martedì 29 agosto 2017

CONVERSIONES DEL PADRE PIO

CONVERSION DEL SEÑOR FEDERICO ABRESCH Escribe Federico Abresch:"Cuando en noviembre de 1928 fui a ver al Padre Pío, me había convertido del luterismo al catolicismo, y eso puramente por motivos sociales. No poseía la fe - ahora me doy cuenta claramente -. Educado en una familia anticatólica, imbuido de prejuicio contra todo dogma, que una instrucción religiosa mas que sucinta no había podido desarraigar, sin embargo me sentí atraído por lo oculto y lo misterioso. Me lance, pues, en el espiritismo, la magia, y finalmente en la teosofía, que bien pronto no tuvo mas secretos para mi". Ýo no se por que ,sin duda para darle el gusto a mi mujer, seguía de vez en cuando a los sacramentos. Tal era mi estado de espíritu cundo oí hablar por primera vez de ese Padre capuchino que vivía la crucifixión y obtenía continuamente milagros. La curiosidad me llevo a ver con mis propios ojos lo que ocurría en San Giovanni". "Mi primer encuentro con el Padre Pío me dejo indiferente. Me hizo unas cuantas observaciones, cuando esperaba de el un cálido recibimiento, aunque mas no fuere para recompensarme por el largo viaje que había emprendido para verle. A pesar de esto, fui a arrodillarme en el tribunal de la Penitencia". "Lo que allí ocurrió tiene el sello de lo divino.‘Usted tiene que hacer una confesión general - me dijo el Padre Pío después de un breve interrogatorio -; haga un examen de conciencia, y trate de recordar‘de cuando data su ultima confesión sincera’. Dichas estas palabras, me dejo y entro en la iglesia". "Mi cabeza ardía, me era imposible concentrarme, retumbaban en mis oídos las ultimas palabras del Capuchino". "Puse en orden mis ideas, le diría que había sido protestante, que había sido rebautizado‘sub-conditione’, etc. Cuando el Padre Pío volvió a su asiento en el confesionario, repitió:‘Veamos,- de cuando data su ultima buena confesión?’- ‘Padre, debe ser’. Me interrumpió:‘Si, usted hizo una buena confesión entonces, al volver de su viaje de bodas. Sigamos adelante’, No me dejo tiempo para extaciarme ante tal prodigiosa clarividencia; ante los ojos de mi conciencia fue reconstruyendo todo mi pasado, enumero todas mis faltas con precisión, hasta el numero de veces que había faltado a misa desde que me había echo católico. Luego termino con una voz cuyo acento no olvidare jamas: ‘Usted canturreo un himno a Satanás mientras el Cordero de Dios se ofrecía al cuchillo por su causa!". "No diré mas, sino que antes que perder la fe, perdería la vida".

 CONVERSION DEL ESCRITOR G. FELICE CHECCACCI El Prof. Checcacci, de Génova, es muy conocido. Ha vivido en oriente casi cuarenta años, y se ha dedicado al estudio de las religiones comparadas. A su vuelta a Italia, hace algunos años, después de haber leído algunos libros sobre el Padre Pío, sintió deseos de conocerlo y volvió rebosante de entusiasmo. Su edad (tenia entonces setenta años), su cultura, lo extenso de sus conocimientos en el campo especulativo y artístico, garantizan lo objetivo de su juicio. Veamos lo escrito por el: "Atormentado, obsesionado, había llegado a considerar el cristianismo como una derivación del brahmanismo y del budismo. El libro de Del Fante ‘De la duda a la fe’ cayo en mis manos. Lo leí de un tirón, luego lo releí y lo medite; me impresiono hondamente, tan hondamente que una noche soñé con el Padre Pío que me dijo:"Venga a visitarme". "No le di importancia a ese sueño, pero tres meses después tuve otro, mas preciso todavía:‘Lo espere, y usted no vino’". "Tampoco hubiera dado importancia a esos fantasmas, si no fuera que poco después, durante una noche de insomnio, yo vi, si,‘vi’ al Padre Pío entrar en mi cuarto, acercarse a mi y decirme:‘Si usted no puede venir a verme, escríbame". "Mi emoción fue indescriptible; todavía tengo carne de gallina al recordarlo. Salte de la cama, pero la visión había desaparecido". "A la mañana siguiente, escribí al Padre Pío pidiéndole la paz del alma. Dos días después, al atardecer, mi voz interior articulo con claridad:‘Vaya a rezar a la iglesia’ ." "Hacia mas de treinta años que no ponía los pies en la iglesia, tengo que confesarlo. Obedecí, y mientras estaba rezando, la voz interior murmuro:‘La fe no se discute; o uno acepta a ojos cerrados, reconociendo su incapacidad de comprender sus misterios, o uno lo rechaza. No hay termino medio Elija usted’." "Desde ese día hice mi elección. Debo al Padre Pío haber vuelto a la fe de mis padres, el haber comprendido el esplendor de la claridad cristiana; y tambien el egoísmo, la indiferencia ante el sufrimiento de los hombres, de que están impregnada de religiones asiáticas, fundadas en el fatalismo y en la creencia en la reencarnación".

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