lo diga tu mujer?-



2- Mi hermano Giuseppe- narra otra señora  dejo a su mujer y a sus hijos y se fue al congo, donde vivía sin ninguna ley y moral.
Una vez, cuando volvió a Italia, como se encontraba en Apulia, fue a San Giovanni Rotondo para ver al Padre Pío, ya que su padre le hablaba muchas veces de él porque lo había conocido.
Entró en la iglesia y, cuando el Santo acabó de confesar, se acercó al grupo de hombre que rodeaban al Padre. Se aproximó  lo mas posible, pero se puso a sus espaldas.
A un cierto punto Padre Pío se dio vuelta y le dijo: Vete, vete, traes contigo el olor del pecado.


3- A un tipo le gustaba una chica de San Giovanni Rotondo y de vez en cuando, con la disculpa de ver al Padre Pio, venia del pueblo y se quedaba en la ciudad mas de lo debido.
Un día el Padre, viéndolo entre los hombres que estaban en la fila cuando él atravesó el pasillo, le dijo: ¿Que haces tú en San Giovanni Rotondo?
Le hago compañía a mi hermana, que se ha casado con un chico de aquí.
Y el Santo: ¿ y que tienes que ver tú ? Tu hermana tiene que estar con su marido. Vete a hacerle compañía a tu padre que no se encuentra bien.
Cuando volvió a casa encontró a su padre enfermo, en la cama.


4- El joven Lino De Pieri, habitante de Padua, se acerca al Padre Pío para una bendición, pero el Padre lo  mira y lo intimida: Quita de la cartera el carnet de comunista y las fotos de esas mujeres sucias que conservas con tanto cuidado. ¿ No te da verguenza llevar esas llevar esas fotografías encima?.
Si , le respondió el joven nervioso.
Y visto que tienes intención de hacer limpieza, ahora, cuando, vuelvas a casa, rompe todas esas porquerías que escondes en el cajón de la mesa.


5- A veces el encuentro de este hermano con el Santo podía ser traumático, para después transformarse en momento de alegría en el que se decidía el destino del alma para la eternidad.
Un día el Padre Pío, después de confesar a las mujeres en la iglesia, se retiraba al convento en compañía de P. Tarcisio Zullo de Cervinara, que le ofrecía su brazo para aliviarle el cansancio de la subida de la escalera. Se paró en el descansillo, donde esta el cuadro que invita a sufragar las animas del Purgatorio, y se recogió en oración durante algunos instantes.
En aquel momento se le acercó el Sr Giuseppe Pezzini de Bolonia que dijo: Padre, quisiera confesarme.
Y el Santo, después de mirarlo durante algunos instantes lo examinó en lo mas profundo y respondió ¿ No te das cuenta cómo estas se sucio?
Si, Padre, ¡pero también habré hecho alguna buena acción en mi vida!
Contesto el Padre Pio: ¡Tus buenas acciones son ... como las luciérnagas que aparecen de Pascuas a Ramos y para que se vean necesitan de una noche  tenebrosa!. Vete a casa y vuelve dentro de tres mese y te confesarás. Pero después de una pausa añadió: Prepárate para sufrir.
Giuseppe, cuando los dos hermanos se alejaron tuvo una reacción de rechazo por aquella realidad que era desconocida para él, y que acababa de conocer. Como él viajaba mucho por aquella zona de la Apulia, su familia le había aconsejado que fuese a ver a aquel fraile extraordinario y santo.
Le habían dicho que, en el fondo, no le costaba nada. Y en cambio le había costado una bastonada..
Dejo San Giovanni Rotondo con el propósito de no volver nunca mas, pero cuando llego a Bolonia, empezó a atormentarlo el recuerdo de la expresión de despedida del fraile. Prepárate para sufrir. ¿Que queria decir esto? Dejó de cuestionárselo, cuando en un control médico le descubren un cáncer de garganta. Y lo invadió una profunda inquietud.
Se acuerda de que el tono de voz del Padre Pío, que le anunciaba el futuro, tenia una inflexión casi paternal. ¿ Le había invitado a volver?
Y Giuseppe vuelve  a visitar  al Santo que lo consuela y lo devuelve a la gracia de Dios con una buena y sana confesión. Este hombre parece otro: es humilde y se fía completamente de lo que dice su padre espíritual.
Cuando vuelve a casa no tiene  otra solución que operarse. Parece ser que todo  va  bien, pero pasados algunos años, los médicos le aconsejan volver al quirófano porque la enfermedad se ha agudizado. A estas alturas el Padre para él era como de la familia, no hace nada sin preguntarle. Incluso en estas círcuntancias le pide al Santo su opinión que es contraria a la del cirujano. Te quitarán sólo las cuerdas vocales. No lo permitas.
Cuando el pobre paciente le da la respuesta del Padre Pío a su médico éste le contesta: Di a tu protector que haga el fraile y no el medico, Pizzini sigue el consejo del Padre y no deja que le operen.
En los años siguientes, el enfermo constata que todos sus compañeros que tenían las misma  enfermedad y se operaron, han muerto. Con mucha serenidad dice a todos: Padre Pío, ya me ha dado algunos años mas de vida. ¿Que mas quiero?-


6- Nos dice Enzo Picciafuoco: Desde hacia tiempo quería y buscaba una dirección cristiana  para dar un cambio en mi vida. Pensaba siempre en ello y decidí hablar con el Padre en la confesión: Padre, me gustaria...
El me cortó el discurso cuando empecé a hablar y dijo: La vida cristiana se tiene que basar en el temor y en el amor. El temor por si solo nos quitara energía y acción, el amor por si solo y sin freno, nos llevaría al abuso.



7- A Mario Tentori P. Padre lo reasegura, infundiéndole serenidad.
La noche antes de salir para San Giovanni  Rotondo tuvo una fuerte y violenta tentación: pero con la ayuda de la oración y con la idea de que el día después encontraría y abraazaria de nuevo al Padre, evitó el pecado.
Cuando se acercó al confesionario para hablar con el padre Pío la primera cosa a la que queria referirse en aquel momento difícil, cuando estuvo  tan cerca de ofender a Dios; pero el Padre, apenas abrió la boca, le dijo: ¡Pero no lo has hecho!.
Y el Santo, sabiendo que este hijo espiritual era un tipo escrupuloso, le explicó que rechazar la tentación no solo no es pecado, sino mas bien ocasión de merito.


8-  A Sor Pura Pagani, en cambio el Padre la recrimina para que tenga un mayor rigor y observe las reglas de una buena  religiosa.
Dice ella; Una vez, cuando estaba en Tarquinia, advertí como una desgracia; decidí dirigirme al Padre Pío para hablarle.
Y después de ahorrar un poco de dinero, me fui con otra hermana.
Cuando llegué a San Giovanni Rotondo rogué a P Raffaele de Sant´Elias de Pianisi, a quien yo conocía, para que me facilitase un encuentro con el Padre. El buen fraile me hizo señales para que me acercarse al confesionario y en el momento en el que el Santo acabó la confesión de una penitente me empujó hacia él, pero en cuanto me vio se puso a gritar: Vete, vete.
Me quedé atónita, porque el Padre, en todos los encuentros precedentes, habia siempre muy amable conmigo. Me retiré, muerta de verguenza, y permanecí sin moverme de mi sitio, incluso despuñes de que el Padre terminase la confesiones y se dirigiese  hacia los que intentaban acercarse a él para besar la mano.
Cuando regresaba a la sacristía, pasó la balaustrada que delimita la zona del altar mayor y le dijo a una mujer que me llamara para que me acercara. Me empecé a mover para ir hacia él solo después de la tercera llamada : tenia miedo de que me gritase otra vez.
Cuando llegué a su lado, me calmo diciéndome: Tranquilízate. Te sentirás mejor, verás. Te sentirás mejor. Después para explicarme  el motivo de su severidad, añadió: Pero la próxima vez ven con el permiso de tus superiores.
El Padre había leído en mi conciencia: yo, antes de salir, no había avisado la madre provincial por miedo a que me dijese que no .
Otra vez el Padre llamó la atención a Sor Pura para que controlase su curiosidad y viviese con mayor intimidad el momento del encuentro con Jesús, el alimento del alma.
Y aún nos cuenta: En una visita a San Giovanni Rotondo tuve el privilegio de recibir la comunión durante la santa misa y como el Padre Pío estaba sin guante, intenté ver sus llagas. Oí que me decia: Piensa en lo que haces.


9- En 1951 Mario Sanci tenía un grave problema en los ojos.
Era estudiante y tenia miedo de perder la vista de un momento a otro sin acabar sus estudios. Le decían que para obtener la gracia era necesario hacer  violencia en el corazón de Jesús.
No entendió bien cual era la violencia que tenia que aplicar con el Señor: es decir, una oración constante, hecha sin pausas en la fe o en la confianza de que para él nada es imposible, pero esperando en la humildad más absoluta como un pobre necesitado.
Escribió una carta al Padre Pío, hablándole de su situación y concluyendo: Padre, yo no pretendo de Dios la gracia de la vista.
Después de un largo tiempo decidió visitar personalmente San Giovanni Rotondo, para hablar con el Padre de todo lo que le había anticipado por escrito. El día después de su llegada, cuando se encontraba en la sacristía de la iglesia, vio por primera vez al Padre Pío y cuando se le acercó, con vos suave le dijo:¿ Qué pretendes tú, qué es lo que pretendes?


10- El presbítero Pasquale Cattaneo se confesó con el Padre Pío, y lo había animado prometiéndole su ayuda. El mismo día se encontró en la condición  de poner en acto el consejo del Padre para tener confianza en su esfuerzo personal, acompañado por la gracias de Dios. Se empeñó, superando el obstáculo con una facilidad que no había experimentado antes.
Al día siguiente, muy temprano, se dirigió al convento para escuchar la misa del Padre, mas tarde, en la sacrístia, lo miró, individuándolo entre todos los demás y le sonrió.
Nosotros sabemos que el Padre Pío después de la celebración de la eucaristía se quedaba para recogerse en oración y dar gracias.
Pero esa vez, rompió los esquemas por su hijo espiritual, para confirmar la validez de su consejo y darle su apoyo.
Padre Cattaneo concluye su testimonio: El Padre con aquella mirada me ha dicho claramente ¿Has visto?.

11-Una mujer es resucitada de un coma
El 20 de julio de 1921, un Monseñor D'Indico de Florencia, a quien este autor [P. Charles Carty] se conoció en 1923 cuando estudiaba teología en el Seminario Arzobispal en Florencia, estaba solo en su estudio. Sintió la sensación de tener a alguien a su espalda. Se volvió y vio a un monje, que desapareció. Salió de su habitación para contarle a un capellán lo que sucedió. El capellán pensó que era una mera alucinación debido a su estado de ansiedad por su hermana, que estaba muy enferma. Lo invitó a dar un breve paseo por la distracción mental. Cuando regresaron, fueron a ver a su hermana a su habitación para enfermos. Su hermana, que un poco antes había estado en estado de coma, a la misma hora cuando su hermano sintió la sensación de estar en presencia del Padre  Pío, contó cómo ella había visto a un monje entrar en su habitación que se le acercó y le dijo: "No tema, mañana su fiebre desaparecerá, y después de unos días no habrá rastros de su enfermedad en su cuerpo". Pero, Padre, ella respondió, "¿entonces eres un santo?" "No, simplemente soy una criatura que sirve al Señor a través de Sus misericordias".
 "Déjame besar tu hábito, Padre".
"Besa el signo de la Pasión", y mostró sus manos paralizadas y sangrando.
"Padre, te recomiendo a mi esposo e hijo".
"Ora, ora para que seas bueno y ten la seguridad de que tu hijo estará bajo mi protección", y bendiciéndola, desapareció.
Inmediatamente mejoró y en ocho días se curó por completo.

12-P. Antonio narra que durante la guerra en África, un soldado italiano estaba de pie detrás de una gran roca, mientras se desarrollaba una feroz batalla. De repente, un monje se paró a su lado y lo jaló suavemente por la manga, diciendo que debería salir de la forma detrás de la roca. El soldado no quería dejar lo que él pensó que era un lugar seguro. El monje tiró por segunda vez, y fue más enfático. él no se movió. Entonces el monje lo sacó por la fuerza. Inmediatamente después, explotó todo el lugar donde el soldado había estado parado. El monje desapareció. Algunos días después, mientras relataba esto a un compañero soldado, el compañero le mostró una imagen del Padre  Pío  que siempre llevaba consigo. El soldado cuya vida se había salvado exclamó:"¡Vaya, ese es definitivamente el monje que me salvó la vida!" 
Antes de esto, nunca había visto al Padre  Pío  ni había oído hablar de él antes.


13-"¡Mira cuánta gloria le está siendo dada a Dios!"
El padre Antonio Durante de Monterosso, un fraile capuchino también tuvo la oportunidad de observar cómo el Padre Pío leyó sus pensamientos en una ocasión.

Un día, mientras caminaba con el Padre frente al convento, notó que el Padre era objeto de mucho afecto y devoción por parte del pueblo. Al ver esto, el p. Durante se dijo a sí mismo: "¿Cómo puede este hombre resistir la tentación de la vanidad y sentirse satisfecho consigo mismo?

Acababa de decirse esto cuando el Santo se volvió hacia él, le sonrió y le dijo en voz baja: "¡Mira cuánta gloria le está siendo dada a Dios!".
(Testimonio del P. Antonio Durante, nacido el 7 de agosto de 1912 y fallecido el 11 de junio de 1970. Testimonio es dado en Génova por el P. Riccardo Geminiani, fraile capuchino, 20 de abril de 1995).


14-"Entonces, la vida espiritual parece escalar el vidrio, ¿eh?"
El padre Pasquale Cattaneo también nos da un testimonio que muestra la capacidad del Padre Pío para leer corazones. El Padre Cattaneo había recibido permiso de sus superiores para visitar San Giovanni y confesarse con el Padre Pío. Durante su viaje en autobús, se preparó con un buen examen de su conciencia para estar listo para hacer una confesión sincera de sus pecados. Con la ayuda del Espíritu Santo, examinó cada rincón de su alma e hizo nuevas promesas de enmienda. Sin embargo, como el autobús que iba al Gargano estaba en la última parte del viaje y la ciudad apareció a la vista, terminó su examen perplejo pensando: "La vida espiritual a veces parece como intentar escalar vidrio".

Cuando llegó al convento, entró en la sacristía y le dijo al fraile que había ayudado con las confesiones que había venido a confesarse con el Padre Pío y luego esperó pacientemente su turno. Cuando llegó el momento entró en el confesionario, saludó al Padre Pío e hizo su confesión. Después de confesar sus fallas, el Padre Pio le dio la absolución. Luego se levantó, sintiéndose feliz de haber hecho una confesión sincera, cuando se volvió por última vez y miró al Padre: el Padre le sonrió y con una mirada divertida, dijo:"Entonces, la vida espiritual parece subir vaso, eh? "

El padre Pasquale estaba estupefacto y no parecía poder decir una palabra, pero desde ese momento estaba absolutamente convencido de que el Padre Pío había sido iluminado por el Espíritu Santo para guiar a las almas.
Por lo tanto, es una verdad muy poco común que P. Pio pudiera percibir a veces lo que pensaban sus hijos espirituales, incluso sin que ellos le dieran explicaciones.
(Testimonio del P. Pasquale Cattaneo, Fiera di Primiero, Italia, 31 de julio de 1988)


15-Una notable bendición
Una mujer llamada Alma De Concini se había puesto completamente en las manos del Padre para ser guiada a Dios; aquí está su testimonio:
"El padre Pío estaba confesando a las mujeres y yo estaba en la iglesia a tres o cuatro metros de él. Ese día definitivamente no habría tenido la oportunidad de hablar con él, así que le hablé interiormente, diciendo: " Padre, envíame una bendición. Realmente necesito uno ".

Acababa de expresar mi deseo cuando vi al Santo moverse de la reja de la ventana del confesionario que ocultaba su rostro; me miró directamente y luego hizo la señal de la cruz. Luego se volvió e inclinó la cabeza una vez más para continuar confesando ".
(Testimonio de Alma De Concini, Terzolas, Italia, 23 de julio de 1995)


16-"Ve adelante y bésala, antes de darte un pequeño golpe".
Otra mujer llamada Teresa Venezia da su declaración:
"Después de la confesión, esperé en el corredor del claustro para poder besarle la mano cuando pasaba. (Los fieles siempre desearon besar las manos estigmatizadas de P. Pio, ya que consideraban esto un gran privilegio y bendición -editor). Cuando llegó el Padre Pío, no se detuvo cerca de ella, por lo que no pudo besar sus estigmas. Inmediatamente se sintió muy triste y profundamente lamentada por esto en su corazón. De repente, el Santo dio media vuelta, se acercó a ella, le tendió la mano y, como un padre con una sonrisa ligera, le dijo bruscamente: "Ve y bésalo antes de darte un pequeño golpe".
 (Testimonio de Teresa Venezia, Tolve, Italia, 19 de octubre de 1986)



17-"¡Cuántas veces me llamaste!"
Los testimonios también muestran que P. Pio escuchó la voz de sus hijos espirituales incluso cuando estaban lejos de él.
El padre Valentino era un fraile capuchino de San Marco en Lamis, que era un hijo espiritual del Padre Pío y era muy devoto de él. Durante la segunda guerra mundial estuvo en Emilia Romagna, mientras que la línea gótica del ejército alemán acampó en los Apeninos, dividiendo así la región en dos. Debido a esta separación, no había tenido noticias de su familia que vivió en Puglia durante mucho tiempo. Así que un día finalmente decidió intentar cruzar y dirigirse a su familia en el sur. Sin embargo, era por supuesto necesario cruzar el frente militar, y hacerlo era muy, muy arriesgado. Conocía a algunas personas que estaban luchando contra los alemanes, por lo que les pidió ayuda y consejos sobre qué hacer. Indicaron un camino a través de las montañas, pero advirtieron que era muy peligroso. Además, fue en pleno invierno y muy frío. Hubo algunos otros que también anhelaron unirse con sus seres queridos separados, así que juntos el grupo estableció una cita. Llegó el día y el p. Valentino se dijo a sí mismo: "Es ahora o nunca".

Entonces, junto con algunos otros, comenzó a caminar. Rezó a Dios por la seguridad de los grupos y en oración también buscó la intercesión y ayuda del Padre Pío. Finalmente, el grupo llegó a un lugar muy alto en las montañas, donde el camino era estrecho y estaba cubierto de nieve. En este punto, el camino descendía por una pendiente pronunciada. Cuando el padre Valentino estaba a la mitad de la pendiente, puso uno de sus pies mal y de repente comenzó a deslizarse.

"Padre Pío ayúdeme, Padre Pio ayuda" , lloró mientras se deslizaba. De repente, un arbusto rompió su caída. 



Los otros lo ayudaron a retroceder y pudo continuar su viaje y, finalmente, el grupo cruzó la línea militar de forma segura, sin ser descubierto. Cuando llegó a San Marcos en Lamis, después de descansar unas pocas horas, quiso ir a San Giovanni Rotondo para ver al Padre Pío. Tan pronto como el Padre Pio lo vio, dijo: "¡Cuántas veces me llamaste la otra noche! ... ¡cuántas veces!"

El Santo lo sostuvo cerca de su corazón y dijo: "Démonos las gracias al Señor".

(Testimonio del P. Valentino de San Marco en Lamis. San Severo, Italia, 8 de abril de 1992)





18-"Esa noche en los techos!"

El testimonio que sigue es más del lado ligero y bastante divertido, incluso para la persona en cuestión: 
El padre Nello Masini, un sacerdote de los Giuseppini de San Leonardo Murialdo, se encontró con el Padre Pío en la década de 1950 y se convirtió en uno de sus afectuosos hijos espirituales, que lo consideraban muy apreciado. A menudo bajaba a San Giovanni Rotondo para quedarse un rato con el Santo.

Él nos dice que durante un verano fue a Véneto para participar en un retiro espiritual con sus cohermanos.
Estaba bastante gordito y bien formado y cuando se fue a la cama roncaba extremadamente fuerte. Debido a esto, sus hermanos lo pusieron en una habitación aislada en el fondo de un largo pasillo, lejos de todos, para que no molestara a nadie.

Una noche, el pobre padre Nello, salió de su habitación para ir al baño y se dirigió al baño cercano, pero al cerrar la puerta con demasiada fuerza, sin querer, se abrochó el pestillo exterior.
Después de satisfacer su necesidad, quiso salir, pero se dio cuenta de que estaba atrapado dentro. Empezó a pedir ayuda, pero nadie podía oírlo.

Perdiendo toda esperanza de ser rescatado, se subió a un taburete y mirando por la ventana vio el techo que daba a las habitaciones. Decidió intentarlo de esta manera, esperando encontrar alguna ventana abierta. Se metió en el pequeño espacio disponible para él, pero sus 120 kilos no fueron de ayuda y se quedó a medio camino. Indefenso y sabiendo que no había nadie a su alrededor para ayudarlo, sus pensamientos se dirigieron al Padre Pío a quien recurrió en sus pensamientos y oraciones.  

Finalmente, después de un corto tiempo, de repente se encontró afuera en la azotea, sin darse cuenta cómo.
Sosteniéndose con cuidado sobre la pared y mirando cada paso para evitar caer en el vacío, finalmente llegó a las ventanas. El primero estaba cerrado pero el segundo, el de la sala de lectura, se abrió. Afortunadamente, finalmente pudo regresar a su habitación.

A la mañana siguiente se despertó pensando "Fue algo muy bueno que el Padre Pío me ayudara anoche".
Después de unos meses regresó una vez más a San Giovanni Rotondo para ver y saludar al Padre. Lo encontró en la galería orando.

Fue hacia él para besarle la mano. Tan pronto como lo vio, el Santo lo miró, sonrió y exclamó: "¡Don Nello, Don Nello, esa noche en los techos!"
(Testimonio dado por Carla Riceputi de Spronelli, sobrina del sacerdote. Dado en Cesena, Italia el 29 de noviembre de 2001)

19-"Si lloras, no iré más a tu casa". La curación milagrosa de Paolo Nigro.
Paolo Nigro se licenció en Humanidades en 1936 y obtuvo un segundo título en Filosofía en 1940. Se consideraba ateo y su tesis de Filosofía era una negación de la existencia de Dios. Más tarde enseñó en la escuela secundaria, al tiempo que mantuvo sus ideas. Sin embargo, su esposa era fuerte en su fe. Como era huérfana, había sido criada y educada en un convento dirigido por monjas carmelitas y se había quedado allí hasta los veintidós. Juntos hicieron su hogar en Taranto.

Cuando Paolo todavía estaba muy lleno de vigor intelectual y se sentía bastante en forma, de repente fue golpeado por una grave enfermedad. Tenía una pleuresía seca y en la primavera de 1950 lo estaba acercando a la muerte; los médicos, de hecho, finalmente habían declarado que no podían hacer nada más por él.

San Padre Pio rezando el rosario
Un sábado por la tarde, en abril a las diez de la noche, dos hombres llamaron a la puerta de su casa; se presentaron: Otello Risaliti era un suboficial en la Marina y el otro era un hombre llamado Carlo Lusardi. Como María, la esposa de Paolo, no los conocía, por supuesto no quería dejarlos entrar a la casa, porque estaba sola con sus dos hijos y su esposo, que estaba muy enfermo. En este momento, estaba gravemente enfermo y había tenido una temperatura muy alta de 105 ° F durante dos semanas. A veces él estaba delirando, y parecía estar en la puerta de la muerte.
Los dos hombres insistieron diciendo: "El Padre Pío nos ha enviado y tenemos que decir el rosario para el hombre aquí que está gravemente enfermo".

La pobre mujer nunca había oído hablar del Padre Pío y, por lo tanto, no estaba segura de qué hacer. Ella les dijo a los hombres que esperaran en la puerta y fuera y hablara con su esposo enfermo, que habiendo escuchado que los hombres hablaban de decir el rosario, dio su permiso, y finalmente los dejó entrar.

Aquí debe decirse que unos años antes, en 1946, el profesor Nigro había cambiado ligeramente su opinión como ateo. Sorprendió a todos cuando solicitó reunirse con el arzobispo de Taranto, Mons. Bernardi, a quien el profesor Nigro relató la historia de cómo había tenido una especie de visión en la que vio el perfil de Nuestra Señora. Después de esta visión comenzó a ir a Misa, a pesar de que no fue regularmente. Podemos suponer que esta fue la razón por la que permitió que dos desconocidos, que querían rezarle el rosario a la Santísima Virgen, fueran a su casa.

Santina, la hija de Paolo, que era una niña en ese momento, nos dice lo que sucedió a continuación:
"Puedo verlo como si fuera ayer. Los dos hombres, Risaliti en su uniforme blanco y Lusardi, ambos arrodillados y juntos devotamente diciendo el rosario. Sin embargo, mientras rezaban, papá estaba inquieto y le dijo a mamá: " María, envía ese fraile encapuchado a los pies de la cama " . Mamá no dijo nada, ella imaginó que esa visión se debía a su alta temperatura".

Antes de irse después de terminar el rosario, los hijos espirituales del Padre le suplicaron discretamente a María que aceptara algo de dinero: "Lo envía el Padre Pío. La próxima semana lo necesitará para pagar el viaje de su esposo de aquí a San Giovanni Rotondo. El Padre desea verlo. Y el resto es para los medicamentos ".
Acerca de este punto en particular, Santina explica: "Fue como si el Padre Pío supiera que gastamos casi todo nuestro dinero para comprar penicilina, que en ese momento era muy cara" .

El lunes siguiente, el enfermo estaba mucho mejor. Su temperatura había bajado a la normalidad y los doctores estaban asombrados. Su salud había mejorado tanto que el jueves, tres días más tarde, a las 9:00 de la mañana, Risaliti y Lusardi vinieron a recogerlo y lo llevaron en taxi a la estación de tren de Taranto, ya que ardientemente deseaba encontrarse con el Padre Pío. Por la noche llegaron a San Giovanni Rotondo y los tres hombres juntos se alojaron en una pequeña casa blanca a la derecha, subiendo por el camino que conducía al convento.

Al día siguiente, viernes, lo llevaron a la sacristía donde el padre Pío confesaba a los hombres. Al final de las confesiones, P. Pio salió de la cortina, que lo ocultó de la vista de los espectadores.

"Mi papá", dijo Santina, "de inmediato reconoció en él al fraile que el sábado anterior había visto al pie de la cama mientras se decía el rosario. Mi papá inmediatamente se acercó a él y se arrodilló llorando. El Padre lo ayudó a sostener sus muñecas y dijo en nuestro dialecto: "Si lloras, no iré más a tu casa".

Al día siguiente, papá confesó al Santo, quien lo volvió a poner en la gracia de Dios y lo aceptó como hijo espiritual. Inmediatamente se convirtió en una persona diferente. Fue a misa todos los días y recibió la Sagrada Comunión.

El Padre continuó estando cerca de él en esos primeros pasos hacia una nueva vida. Vino [espiritualmente, a través de una bilocación] para visitarlo en casa. Durante su convalecencia papá a veces me decía: "Santina, el padre Pío te está poniendo la mano en la cabeza".

Después lo había visto a menudo llorando por sus pecados pasados. Trató de compensarlo llevando a la gente a Dios y también al Padre Pío ".
(Testimonio de Santina Nigro, San Giovanni Rotondo, 10 de mayo de 2005) 



20-Deja pasar a esa mujer"  
La Sra. Rachele Ricciardi de San Giovanni Rotondo, desea confesarle al Padre. Como tenía una gran familia que cuidar, tenía que encontrar un momento en que no estuviera ocupada. Robando algunos momentos de sus muchos deberes y tareas, se dirigió al convento y se unió a la cola frente al confesionario. Fue antes de que hubiera boletos reservados. Se esperaba que las personas esperasen su turno de forma natural. Sin embargo, esa mañana había mucha gente y parecía que su turno nunca llegaría. De hecho, ella esperó tan pacientemente como pudo pero finalmente sus pensamientos corrieron hacia la preparación del almuerzo y los otros trabajos que tenía que hacer en casa. Ella decidió regresar a casa y cuando estaba a punto de irse, el Padre Pio movió la cortina confesional y dijo a las mujeres en el frente:
"Deja pasar a esa mujer". 
Y así fue como la ocupada madre tuvo la gracia de hacer su confesión esa mañana.
(Testimonio de Rache1e Ricciardi, Campitello Matese, Italia 26 de diciembre de 1998) 



21-La familia de Ellie Hunt vino de Pietrelcina, la ciudad natal del Padre Pío, y conoció al Padre Pío desde su infancia. Finalmente emigraron de Italia a Nueva York. En 1960, cuando Ellie tenía 31 años, su abuelo, Jack Crafa, se enfermó gravemente. Ellie y sus padres vivían cerca de su casa en Flushing, Nueva York y durante su grave enfermedad, la familia se quedó a su lado. Cuando Jack finalmente cayó en coma, todos sabían que su vida pronto pasaría.

Un día, mientras Ellie y sus padres estaban al lado de la cama de su abuelo, un extraño llamó a la puerta. Todos se sorprendieron al ver a un monje capuchino vestido con un hábito de color marrón oscuro, porque no había monjes capuchinos en su Parroquia o en cualquier otra parroquia en el área para el caso. También se sorprendieron al ver que llevaba sandalias sin calcetines, porque era un día particularmente frío y la nieve cubría el suelo. El monje dijo que había venido a orar por su abuelo. Ellie también estaba un poco molesta, porque pensó que el párroco debería haber venido a rezar por su abuelo, y no como un completo extraño. Sin embargo, pronto quedó impresionada por la bondad y la compasión del joven monje.

Luego fue directo a la habitación de su abuelo y bendijo a Jack Crafa. Luego le dijo a la familia que rezara el Rosario sugiriendo que se sentaran al lado de Jack, rezando el Ave María cerca de su oreja, porque parecía tener la opinión de que Jack aún podía oír. Después de que el monje dijo eso, Ellie se sorprendió al descubrir que cuando tomó la mano de su abuelo en la suya, ella sintió una respuesta de un leve apretón de su mano. 

El joven capuchino le dio los últimos sacramentos al abuelo de Ellie, luego bendijo a la familia y les dijo adiós. Mientras salía por la puerta principal, el padre de Ellie, James notó que no había ningún auto esperándolo afuera. James lo observó mientras caminaba por la calle hasta que desapareció en la oscuridad. Jack Crafa murió esa misma noche. Había estado en coma durante nueve días.

Después de que el monje desconocido se había ido, James, el padre de Ellie, se puso pálido y parecía bastante conmocionado. Lucy, la madre de Ellie, le preguntó por el motivo : "¿No sabes quién era?". James respondió: "Fue el padre Pío. Vino a darle los Últimos Ritos a tu padre y se veía exactamente como yo lo recuerdo cuando solía entregarle huevos en Pietrelcina ".

Para el abuelo de Ellie, Jack había sido uno de los hijos espirituales del Padre Pío de Pietrelcina y gracias a una gracia especial Dios El Padre Pío había venido para consolarlo y alentarlo, y para administrar los últimos Sacramentos de la Iglesia, ya que su muerte estaba a solo unas horas de distancia.


22-Lanciano declara que de repente se vio afectada por una infección en la sangre seguida de neumonía bronquial con fiebre muy alta. Ella fue reducida a tal estado que los doctores se desesperaron de haberla salvado. La carne se había vuelto amarilla debido a la infección que se había extendido por todo su cuerpo.

Un familiar la instó a dirigir sus oraciones al Padre Pío. Ella le rezó a quien nunca había visto, cuando de repente, a plena luz del día, un monje estigmatizado se le apareció y sonriéndole la bendijo sin tocarla mientras permanecía en el centro de la habitación. La mujer le preguntó si su apariencia significaba la gracia para la conversión de sus hijos, o la gracia para su curación física. Entonces Padre respondió: "El domingo por la mañana estarás curado".luego desapareció de la habitación, dejando un olor a perfume que la sirvienta también olía. Después de esta visita su carne se volvió de color normal, la fiebre cesó y en unos pocos días su salud se restableció por completo. Ella fue con su hermano a San Giovanni Rotondo para ver si el Padre Pio fue quien se le apareció. Cuando llegó al Monasterio y vio al Padre Pío en la iglesia, se volvió hacia su hermano y le dijo: "Ahí está, él es elindicado ". 

El signor Bugarini Arturo de Ancona fue impulsado por amigos a recurrir al Padre Pío para curar a su hijo. Mientras estaba parado cerca de la cama de su hijo gravemente enfermo, sintió tres golpes consecutivos en el hombro, mientras una voz decía: "Yo soy el Padre Pío, soy el Padre Pío, soy el Padre Pío".Al mismo tiempo, sintió en todo el cuerpo una ola de calor como si estuviera cerca de una llama intensa, y luego, de repente, cesó. Esta visita del Padre Pio restauró la salud del hijo. Padre e hijo visitaron el monasterio para agradecer al Padre Pío por la cura milagrosa y la conversión espiritual del padre y de toda la familia Bugarini.

El 20 de julio de 1921, un monseñor D'Indico de Florencia, a quien este autor conoció en 1923 cuando estudiaba teología en el Seminario Arzobispal de Florencia, estaba solo en su estudio. Sintió la sensación de tener a alguien a su espalda. Se volvió y vio a un monje que desapareció. Dejó su habitación para contarle a un capellán lo que sucedió. El capellán pensó que era una mera alucinación debido a su estado real de ansiedad por su hermana, que estaba muy enferma. Lo invitó a dar un breve paseo por la distracción mental. 

Cuando regresaron, llamaron a la sala de enfermos. Su hermana, que un poco antes estaba en estado de coma, a la misma hora que su hermano sintió la sensación de estar en presencia del Padre Pío, narró que había visto entrar a un monje en su habitación que se le acercó y le dijo:
"No tengas miedo, mañana tu fiebre desaparecerá y después de unos días no habrá rastros de tu enfermedad en tu cuerpo".

"Pero Padre" , respondió ella, "¿entonces eres un santo?"

"No, soy solo una criatura que sirve al Señor a través de Sus misericordias". "Déjame besar tu hábito, Padre". 
"Besa el signo de la pasión", y mostró sus manos paralizadas y sangrando. 
"Padre, te recomiendo a mi esposo e hijo". 
"Ora, ora para que seas bueno y ten la seguridad de que tu hijo estará bajo mi protección", y bendiciéndola se desvaneció. 

Inmediatamente mejoró y en ocho días se curó por completo. 



23-Su opinión sobre el reconocimiento de la bilocación
Un día, un monje que estaba hablando sobre la bilocación de San Antonio de Padua que apareció milagrosamente en Lisboa, le dijo al Padre Pío:"Quizás estos privilegiados del Señor ni siquiera saben cuándo ocurre su bilocación: 'El Padre Pío lo interrumpió rápidamente, como alguien que tiene experiencia en tales eventos respondió: "Ciertamente lo saben. No pueden saber si el cuerpo o el alma se mueven, pero son muy conscientes de lo que sucede y saben a dónde van".


24-San Pío se le aparece milagrosamente a un general
Mientras la Primera Guerra Mundial estaba en su apogeo por Europa, un día el general Cadorna, general del ejército italiano, estaba en su estudio durante la guerra y en un estudio profundo sostenía la cabeza entre las manos, pensando en todos los jóvenes que, por el amor del país, tendrían que renunciar a sus vidas, cuando de repente olió un fuerte olor a perfume de rosas que flotaba por la habitación. Levantando su venerable cabeza, se quedó estupefacto al ver a un monje de aspecto seráfico y con las manos sangrando. Pasando frente a él, el monje dijo:"Mantén la calma, no te harán nada dañino". 

Con la desaparición del monje, el general ya no olía el perfume. Le contó a un amigo franciscano acerca de la visión y cuando mencionó el perfume, el franciscano dijo: "Su Excelencia, ha visto al Padre Pío". Luego le contó al general todo sobre el Padre Pío. El general decidió visitar a San Giovanni y cuando llegó allí de incógnito, dos Capuchinos lo abordaron de inmediato, que había reconocido al general a pesar de que estaba tratando de disfrazarse con ropas civiles. Se acercaron a él y le dijeron: "Su Excelencia, el Padre Pío lo está esperando. Él nos envió a su encuentro". 


25-St Pio aparece dejando la huella de su mano estigmatizada en una sábana 
Emma Meneghello, una niña muy piadosa de 14 años, sufría de epilepsia que la hacía caer varias veces a la semana. Una tarde, mientras oraba, el Padre Pio se le apareció y colocó su mano sobre la sábana, luego sonrió y desapareció. El epiléptico curado se levantó para besar el lugar donde el Padre había puesto su mano y ella notó una cruz de sangre dejada en la sábana. Un pequeño corte cuadrado de la hoja con las manchas de sangre se conserva hoy en un marco de vidrio. "Por la intercesión del Padre Pío", escribe esta niña milagrosamente curada, "he obtenido otras gracias, especialmente para los bebés moribundos"


26-El padre Pio aparece y cura a un moribundo
La Sra. Ersilia Magurno, una mujer de gran fe, estuvo cuidando durante dos meses a su esposo, que estaba afectado por la influenza. Esta enfermedad no habría dado la alarma si no fuera porque también estaba afligido por un corazón muy débil. Noche y día ayudado por una monja, la esposa estaba observando a su esposo con todos los cuidados posibles, mientras oraba e invocaba al Padre Pío. Empeoró y los médicos le aconsejaron que se le dieran los últimos ritos debido a la alarmante falla de su corazón.

Una noche, la esposa notó en la habitación un fuerte perfume de flores. A la mañana siguiente, sin embargo, prevaleció una situación peor y el moribundo se acercaba a su final. Un telegrama suplicaba la intercesión del Padre Pío. Dos días después, el Sr. Magurno entró en estado de coma. La esposa no perdió la esperanza y envió un segundo telegrama. Finalmente, el 27 de febrero de 1947, el hombre enfermo después de un día de crisis prolongada se durmió. La monja estaba ausente y la esposa se quedó sola para observarlo, y a la medianoche notó que su sueño era más reparador que de costumbre. A las 7:30 de la mañana, al darse cuenta de que estaba despertando, corrió a su lado y dijo: "¿Cómo te sientes?" 
"Estoy curado, estoy bien. Padre Pio acaba de salir de la habitación, abre la ventana por favor y toma mi temperatura". Fue completamente normal. 
"preguntó la esposa asombrada, ansiosa por escuchar y saber. "¿Qué estás diciendo? ¿Has visto al Padre Pio? ¿Y qué te dijo?" 
"Se reunió con otro monje, examinó mi corazón y dijo: 'Esta fiebre desaparecerá, mañana estarás curado y en cuatro días podrás levantarte'. "El Padre Pío miró alrededor, examinó los medicamentos, leyó los informes médicos y permaneció en la habitación toda la noche". Para confirmar este milagro, se observó un fuerte olor a violetas en la habitación. 

Cinco meses después, el 27 de julio, la pareja se dirigió a San Giovanni y el Sr. Magurno inmediatamente reconoció al Padre Pío como el monje que lo curó. El Padre Pío lo recibió con saludos cariñosos y colocándole la mano en el hombro le dijo:"Cuánto este corazón te ha hecho sufrir". 


27-


UN MILAGRO EN SU PRESENCIA
Un día, siendo aún pequeño, acompañó a su padre, Horacio, en una peregrinación al Santuario de San Peregrino. La iglesia estaba llena de fieles de todas partes. Francisco se arrodilló para orar al frente del Santuario y observaba la angustia de una madre que se acercó al altar con un niño deforme en sus brazos e imploraba al Santo que intercediera por la sanación de su hijo.

Mientras su padre se preparaba para salir de la Iglesia, Francisco no se movía en profunda oración de intercesión por el niño. La madre de este, en un arrebato de desesperación dijo en voz alta frente a la imagen del Santo: “Cura a mi hijo, si no lo quieres curar, tómalo, yo no lo quiero” y diciendo esto, arrojó al niño en el altar. En el preciso momento en que el niño tocó el altar, éste sanó por completo. Esta experiencia del poder de la oración, afianzó grandemente la confianza de Francisco en el poder de la intercesión de los Santos.

PRIMERA BILOCACIÓN
En 1905, solo dos años después de haber entrado al Seminario, el Fraile Pío experimenta por primera vez la bilocación. Rezando acompañado de otro fraile en el coro, una noche fría de enero, alrededor de las 11:00 de la noche, se encontró a sí mismo muy lejos, en una casa muy elegante en la cual un padre de familia agonizaba en el mismo momento que su hija nacía. Nuestra Santísima Madre se le apareció al Fraile Pío diciéndole: “Encomiendo esta criatura a tus cuidados; es una piedra preciosa sin pulir. Trabaja en ella, lústrala, hazla brillar lo más posible, porque un día me quiero adornar con ella”. A lo que él contestó: “¿Cómo puede ser esto posible si soy un pobre estudiante, y todavía ni siquiera sé si tendré la fortuna de llegar a ser sacerdote? Y si no llegara a ser sacerdote, ¿cómo podría ocuparme de esta niña estando tan lejos?”. La Virgen le contestó: “No dudes. Será ella quien venga a ti, pero la conocerás de antemano en la Basílica de San Pedro”. Inmediatamente se encontró de nuevo en el coro donde había estado rezando minutos antes.
Dieciocho años más tarde esta niña se presentó en la Basílica de San Pedro, agobiada y buscando a un sacerdote con quien pudiera confesarse y recibir dirección espiritual. Ya era tarde y la Basílica iba a cerrar, miró a su alrededor y vio a un fraile entrar en el confesionario y cerrar la puerta. La joven se le acercó y comenzó a compartirle sus problemas. El sacerdote absolvió sus pecados y le dio la bendición. La joven en agradecimiento quiso besarle la mano, pero al abrir el confesionario solo encontró una silla vacía.
Un año después, la joven fue en peregrinación a San Giovanni Rotondo. Padre Pío caminaba por los pasillos de las celdas repletos de peregrinos y al ver a la joven entre ellos, la señaló diciendo: “Yo te conozco, tu naciste el día que tu padre murió”, la joven, sorprendida, esperó largo rato para poderse confesar con el Padre y aclarar sus inquietudes. Padre Pío le recibe en el confesionario con estas palabras: “Mi hija, has venido finalmente; he esperando tantos años por ti!”. La joven aún más sorprendida le manifestó que él estaba equivocado, siendo ésta la primera vez que ella visitaba San Giovanni. A lo que Padre Pío contestó: “Ya tú me conoces, viniste a mí el año pasado en la Basílica de San Pedro”.
La joven se convirtió en su hija espiritual, obedeciendo siempre a sus consejos. Se casó y formó una sólida y ejemplar familia cristiana.


Un día un conocido médico sacó de la llaga del costado del Padre Pío una venda que fue usada para taponar la sangre. Él guardó  la venda en un estuche para llevarla  al laboratorio de Roma, para analizarla. Durante el viaje, un Oficial y otras personas que estuvieron con él dijeron  sentir el perfume que generalmente el Padre Pío emanaba. Ninguna de aquellas personas sabía que el médico tenía en el bolso la venda empapada de la sangre del Padre Pío. El médico conservó aquel paño en su estudio, y el extraño perfume impregnó por largo tiempo el entorno, tanto que los pacientes que fueron de  visitas pidieron explicaciones. 



El Fraile Modestino contó: "Una vez me encontraba de vacaciones en  San Giovanni Rotondo. En la mañana  me presenté en la Sacristía para servir la Misa al Padre Pío, pero otros monjes discutieron para tener este privilegio. El Padre Pío interrumpió aquella discusión y dijo - la Misa sólo la sirve él - y me indicó. Nadie habló más, acompañé el Padre al altar de San Francisco. Yo empecé a preparar el Altar para la Santa Misa en absoluta concentración. En el momento del "Sanctus" tuve un repentino deseo de percibir aquel indescriptible perfume que ya muchas veces olí cuando besé la mano de Padre Pío. El deseo fue concedido  enseguida. Una oleada de perfume me envolvió. El perfume siempre aumentó  más. Ya no lograba  respirar. Me apoyé con la mano en la balaustrada para no caer. Estuve a punto de desmayarme y le pregunté mentalmente al Padre Pío para evitar esto frente a tanta gente. En aquel preciso instante el perfume desapareció. En  la tarde, mientras acompañé el Padre a su celda, le pedí al Padre Piadosas explicaciones sobre el fenómeno. Me contestó: “Hijo mío, no soy yo. Es  Dios  el que actúa. Lo hace sentir cuando quiere y a quien quiere. Todo ocurre como le gusta  a él." 



Yo estaba detrás de una ventana del confesionario y desde mi ventana vi al Padre Pío que confesaba del otro lado del confesionario.  Una señora contó. Mientras yo penséfiore.gif (2499 byte) dentro de mí que estaba a punto de hablar a un santo, fuì inundada por un fuerte perfume de azucenas. Eso me impresionó mucho, ya que el cuento de los perfumes nunca lo creí. Y así yo me convencí que los perfumes de Padre Pío existieron realmente.



Una señora de Bolonia de 24 años. Usted se fracturó el brazo derecho que, tres años antes, fue operado en consecuencia de un grave accidente. Después de una nueva operación y después de una larga cura, el cirujano le dijo al padre de la chica que ella ya no podía  usar el brazo. En efecto el brazo fue completamente inmovilizado en consecuencia de la remoción de una sección del omóplato. Un injerto óseo no logró sanarla. Desolados, padre e hija, parten para San Giovanni Rotondo. El Padre Pío los recibe, los bendice y declara: "¡Sobre todo ninguna desesperación! ¡Confiad  en  Dios! El brazo se curará”. Era  a finales de julio de 1930.  La enferma vuelve a Bolonia sin ninguna mejoría. ¡El Padre Pío se ha equivocado pues! Nadie piensa más en este problema y los meses transcurren. El 17 de septiembre, el día en que se celebran los estigmas de San. Francisco, de repente el apartamento en que vivía la familia es invadido por un delicioso olor de junquillos y rosas. Este fenómeno, duró un cuarto de hora y Los inquilinos estaban asombrados y buscaron en vano el origen de aquellos maravillosos perfumes. Desde aquel día la joven reanudó el empleo del brazo. Una radiografía, que ella conservó celosamente, enseñó la reparación del hueso y los cartílagos. 


Un hombre contó: "... un día, mi mujer me convenció a ir a ver al  Padre Pío. Yo no entraba en una iglesia desde hacía veinticinco años, precisamente del día de mi boda. Sentí la necesidad de confesarme, pero el Padre Pío, en cuanto yo estaba delante de él me dijo bruscamente, sin tampoco mirarme: "Vete de aquí" - "Estoy aquí para confesarme, y obtener la absolución" - le dije toscamente. "Vete he dicho", me contestó toscamente. Entonces me fuì. Yo atravesé de carrera la iglesia pequeña hasta el  hotel. Mi mujer, que me viò salir velozmente, me alcanzó en la habitación del hotel. - "¿Qué cosa ha sucedido? ¿Qué haces"? - me preguntó. "Hago la maleta y me  voy". En aquel entonces una oleada de perfume me sobresaltó. Un perfume intenso, maravilloso. Quedé pasmado, totalmente asombrado y maravillado Me calmé en un santiamén. En un instante sentí nacer en mí un gran deseo de regresar al Padre Pío. Regresé al otro día;  pero primero hice un esmerado examen de conciencia. El Padre Pío me acogió benévolamente y me dio la absolución." ¡Que grande y espléndido es este maravilloso fraile, salvó mi alma obsequiándome el fabuloso don de la conversión,  Aleluya,  Gloria a Dios!


Cuenta una señora - Mi marido tuvo un accidente de transito y fuè transportado moribundo al hospital de Tarento. Los médicos dijeron que no podían salvarlo. Cuando  fui a visitarlo, cada día rogué delante de un monumento del Padre Pío que estaba en el jardín del hospital. El "Santo" un día, para darme la señal de haber  acogido mis súplicas, me hizo sentir un maravilloso perfume de azucenas. Desde aquel momento las condiciones de mi marido mejoraron y se han encaminado hacia la completa curación.



Un señor de Toronto cuenta: - En el año 1947 mi mujer que se enfermó gravemente, fuè hospitalizada en una clínica de Roma para una delicada intervención quirúrgica. Yo partí para San Giovanni Rotondo, me confesé con el  Padre Pío y, después de haber recibido la sacramental absolución, le describí al Padre las condiciones de salud de mi mujer. Luego yo añadí: "Padre, ayúdeme a rogar" En aquel instante advertí un perfume delicioso y persistente que me sorprendieron. Volví tarde a casa, era ya la noche. Apenas abrí el portón, advertí de nuevo aquel mismo perfume que sentí junto al Padre Pío y me animé, sintiéndome bastante confiado. Mi mujer fuè operada, y aunque fue muy peligrosa, la operación. Salió perfectamente bien. A ella le conté la experiencia maravillosa experimentada, y junto agradecimos al venerado Padre Pío, entre las lágrimas de intensa y sincera conmoción.  Estamos muy agradecidos al Santo fraile de Pietrelcina.


Dos jóvenes novios polacos, domiciliados en Inglaterra, tuvieron que tomar una grave decisión. Bajo el punto de vista humano la situación pareció desgraciada. ¿Qué hacer? Alguien dijo  de preguntar un consejo al Padre Pío. ¡Se lo escribieron pero no tuvieron a ninguna respuesta! Entonces decidieron ir a San Giovanni Rotondo, para preguntarle directamente al padre una ayuda y un consejo. ¡De Inglaterra a Apulia, el trayecto es largo! Los viajeros se paran Berna en suiza para hacer una parada y se preguntaron con angustia si merecía la pena de continuar. Ellos pensaron: "Supongamos que el Padre nos reciba " Una tarde estaban hablando y estaban un poco tristes, en una habitación de hotel de baja categoría. En efecto para ahorrar dinero alquilaron un desván. Era invierno y nevó. Llenos de frío y desmoralizados, habrían querido regresar, cuando de repente se sintieron envueltos por un perfume exquisito y fuerte, tan agradable, que fueron reconfortados. La mujer se metió a inspeccionar los muebles para encontrar el frasquito de perfume que  seguramente había sido  olvidada por algún viajero despistado. ¡Pero las búsquedas fueron inútiles! Poco después el perfume desapareció y la habitación volvió a exhalar el usual olor de tufo fétido y moho. La curiosidad se les despertó, y los dos viajeros, interrogaron al propietario del hotel el cual no sabía nada del perfume. Fue la primera vez que los clientes de su hotel,  creyeron en el perfume. Pero este suceso los reanimó y les confirmó en el propósito de continuar el viaje.  Ellos  llegaron a San Giovanni Rotondo y fueron recibidos por el Padre Pío, y ellos con los brazos abiertos. El joven, que habló italiano, pidió excusa. - "Os hemos escrito  Padre, pero ya que "no nos habéis contestado"... ¿- No os he contestado; cómo? ¿Y aquella tarde en el hotel suizo, no habéis sentido nada?... Con pocas palabras solucionó sus dificultades y los dejó. Ellos estaban llenos de alegría y  gratitud,  entendieron solamente entonces "aquel extraño modo de contestar" del Padre Pío.



Un señor conoció al Padre Pío a causa de una serie de coincidencias bastante extrañas. Él cuenta: "Yo escuché  hablar por  primera vez, de esta obra de Dios, después de la guerra; sobre todo de un amigo periodista. Ya que este amigo mío conoció bien al Padre Pío, él me habló del Padre Pío con un entusiasmo que a mí pareció  excesivo. Mi primera reacción fue de indiferencia e incredulidad, especialmente cuando mi amigo me contó de ciertos fenómenos como los perfumes del Padre Pío, que muchos dijeron de percibir en lugares muy lejanos del religioso. En cierto momento, en cambio, empezaron  también a ocurrirme  estos extraños hechos. De repente  sentí un intenso perfume de violetas en lugares insólitos, dónde fue imposible que hubieran flores. El pensamiento me corrió hacia el Padre Pío, pero me rebelé, me dije a mí mismo que era víctima de sugestiones. Un día el fenómeno también me ocurrió mientras  estaba de vacaciones con mi mujer. Yo fui a la Estación Ferroviaria para enviar una carta y en aquel lugar, que no es perfumado normalmente, sentí aquel inconfundible perfume de violetas. Mientras reflexioné sobre aquel hecho, mi mujer dijo: ¿“Pero de dónde viene este perfume"? ¿ Tú también lo sientes "? Le pregunté maravillado. Entonces le conté del   Padre Pío, de las discusiones con mi amigo y de aquel perfume que desde hace tiempo me persiguió. "Si" »Si yo fuera tú, dijo mi mujer partiría enseguida para San Giovanni "Rotondo".  Al día siguiente estuvimos de viaje. Cuando llegamos delante de él, el Padre me dijo: "Ay, he aquí a nuestro héroe; mucho tiempo he esperado para hacerlo venir". Aquel mismo día tuve el privilegio de hablar con él, y desde  aquel momento mi vida  cambió.



Un señor cuenta: " Hace algunos años tuve un infarto cardíaco. Me aconsejaron someterme a una intervención quirúrgica para mejorar mi condición de vida, y decidí hospitalizarme. Era el mes de junio de 1991. Durante la operación, que fue concluida con éxito, me fueron instalados 4 by-pass. Desafortunadamente, cuando me desperté después de la anestesia, me percaté que la pierna y el brazo derecho estaban paralizados. La amargura fue grande, pero después del primer instante de desaliento, la fe volvió a sustentarme y empecé a rogar al Padre Pío. Mi confianza en el venerado Padre no fue quebrantada. Rogué haciendo una novena que mi pobre mamá, aconsejó para casos desesperados y, después de tres días, en la misma mañana en que acabé la novena, incluso sólo siendo rodeado por otros enfermos, sentí alrededor de mí un perfume intenso de muguete. Cuando éste perfume se desvaneció, sentí un hormigueo en el pie derecho y entendí enseguida que mis ruegos fueron atendidos."  Le oré con fe y fuì escuchado y atendido rápidamente, como todo el que le ruega, porque su amor es inmenso y especialmente por los enfermos.


Testimonio de una señora: - "Yo tuve una grave enfermedad en  los ojos que limitó mi campo visual y que me hizo sufrir y ver poco. Consulté a diferentes médicos y después de varios análisis me fue diagnosticada una hemorragia ocular irreversible y un probable tumor en la hipófisis. Eso me proporcionó mucha ansiedad y sufrimiento; en efecto el médico dijo que esta enfermedad no podría ser curada.  Estuve de viaje y a punto de alcanzar Benevento.  Pude llegar a Pietrelcina, dónde tuve la suerte de visitar los lugares del venerado Padre Pío. Durante la visita en una de las últimas habitaciones que hospedaron al Padre, yo tuve una fuerte conmoción y mientras rogué por mis parientes, sentí un intenso perfume de incienso. Al regresar a  Roma, en tren, medité sobre lo que me ocurrió y me amargué por no haber rogado al Padre Pío por mis ojos enfermos. Supliqué enseguida, con fe, su intervención. La ayuda del Padre Pío no se hizo esperar, mejoré progresivamente y después de poco tiempo recobré totalmente la vista. El especialista que me visitó, registró maravillado la total recuperación del campo visual que ocurrió misteriosamente." 



Un señor de Canicattì (Sicilia - Italia), cuenta: "Al principio del año 1953, mi mujer fue afectada por una grave forma de nefritis. Se encontraba en los primeros meses de embarazo; y  los médicos dijeron que su vida y la del niño estaban en peligro. Ninguna cura fuè eficaz. El 3 de mayo, yo estaba desesperado y escribí una carta al Padre Pío suplicándole  ayuda y sus ruegos. Después de un tiempo, mi mujer y yo  al mismo tiempo, pero en habitaciones diferentes, olimos un misterioso y agradable perfume de rosas. En aquel preciso instante, llamó a la puerta de la casa, el cartero y nos entregó una carta, enviada desde el convento de San Giovanni Rotondo. En la carta decía que el Padre Pío había rogado por mi mujer y por la criatura que llevaba  en su  seno. Al día siguiente mi mujer, se  hizo una prueba médica en  el laboratorio, la cual determinó que mi mujer estaba curada".



Un famoso abogado devoto del Padre Pío cuenta: "Un día en que yo estaba  en la iglesia vieja del convento y participaba en la Santa Misa, la larga y maravillosa  Misa del Padre Pío. En el momento en que el sacerdote elevó la Sagrada Hostia,  me distraje pensando, y  me quedé de pie. Fui el único, entre  toda la muchedumbre de fieles arrodillados; el único aparentemente irreverente De repente fui sacudido por un penetrante y agradable olor de violetas que me hizo volver a la realidad; y  miré  a mi alrededor, también me arrodillé; con la rodilla en tierra pero sin pensar en el extraño perfume. Como siempre, después de la función religiosa, fui a saludar al Padre que me acogió con esta sorpresa: "Hoy estuviste un algo despistado" - "Usted Padre, me ha despertado, dichosamente me ha despertado vuestro perfume"... - "¿Pero cuál perfume?,  “¿tu no quieres unas bofetadas?”



Un empleado siciliano, después de su conversión quiso confesarse con el Padre Pio, quien le tuvo la mano derecha apretada entre las suyas. El empleado cuenta que cuando llegó a Forma notó que la mano derecha tenía un perfume que no tenía la izquierda. Fue el mismo perfume que él sintió  cuando estuvo cerca de Padre Pio. El perfume no desapareció tampoco cuando él se lavó las manos. Puesto que Padre Pio le dio una penitencia de dos meses de duración, en todo aquel período un idéntico perfume le subió del pecho a la nariz y fue tan bonito que se sintió extasiado. Algunas veces el perfume desaparecía y entonces él trataba de sugestionarse para sentirlo, pero sin ningún resultado. Luego, acabada la penitencia, el perfume se desvaneció.




El Sr. Piero cuenta: "Mientras yo viajaba en el coche, yendo a una velocidad bastante alta, sentí una oleada de perfume. Me acordé que un día le pregunté al  Padre Pío el sentido de aquel fenómeno y el Santo me contestó: ´Hijo, cuando tú sientes el perfume, estate atento`. En aquel instante yo aminoré la velocidad pero no pude evitar salir fuera de la calle y accidentarme, pero yo no dufrí daños”.



Una particularidad del padre Pio percibir un mensaje enviado solo con la mente:

Nos cuenta Enzo Picciafuoco: Me habian dicho que, para pedir algo al Padre de modo eficaz, era necesario hacerlo durante la misa, con la mente . Y yo un día lo intenté. Pero al final de la misa cuando el Santo acabó con el agradecimiento, como tenia la oportunidad de hablarle, le dije: Padre, ruegue por mi hermana.
Y él: ¿No me lo habías dicho ya.


Una particularidad del padre Pio percibir un mensaje enviado solo con la mente-

Un hijo espíritual ya había entrado en esta maravillosa realidad, desde que el padre Pío empezó a guiarlo por las vías del espíritu.
 Nos confía: La primera noche que páse en San Giovanni Rotondo dormí poco por culpa de la emoción que me provocaba la confesión con el Padre. De este modo empecé a hablar con sus fotos que estaban colgadas en la pared; y la conversación la mantuve durante bastante tiempo.
Por la mañana, arrodillado a sus pies, le abrí mi alma y después de haber recibido la absolución me quedé en la sacristía para hacer penitencia.
Vi que el Santo al acabar las confesiones se quedó sentado en su sitio, me acerqué y le pregunte si aún podía conceder cinco minutos. Y él: Desde ayer por la noche me estás  atormentando, has continuado también  hoy ¿ Y aún quieres otros cinco minutos?
Se levantó y se alejo para entrar en el convento, pero en la puerta se paró y dándose la vuelta, me dijo: ¡Haz algo!
Había entendido mi alma contemplativa y me animaba a pasar a la acción ---


Una particularidad del Padre Pío de percibir un mensaje enviado con la mente-

Lucietta Pennelli testifica:
Era el 25 de mayo, el cumple del Padre. Después de la misa, mientras se retiraba a la sacristía, cuando pasó a mi lado dije para mi Señor: Consérvanoslo durante  mucho tiempo.
Después de algunos días, cuando acabó la confesión le dije muchas felicidades, Padre, visto que el 25 no he podido dárselas.
Padre Pío.¿ No me has felicitado ya?---
Una particularidad del padre Pío de percibir un mensaje enviado solo con la mente.

Una criatura, que se había puesto completamente en las manos del Padre, para ser conducida hasta Dios, afirma: El padre Pío estaba confesando a las mujeres y yo estaba en la iglesia a tres o cuatro metros de él. Durante el día no tendría ocasión de hablarle. Dije en mi mente: Padre, mándeme una bendición. La necesito.
Acababa de expresar mi deseo, cuando vi que el Santo, separándose de la rejilla del confesionario cuya ventanilla le escondía la cara, miró hacia mí e hizo la señal de la cruz. Después escondió de nuevo su cabeza para continuar con la confesión...--

Una particularidad del padre Pío de percibir un mensaje enviado  solo con la mente----

Era la segunda vez que Teresa Venezia veía al Padre; después de la confesión se dirigió al claustro para cuando él pasara poder besarle la mano. Cuando llega el Padre Pío no se para donde se encontraba ella , no extiende la mano santa para poder tocarla.
Quedo decepcionada y en su corazón se lamentó.
El Santo vuelve hacia atrás y paternalmente arisco le dice:
Y bésala, antes de que te de un cachete en la boca.

Una particularidad del padre Pío de percibir un mensaje enviado solo con la mente---

Nos dice P. Federico Carozza, nuestro hermano capuchino.
Una señora me viene a ver desesperada: el marido le había pedido la separación, enviando los documentos al juzgado mediante un abogado; y en aquellos días se daba a conocer el resultado del juicio. Tenia que hablar con el Padre Pío sin falta.
Yo le dije: Vete a la iglesia, el Padre está rezando en la tribuna. Únete a su oración y hablale en silencio desde tu corazón.
La mujer hizo lo que le había aconsejado aquel fraile.
Cuando regresó al hotel, tenia un mensaje de su marido que le rogaba que volviese a casa, donde El la esperaba para abrazarla.

Padre Pío y el funcionario del Ministerio
Estaba en la plaza frente a la iglesia y un hombre se me acercó: "Reverendo, por favor, me gustaría hablar contigo", dijo.
Nos appartammo y me hizo recordar la penosa situación en la que estaba. Su esposa, con un tumor maligno en el pecho, tenía unos días de vida.
Los médicos, y había muchos informantes, lo habían dejado de alta. Cada tratamiento suspendido, sólo algunos medicamentos para aliviar el dolor, todavía se le administró.
" la ciencia " me decía: " ya no puede nada; mi esposa me rogó que la lleve aquí, a s. Juan redondo. Yo, sin embargo, no creo ", añadió, " soy ateo: soy un 33 de la masonería; me llamo Giovanni Sugar, soy director, sección de pensiones, del Ministerio del tesoro, en Roma. Reverendo, por favor, hable de mi esposa con su padre. Para ser justos, dile que yo no creo y que soy masón ". " de acuerdo, haré y diré así ", dije, sin perder el tiempo.
Le invité a seguirme, porque el padre, que ya había terminado las confesiones de las mujeres, habría pasado por el pasillo para retirarse.
Llegamos a él, estaba cerca de la celda número 5, estábamos solos, el padre, el director y yo.
Inmediatamente me acerqué y dije: " Padre, este señor tiene a su esposa enferma de cáncer grave. Le pide que rece, pero me ha dicho que le haga saber que es ateo y masón ".
Padre pio, dulcemente respondió: " Cómo puedo hablar con Jesús si no cree que existe? Primero debe creer a Jesús y luego le hablaré de su esposa ".
El Director lo había entendido perfectamente. Despedimos al padre y, por las escaleras, a lo largo del camino, hasta que nos congiungemmo a su esposa enferma, que estaba esperando en la plaza, ocasiones a ese señor a desistir de su incredulidad, al menos para salvar a su esposa.
De hecho, se quedó pálido y pálido. " me gustaría hacer lo que me dices, pero no tengo la fuerza. Tengo algo dentro que no me deja hablar. Intentaré otro momento ".
Saludé a él y a su esposa y me fui de st. Juan redondo.
Tres meses después lo vi en la plaza, me acerqué y, tímidamente, pensé que estaba de luto, le pregunté:
" y tu esposa?". " se curó!", respondió con tanta felicidad. " entonces tú... te confesaste?". y sí! Quince días después de nuestra entrevista con el padre, volví solo. Veía morir lentamente a mi esposa y me volvía loca pensando que, volviendo a creer, la habría salvado a ella y a mí. Me decidí y vine a confesarme. Luego le dije al padre: " ahora creo, le gustaría decirle al señor algo para mi esposa que muere?". " sí ", contestó. Volví a casa, mi esposa estaba mejor. Fuimos al médico que, sorprendido, no terminaba de gritar al milagro. Y ahora estamos aquí para agradecer al padre ".
Nuestros ojos ya estaban llenos de lágrimas.
Vi a la mujer sonriente, que venía hacia nosotros. Escondiendo dentro de mí el llanto, le dije con alegría: " Felicidades, señora!". " gracias!" dijo, " gracias por lo que habéis hecho por mí ".
El Padre era tan bueno como para curar no sólo la novia del tumor, sino también el novio de la incredulidad.
(testimonios del libro: Padre Pío, mi padre de Mons. Pedro galeón



Te casarás día 8
El Sr. José de san juan redondo había fijado su fecha de boda y subió al convento para decírselo primero al padre pio. " Padre me casaré el 12 de septiembre, fiesta del Santísimo nombre de María ".-dijo el santo - " te casarás el día 8, fiesta de la natividad de la santísima virgen ". el joven se sorprendió de Lo que dijo padre pio. Cuando regresó a casa, se le conoció a la madre que le dijo: "ve que tu prima ha decidido casarse el 12 de septiembre y siendo los invitados en la mayoría los mismos, tenemos que cambiar de fecha ; nos conviene elegir el día 8". José no se opuso, padre pio se lo adelantó.


Y así fue
El Padre Alberto D ' apolito conoció al padre pio en 1917, y en 1919, como él mismo escribió, acompañó al tío materno, padre clemente, a visitarlo en un convento. Los dos antiguos compañeros de noviciado, después de haberse saludado cariñosamente, empezaron a dialogar cuando el padre pío, dirigiéndose al pequeño saverio (luego padre alberto) en algún momento le preguntó: " te quieres hacer monje?". la respuesta fue inmediata y fue un "no" SECO DEL PADRE ALBERTO. Entonces el padre pío volvió al ataque: " por qué no te quieres hacer monje?"-" porque quiero ser padre salesiano y quiero ir a Roma donde fueron algunos mis compañeros." padre pío respondió: " lo entiendo. Quieres ir a conocer roma...". luego antes de despedirse del padre clemente, dio la bendición al pequeño saverio, añadiendo: " tú serás fraile como tu tío. Te espero en este internado ". y así fue.



Don Pasquale
Don Pasquale cuenta. Un día, dejando la estación de foggia, tomó un autobús para ir a san giovanni rotondo. Mientras el autobús atravesaba los paisajes apulia, Don Pasquale pensó: " esta vida espiritual a veces parece como trepar por los cristales!". llegó al convento, entró en la sacristía y pidió confesarse con el padre pio. Llegó su turno, entró más allá de la cortina del confesionario y hizo su confesión. Después de recibir la absolución, todo contento estaba a punto de arrancar, cuando el padre pio, mirándole, entre el divertido y el gracioso le dijo: " por lo que esta vida espiritual a veces parece como trepar por los cristales?". don pasquale no dijo ni una palabra y comprendió Que el padre pio era un hombre iluminado por Dios.




La historia del flash
" Un día mi maestro abresh me dijo que tome una foto al padre pio durante la santa misa, y precisamente en el momento de la bendición. Me habría dado 5000 liras. Yo, que ganaba 500 liras al mes, le dije que empezara a hacer el dinero. Preparé el flash con la cámara y me puse de acuerdo con las mujeres piadosas (por lo que eran, las hijas espirituales del padre pío, he) y temprano en la mañana me puse en primera fila a la derecha del altar de San Francisco (en la iglesia pequeña) .
Llegó el momento de la bendición, padre pío bendijo a la asamblea levantando la mano sin los guantes, porque durante la misa no los usaba. En este momento, hice la foto a un metro y medio de su padre. Oí un grito repentino y un grito: " llama a la policía!..... quién es ese?.....". mortificado al ver al padre pío enojado, era la primera vez que lo veía tan molesto, me impaurii y caí en un estado de mortificación. Todas las mujeres piadosas se maravillaron de la reacción del fraile hacia mí, porque sabían muy bien las relaciones confidenciales entre el padre pio y yo. Entonces fui a la sacristía para besar la mano como todos los demás días (se besaba la mano, sin guantes, encima y bajo los estigmas: el padre nos dejaba a nosotros chicos) y le dije: " Padre, lo siento, no sabía Que te enfadarías tanto por una foto ". al que él respondió: " Ah! Tú eres el que hizo esa luz, "sí padre", le digo. Y Él me vio tan mortificado, eras sobre la moral, con una gran dulzura, me dijo: " haz lo que quieras sin ese mastrillo (el flash, he), porque podría también caer en tierra (el flash lo impresiona mucho, he). Le dije: " Padre, es imposible fotografiar sin ese mastrillo. Tú eres experto en milagros, de misa, en convertir almas, en confesar; pero no eres fotógrafo ". y él me dice: " tú haz lo que quieras sin ese mastrillo ". añadí: " Padre tranquilo que no Vengo más a tomar fotografías. Y Él sigue: " haz lo que quieras sin ese mastrillo (el flash, he). Así, terminar la locura nos despedimos como todos los días. El mismo día, por la tarde, abresh me llamó para hacer una sesión de fotos en una primera comunión en un convento. Le dije que no, porque por la mañana hice enojar al padre pio. " si quieres ir, ve tú, porque no quiero volver a molestar al padre pio ". la noche se me ocurrió las palabras del padre pio pensando que si las fotos sin el flash no venían, podría haberle dicho que sin ese " Mastrillo " las fotos no vinieron. Pero al día siguiente, hice las fotos sin flash, a la luz de dos velas. Fui a desarrollarlas y, con sorpresa, vi que las fotos salieron bien. En aquel entonces no había técnicas de hoy (baja sensibilidad de las películas), y así me di cuenta de que también pio......... era fotógrafo.
La foto que hizo enojar a su padre es una de las más bellas y es la que lo retrata benedicente en el altar san francisco de la iglesia convento, mientras que detrás de él se ve el altar adornado con claveles blancos. La foto se ha estado porque se recuerda con la imagen del padre pío benedicente sobre el fondo de los claveles. Yo, mientras tanto, por la locura, renuncié a las 5000 liras, mandando al diablo a mi maestro ".


(Elías stelluto, el fotógrafo del padre pio, cuenta su testimonio)



En San Juan redondo viven dos hijos espirituales del padre pio, probados (diría el mundo) de la desgracia. El querido padre habría usado otros términos: probados por el amor de Dios; porque ambos sin visión. Los dos hombres siempre están tranquilos, resignados, completamente abandonados en los brazos de la divina providencia. Nunca un gemido de sus labios para la prueba del Señor. Son modelos de bondad, de piedad y de oración. Uno se llama petruchio primo [...].
El Padre Pío conoció a petruchio desde que era niño y aún tenía la vista: lo trataba como a un hijo. A menudo lo recibía en su celda, le hablaba, le hacía unos regalo y se lo servía para el despacho de algunos abrió [...].
Una tarde, petruchio, todavía muy joven, pero ya sin vista desde hace siete años, fue al convento, acompañado por un servicio franciscano, el Sr. Miguel fino, para saludar al padre pio. Estos, a esa hora, se retenía a leer la patrística en la biblioteca contigua al coro de la pequeña iglesia, que fue destruida con la construcción de la nueva iglesia. Padre pio gustó mucho la visita de petruchio y le dirigió inmediatamente la palabra. " Bendito tú, petruchio, que no ves el barro y la podredumbre de este mundo. Tienes menos oportunidades de ofender al Señor! Dime la verdad, has deseado alguna vez recuperar la vista?". petruchio: " nunca lo pensé ". padre pío: " te gustaría tenerla de vuelta?". petruchio: " no sé qué responder ". padre pío: " No lo sabes! Quieres o no quieres la vista?". petruchio: " Padre tengo que pensar ". padre pío: " si la quieres, oremos juntos a la virgen que es tan buena y poderosa en el corazón de su hijo Jesús ". petruchio: " Padre , yo nací con la vista. A los años, el señor me la quitó. Si el señor me quitó la vista, tuvo sus razones. Ahora, por qué rezar contra la voluntad de Dios? Por qué pedir lo que antes me dio y luego me quitó?". padre pío: " quieres o no quieres la vista?". petruchio: " Padre, el señor sabe lo que hace. Quiero hacer siempre la voluntad de Dios. Si el señor me vuelve a devolver la vista y esta es una oportunidad de pecado, nos a ". padre pio, a esta respuesta decidida y sabia de petruchio, con el alma llena de alegría, lo abrazó y lo bendijo.



Padre Eusebio , capuchino (asistió durante cinco años padre pío):
" después de mis estudios en Inglaterra e Irlanda, fui destinado a san juan redondo para hacer la correspondencia en inglés: más de mil cartas a la semana. Antes de eso, con el padre pio no hay contacto, excepto un breve encuentro para una bendición. Deseando confesarme con el padre pio para no tropezar en sus rigores, recursos a un truco: fui a confesarme por otro sacerdote. Luego me apliqué a construir una santidad de fachada, esperando presentarme a él. Llegó el momento fatídico. Tembloroso, hice la acusación de mis pecados (tenía inusualmente pocos) y me puse a la espera de la sentencia, que iba a venir. De repente, una pregunta precisa: " Muchacho (chico, n.c.o.p.), pero tú has agradecido nunca al señor por ser fraile?".

Le dije: " Padre no lo pensé ". y él dijo: " piensa y dale las gracias, porque si no te hacías fraile, habrías salido un delincuente!". eso es porque yo había estado antes. Por supuesto, una vez la situación se volcó. Él quiso confesarse conmigo. En mi intento de scapparmene (era muy joven), él comenzó: " Confiteor de los omnipotentes...". tuve que detenerme. Después de la acusación de los pecados, sucedió algo que me desconcertó profundamente: el padre pio estalló en un llanto cántaros. Para consolarlo, intenté decirle que no era el caso, dada la pequeñez de su culpa. Entonces él intervino: " Hijo mío, tú también piensas que el pecado es la transgresión de una ley. No! El pecado es la traición del amor. Qué hizo el señor por mí y que yo lo hago por él?...".
(Padre Eusebio noche)









La última bilocación
La última bilocación conocida del padre pio se produjo la tarde anterior al día de su muerte. El Padre Pío fue a saludar en Génova el hermano humilde padre que estaba lesionado por una caída ocurrida el 29 de agosto de 1968. Hacia las 16.30 de septiembre de 1968, la hermana luisa se dirige como padre humilde para traerle una Taza de té. La religiosa, entrando en la habitación, siente un fuerte aroma de flores que inunda todo el ambiente y, sin saber una explicación, mira al fraile. Padre humilde con naturalidad y espontaneidad dice: "Padre pío vino a despedirse y a darme la última despedida". al día siguiente se extendió la noticia de la muerte del padre pio.


La bofetada del padre pío
La Sra. María, hija espiritual del padre pio, contaba que su hermano, una noche, mientras rezaba, fue cogido por un golpe de sueño, de repente recibió una bofetada en la mejilla derecha y tuvo la impresión de sentir que la mano que le golpeaba estaba cubierta De un medio guante. Pensó inmediatamente en el padre pío y al día siguiente le preguntó si él le había golpeado: "así se hace el sueño cuando se reza", dijo padre pío. Fue padre pio que en bilocación había despertado la atención del oración.




Mentiroso
Padre Cipriano, es un fraile capuchino que ejerce, entre otras, las sagradas funciones de exorcista. En la época del padre pio estaba intentando hacer un exorcismo sobre una chica que durante los exorcismos que se repetían sobre ella, había manifestado cuatro voces de cuatro criaturas diferentes. El Padre Cipriano pidió consejo al padre pío sobre cómo exorcizar a una mujer poseída por varios demonios pero padre pio le hizo saber al padre cipriano que no eran cuatro demonios sino del diablo que se manifestaba con cuatro voces diferentes. En el último exorcismo, el padre cipriano le dijo al diablo: " Ah, querías hacérmelo feo...!" y el diablo respondió "... que es la primera vez que escuchas que soy un mentiroso en la naturaleza?"



Un Señor dice: " mi madre, foggiana, que fue una de las primeras hijas espirituales del padre pio, nunca faltaba en sus reuniones con venerado capuchino, pidiéndole que proteja a mi padre para convertirlo. En Abril de 1945, mi padre debía ser fusilado. Ya estaba delante del pelotón de ejecución cuando vio delante de su padre pío, con los brazos levantados, para protegerlo. El Comandante del pelotón ordenó disparar, pero de las armas apuntando a mi padre, los disparos no se fueron. Los siete componentes del pelotón de ejecución y el propio comandante, asombrados, auditaron las armas: ninguna anomalía. El pelotón volvió a puso las armas. Por segunda vez, el comandante ordenó disparar. Y por segunda vez, las armas se negaron a funcionar. El hecho misterioso e inexplicable determinó la suspensión de la ejecución. En un segundo tiempo, mi padre, incluso considerando ser mutilado de guerra y condecorado, fue perdonado. Mi Padre volvió a la fe católica y recibió los sacramentos en san giovanni rotondo, donde fue a dar las gracias al padre pio. Mi madre obtuvo la gracia que siempre le había pedido al padre pio: la conversión de su cónyuge.




EL ROSARIO AZUL (Historia de Marcie) || MILAGRO POR INTERCESIÓN DEL PADRE PÍO
Lorraine era la madre de dos niñas gemelas idénticas, llamadas Marcie y Nancy, nacidas en 1985. Siempre se había sentido bendecida por haber recibido ese regalo de Dios.
Cuando solo tenía ocho años, Marcie empezó a tener convulsiones. Esto fue el comienzo de una verdadera pesadilla, ya que fueron en aumento. Marcie estaba siempre en el hospital, o enferma en casa. A pesar de la medicación que recibía, Lorraine sentía que perdía a su niña. Ningún doctor del área de Chicago podía darles la solución al problema, así que decidieron llevarla al Instituto Neurológico de Barrows, en Phoenix (Arizona), uno de los mejores hospitales, para una evaluación de su estado. Durante cinco años, un neurólogo la trató con combinaciones interminables de medicamentos y dietas especiales. Finalmente, decidió que la niña tendría que someterse a una cirugía del cerebro, en la cual se eliminaría del todo el lóbulo frontal derecho. Esto se llevaría a cabo por medio de tres operaciones.
La familia siempre había sido religiosa y, en medio de todo, se mantuvieron en fe. Rezaban el Rosario juntos, y llevaron a Marcie a muchas iglesias para orar pidiendo ayuda y curación. Antes de que ella entrara en el hospital la última vez, un amigo de Lorraine dio a la niña una medalla del Padre Pío y le dijo que rezaría al Santo para ayudarla. Cuando Lorraine era una niña, su tío le contaba historias sobre el Padre Pío, pero nunca imaginó que un día entraría en su vida. Lorraine puso la medalla en los pijamas de su hija.
Dos días antes de que Marcie entrara en su tercera operación, el 25 de enero de 1998 a la 5.30 de la mañana, Lorraine y su marido Phil la dejaron durmiendo en su cuarto de hospital, diciéndole a las enfermeras que iban abajo por una taza de café.
Cuando regresaron, veinte minutos más tarde, encontraron a Marcie despierta y, en su cama, un par de rosarios azules. Le preguntaron dónde los había conseguido, y la niña respondió: «Un hombre con un abrigo marrón largo y barba estuvo aquí y me los dio». También dijo a los padres que, «tenía guantes sin dedos, y me dijo que estaría bien».
El cuarto de Marcie estaba al lado de la sala de enfermeras, que se encontraba directamente al otro lado del ascensor. Lorraine y Phil preguntaron a las enfermeras si habían visto a alguien entrar en la habitación de su hija, y las enfermeras respondieron que nadie había estado en el piso o en su habitación desde que habían ido por café. Las únicas personas que habían utilizado el ascensor fueron ellos. También aseguraron que habían estado sentadas allí todo el tiempo. Todo el mundo estaba perplejo y nadie sabía qué pensar.
No fue necesario operarla, ya que Marcie abandonó el hospital unos días más tardes, y ha estado perfectamente sana desde entonces, sin ningún tipo de medicación, y sin ninguna señal de convulsiones o de otra enfermedad.
Cuando salieron del Instituo Neurológico de Barrowns, el 2 de febrero de 1998, la familia sintió que los Rosarios debían ser compartidos con otros pacientes. Marcie se los dio al doctor que la había operado, para que se los pasara a otros niños que estaban enfermos.
Varios meses más tarde, Lorraine mostró a su hija una foto del Padre Pío. Marcie saltó y dijo: «Mamá, este es el hombre que vino a verme en el hospital y me dio el Rosario azul».
La familia celebró muchas Misas en honor del Padre Pío, a la que a veces asistieron hasta 1000 personas, procedentes de varios países. Desde entonces, el Rosario ha ido a hogares de ancianos, hospitales, escuelas y también ha sido venerado en Misas en Connecticut, New Hampshire y Maine.
(Del libro “El Padre Pío. Hechos extraordinarios del Santo de los estigmas”, de Laureano Benítez Grande-Caballero)



Pero el padre Pio no se equivocó?!...
Estamos en Bolonia en julio de 1930., con su padre la srta. Josefina Marchetti de 24 años. Después de un grave accidente, la fractura del brazo derecho se fracturó. Había sido operada, pero después de tres años tuvo que someterse a una nueva operación, que no dio los efectos esperados, sino que dio un largo período de tratamiento doloroso. A una nueva visita del cirujano, se declaró que la chica nunca recuperaría el uso normal del brazo, porque no había conseguido un injerto óseo.
Padre e hija caen en un estado de desolación. Se consultan: qué hacer? Se les ocurre una idea. Porque conocen y confían en el padre pio, deciden ir a él y rogarle que interceder ante el señor por la curación del brazo, por lo que la ciencia se declaró impotente.
Van A ST. Juan redondo y se presentan al padre pio, quien los recibe cariñosamente, pero recomienda tener confianza en el señor y no desesperarse: la muchacha ciertamente sanará; por lo tanto los bendice y los despide.
Pasan los días y no pasa nada. Por qué? Pero el padre pio no se ha equivocado?!... no, no se ha equivocado. Sólo ha esperado tiempo para la curación de Josefina. Pero ella y papá no lo saben y vuelven a bolonia bastante desconcertante. Pero el 17 de septiembre de 1930, fiesta de los estigmas de s. Francisco de Asís, la casa del Sr. Marchetti se inunda con un olor a narcisos y rosas, y este fenómeno dura quince minutos. Es el signo de la misteriosa presencia del padre pio, que ha cumplido su promesa y ha venido a curar el brazo de Josefina, que advierte inmediatamente la curación y vuelve perfectamente a la normalidad. La radiografía realizada inmediatamente después de este fenómeno demuestra que el brazo ha vuelto perfectamente normal.Ni te confundas con saber si has permitido o no. Tu estudio y tu vigilancia se dirigen a la rectitud de la intención que debes mantener en la operación y luchar siempre con valentía y generosamente las artes malignas del mal espíritu. (Padre Pío)


Manipulación de letras
Cuando en un período de su vida padre pio estaba en Pietrelcina, por razones de salud, tenía una correspondencia con su director espiritual p. Agustín de s. Marco en lamis. Sin embargo, se le confió la guía inmediata del arcipreste, Don Salvatore Pannullo. Estos, que se han dado cuenta, por tantos signos, de tener que ver con un penitente extraordinario, había tomado medidas de precaución para evitar que la gente tuviera de. Por cierto, había acordado con el padre pio que cuando recibía las cartas del padre agostino, antes de abrirlas se las entregaba a él. Un día, padre pío recibe una carta y la lleva a don Salvatore. Esto la abre y, con su asombro, ve que no hay nada más que un papel blanco. Entonces le dice al padre pío: " tal vez el padre agostino se equivocó y, en lugar de meter el sobre la hoja escrita, accidentalmente puso una hoja en blanco ". pero el padre pio le responde: " P. Agostino no se equivocó; el papel está escrito, pero barba azul lo hizo invisible para no hacerlo leer ". entonces don Salvatore le dice: " pero entonces tú sabes lo que dice aquí?". y padre pío: " Sí, lo sé ". y dijo todo lo que el padre agostino le había escrito. Don Salvatore quedó asombrado, pero para asegurarse de la verdad, escribió al padre agostino, preguntándole si realmente había escrito todo lo que el padre pio le había dicho. Y el padre agostino lo confirmó todo, punto por punto.

Otra vez llegó una carta, la hoja estaba escrita, pero en el medio de ella había una gran mancha en forma de embudo, de modo que no podía leer lo que había escrito. Esta vez don Salvatore tomó el agua bendita, asperse la mancha y se aclaró para que se podía leer lo que había escrito.


Ni te confundas con saber si has permitido o no. Tu estudio y tu vigilancia se dirigen a la rectitud de la intención que debes mantener en la operación y luchar siempre con valentía y generosamente las artes malignas del mal espíritu. (Padre Pío)

¿Somos capaces de un solo deseo santo sin la gracia? No, ciertamente. Nos lo enseña la fe.

Testimonios y milagros

Después de la muerte de la abuela, mi madre enfermó de artritis deformante con glándulas tuberculosas y fiebres intestinales. A pesar de los cuidados, mamá se puso peor, ya no tenía comida. En el hospital donde fue ingresada tuvieron que apoyarlas las sábanas con un aparato especial porque no podía soportar su peso. Se quedó en este estado durante dos meses sin sentir ninguna mejoría significativa, y luego fue dada de alta, porque ya no había esperanza.

En mí nació aún más fuerte el deseo de ir al padre pio, pero mis condiciones económicas no me lo permitían, además era el único de la familia que podía ayudar a mi madre, siendo mi hermana trabajando en piamonte y mi padre enfermo.

En ese momento salió el periódico en el que se describía el milagro que la Sra. Lucía bellodi de Concordia (mo) había recibido del padre pio; esto aumentó en mí el entusiasmo y la determinación de visitar a su padre.

Con la ayuda de la providencia tuve el viaje pagado, tomé algunas provisiones y dos mantas para dormir al aire libre, ya que me faltaba el dinero para el alojamiento. Me acompañó un amigo para ayudarme en caso de que tuviera un ataque cardíaco, porque sufría de corazón.

Al llegar a foggia, ya en el autobús para san giovanni rotondo, ese pensamiento junto con una ola de perfume me envolvía tan fuerte como para quitar la respiración. Esto me sucedió tres o cuatro veces, pero la última fue tan poderosa que dejé de lado todo temor y mi alma se despejado.

Cuando llegué tuve la suerte de presenciar la santa misa de padre pio. Durante la consagración pedí la gracia de mi madre: " Señor, a través de padre pio, déjame a mi madre! Me condena a mí en la cama para siempre ".

Después de la misa, me dirigí a gerardo para poder hablar con su padre. En un primer momento dijo que era imposible y que había que reservar, luego me invitó a subir al convento. A lo largo de las escaleras parecía ver al padre pio, pero cada vez que intentaba llamarlo, ya no lo veía. Por fin, después de haber hecho los escalones a cuatro por vez sin sentir daño en el corazón, lo vi en el pasillo con los hombros de vuelta. Le acerqué.

Quería pedirle perdón de nuevo a mi madre, pero el recuerdo de lo que leí en su biografía sobre la mujer que había pedido dos veces la misma gracia me retuvo. Pedí la bendición para mí y el padre me invitó a esperar a mi amigo. Respondió afirmativamente a otras cosas que le pregunté. Fue tan grande mi alegría que lo abrazo apretado gritando que ya había recibido suficiente y que podía volver a casa. Cuando luego los brazos, no lo vi más, como si se hubiera desvanecido en el aire. Y no creo que esto fuera una alucinación, porque le entregué cartas y dinero de personas que me habían puesto en el cargo.

Al mediodía, tomé el autobús de regreso; mi primera visita a san giovanni rotondo se ha consumido en el espacio de siete horas.

A la vuelta encontré a mamá peor; ni siquiera podía tomar sus medicinas, no podía soportar la luz, era esquelética, tenía el color amarillo y el olor de la gente cercana a morir. En ese momento, se hizo más fuerte en mí la duda de que mamá tenía un tumor. Pero todo el mundo seguía diciéndome que era mi obsesión [...].

Quince días después de la vuelta de san juan redondo, y precisamente en julio de 1952, en la noche entre los sábados y los domingos, mientras mi hermano y yo dormíamos con ella en la habitación, mamá sintió una gran conmoción y creyó que estaba cerca de su Última hora. No quiso llamarnos para no sentirnos llorar y le dijo a Dios que estaba lista. Inmediatamente sintió un agudo aroma de violetas. Sin esfuerzo se sentó en la cama y se probó la fiebre señalando que ésta había desaparecido.

La mañana siguiente la encontré sentada más de dos meses en la cama. Me contó, viendo mi sorpresa, lo que pasó durante la noche, luego me pidió que comiera polenta y salami. Antes de que le diéramos la ocasión de pedir consejo al médico que fue de la opinión de satisfacer ese deseo. Al día siguiente, mamá se levantó con gran asombro de todos, se hizo la polenta y se la comió con salami, digiriendo todo con facilidad. Algunas vecinas llegaron, trayendo más polenta para que la comieran delante de ellos.

Unos días más tarde conocí al doctor que me preguntó sobre mamá. Le dije que comía regularmente y que estaba muy bien. El médico no me creyó y dijo que quería estar presente. Y de hecho vino, se quedó hasta que estaba seguro de que mamá digiere sin esfuerzo y manifestó su deseo de hacerle análisis. En el hospital, que ya no había señales de enfermedades anteriores.

Los médicos, aún no convencidos, le hicieron hacer nuevas radiografías en el dispensario de Barcelona y con gran asombro, el médico que ya la había visitado, decidida que el tumor que había diagnosticado y que me habían mantenido en la oscuridad, ya no existía . Otras planchas fueron hechas en mantua, y el resultado fue negativo. La Curación Milagrosa de mamá no admite dudas.
(sacado del libro " más allá del gargano. Diario con el padre pío de Bruno,, PP. 16-19).




Muchos de los hijos espirituales que, sobre todo cuando era evidente la proximidad de su muerte, le preguntaron: " Padre, ahora que te vas, como vamos a hacer sin decir?". y padre Pío, con la costumbre de hacer, broma En el mismo tiempo, " pedazo de tonto, estaré aquí entre ustedes, más que antes. Ven a mi tumba. Antes, para hablar conmigo, me tenías que esperar. Ahora, ahí, yo te espero. Venid a mi tumba y recibiréis más que antes!".
(recopilación de testimonios sobre la vida de san pío)