Ema Meneghetto, piadosa jovencita de catorce años, era epiléptica y sufría crisis varias veces por semana. Un día que oraba con fervor, se le apareció el Padre Pío, poso su mano sobre la colcha de la cama, le sonrío y desapareció. La epiléptica se sintió curada, se levanto para besar el lugar donde posara su mano el Padre Pío, y vio impresa una pequeña cruz de sangre. Corto el trocito de genero y lo coloco bajo un fanal de vidrio. La"miraculee"escribe que desde entonces ella ha obtenido numerosas gracia, especialmente la curación de bebitos a punto de morir.
La Señora Ercilia Magurno, mujer de mucha fe, había velado durante mese junto al lecho de su marido, sumamente grave de angina de pecho. Cierta noche invadió la habitación un penetrante perfume a flores, pero el enfermo seguía empeorando por momentos. Con dos días de intervalo, la señora envío dos telegramas al Padre Pío para implorar su intersección, pues su marido estaba ya en coma. El 27 de febrero, el enfermo pareció dormirse con sueño profundo y sereno. A la mañana siguiente, al despertar, dijo a su mujer: - Estoy curado. Me siento perfectamente. El Padre Pío acaba de dejarme. Por favor, abre los postigos y tómame la temperatura. No tenia ya ni rastros de fiebre. - El Padre Pío vino acompañado por otro fraile - explico el hombre - ; me examino el corazón y me dijo:"Mañana se le habrá ido la fiebre y dentro de cuatro días podrá levantarse". Luego miro los remedios que le daban, leyó las recetas y se quedo largo rato junto a mi. Como para confirmar este milagro, una fuerte fragancia de violetas flotaba todavía en la habitación. Cinco meses después, ambos esposos se dirigían a San Giovanni, y el exenfermo reconocía a su salvador. El Padre Pío se le acerco, le puso la mano en el hombro con tono amistoso le dijo:"Como le ha echo sufrir ese corazón!"
No debemos creer que el Padre Pío aparece siempre a la cabecera de un enfermo en forma inesperada. Un día, una niñita indico la hora aproximada de su llegada. En su sencillez, los padres fueron a la estación a esperarlo; cuando volvieron a su casa decepcionados, encontraron a su hijita dormida. - El Padre Pío no vino - le aviso la madre tristemente, cuando aquella despertó. - Claro que vino - fue la respuesta - Hace un instante que lo vi. * Se cuenta que una joven invalida, curada providencialmente, quiso experimental el don milagroso de Padre Pío y volvió a visitarle simulando su enfermedad pasada. - Vuelve a tu casa - le dijo el sacerdote dándole un golpecito en la espalda - vete sin perder tiempo, pues ya sabes que esta perfectamente sana y no se debe tentar a la divina misericordia.
Un matrimonio genovés estaba desolado de no tener hijos. - Pronto me traerán el primero para que yo lo bautice - les prometio el Padre. Al año siguiente, la feliz pareja volvía a San Giovanni con un lindo varoncito. Pero no había pila bautismal en el monasterio y no le fui posible acercarse al Padre, tan grande era la multitud; la madre tuvo que quedarse en la casa parroquial, mientras el padre hacia valer sus derechos, diciendo que el capuchino lo había invitado especialmente, que de lo contrario no hubiese vuelto a insistir. Habiendo agotado todos los recursos, volvió junto a su mujer para enterarse de que el Padre Pío había venido y bautizado a su hijito.
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