EL GLOBO DE LA ESPERANZA-
La historia que voy a relatar tiene comp protagonistas a mi hijos a Jorge Alebrto Giustina y, por supuesto, al Padre Pio.
Me remontare a marzo del 2003, cuando empezo a fincionar el Grupo de Oracion del Padre Pio en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, en Cordoba (Argentina).
El 23 de septiembre, con motivo del 35 aniversario de la muerte del santo, lanzamos al aire un globo con una pancarta bien grande del Padre Pio y la siguiente leyenda: Señor, haz que los grupos de Oracion se conviertan en faros de luz y amor en el mundo.
Exortamos a los presentes a que orasen en silencio y pidiesen lo que deseasen. Todos coincidieron en pedir que la pancarta llegase a los lugares donde mas se necesitase la intercesión del Padre Pio-
EL enorme cartel, adherido al globo, recorrio 400 kilometros hasta llegar a Colonia Alpina provincia de Santiago del estero, el 30 de septiembre de 2003.
El globo con el cartel acabó posándose sobre un monton de alfalfa,
junto a cual pastaban varios animales. La providencia quiso que mi hijo Jorge la encontrase, trayendola luego a casa. Al mostrarmela, me dijo muy convencido: Yo soy el elegido. Reconozco que sus palabras me sonaron entonces a broma superticiosa.
Al dorso de la imagen se indicaba a quien hallase la pancarta, que contactase enseguida con la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús. Eso mismo hice yo: marcar el numero anotado. Al otro lado del telefono me atendio la secretaria de la parroquia, sugiriendome que avisase a la coordinadora del Grupo de Oracion. En contacto con esta ultima, quedo en enviarme varias estampas del Padre Pio para que le rezásemos.
Debo declarar que ni yo, ni mi hijo, habiamos oido hablar hasta entonces del Padre Pio. Movida por la curiosidad, empece a investigar su vida aquella misma tarde.
Las campanas llegaron el 16 de octubre. Reparti algunas entre varios conocidos y guarde el resto para los familiares, reservando una para mi, la cual introduje en la cartera para tenerla siempre a mano.
Telefoneé luego a la coordinadora del Grupo de Oracion para agradecerle el envio. La conversacion fue mas largue esta vez. Ella se intereso por el estado de la imagen del Padre Pio, pues durante el trayecto se habia desatado una fuerte tormenta de viento y tierra. La tranquilice, asegurandose que habia llegado intacta. Como prueba, le envié una fotografia de la pancarta.
Al dia siguiente, 17 de octubre, mi hijo sufrio un horrible accidente: la camioneta que conducia salio despedida de la carretera dando varias vueltas de campana. El aparatoso percance tuvo lugar muy cerca del pueblo, razon por la cual Jorge fue socorrido enseguida, siendo trasladado a una clinica de Ceres. curiosamente, mi esposo y yo nos hallábamos entonces en esa misma localidad cuando llego la ambulancia.
Mientra el doctor examinaba a nuestro hijo, extraje la estampa de mi cartera y empece a rezar al Padre Pio con una devoción que hasta a mi misma me sobrecogió. Las primeras radiografias confirmaron que Jorge se habia fracturado varias vértebras y presentaba numerosas contusione por todo el cuerpo. El pobre se quejaba tambiende un fuerte dolor abdominal.
Como la clinica rural carecia de medios, el medico nos recomendo que trasladasemos a nuestros hijo a un hospital de Cordoba. Llegar hasta alli nos costo cinco horas interminables. Nada mas entrar en Urgencias, le hiceron varias tomografia con contraste, las cuales evidenciaron que dos de sus vertebras se habian hechos añicos, como el cristal.
El doctor no pudo ser mas grafico: Estallaron dos de sus vertebras; solo podemos esperar, comento. Creo que debio haber dicho. Solo podemos rezar. Eso mismo me pidio luego el neurocirujano.
Señora, rece; usted rece. Su hijo es un afortunado. Pese a los golpes recibidos en la cabeza, no he visto un solo coágulo de sangre en el cerebro, tampoco los derrames en sus ojos han afectado a su vision; conserva los reflejos y su medula esta intacta. Es un verdadero milagro.
Aun asi, era pronto para cantar victoria. Debemos aguardar a la deliberacion de la Junta Medica, añadio, prudente, el doctor.
Mi hijo estaba vivo, desde luego; pero la perdida de las vertebras afectaria sin duda el resto de su columna. Dicidi telefonear a la coordinadora del Grupo de Oración para pedirle que rezasen todos juntos por su curación.
Jorge permanecio cinco dias enteros sobre una tabla, sin poder moverse, mientras la morfina paliaba a duras penas sus dolores. Esperábamos con ansiedad la llegada de una prótesis para operarle.
Al dia siguiente del accidente, Jorge me dijo, persuadido: Mamá, ha sido el Padre Pio quien me ha salvado la vida.
Oracion, desde luego, no falto. Jorge hace hoy una vida normal, pese a tener dos planchas, varios tornillos y alambres repartidos por la columna vertebral.
La inesperada llegada del Padre Pio cambio nuestra vidas. Creo que el Señor nos brinda instrumentos tan valiosos como el para evangelizar; tan solo debemos estar atentos para abrir nuestros corazones a Dios cada dia.
Miriam Mabel Pastorizo
Clonia Alpina(Argentina)
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