TRANSVERBERACIÓN Y LLAGAS
Ya el 23 de enero de 1912 tuvo una transverberación como él lo cuenta en carta del 26 de agosto de 1912 al padre Agustín: El viernes pasado (23 de agostode 1912) estaba en la iglesia dando gracias después de la misa, cuando inesperadamente, de golpe, sentí que me herían el corazón con un dardo de fuego tan vivo y ardiente que creía morirme. Me faltan palabras adecuadas para hacer comprender la intensidad de esta llama, me es del todo imposible expresar esto. ¿Me lo podría creer? El alma, víctima de este consuelo, quedó muda. Me parecía como si una fuerza invisible me sumergiese todo en fuego. ¡Dios mío! ¡Qué fuego! ¡Qué dulzura! He sentido muchas veces estos transportes de amor y, durante ellos, he permanecido como fuera de este mundo, pero en otras ocasiones este fuego ha sido menos intenso. Esta vez, por el contrario, ha sido tan vehemente y tan fuerte que un instante más y mi alma se hubiera separado del cuerpo. ¡Qué cosa tan hermosa es ser víctima de amor! Pero, al presente, Jesús ha retirado su dardo de fuego, pero la herida es mortal. Este fenómeno se repite el 5 de agosto de 1918, como preludio de la estigmatización. Él lo refiere así: Estaba confesando a nuestros muchachos en la tarde del día 5 cuando, de repente, me sentí dominado por un gran terror a la vista de un personaje celeste que se me presentaba ante la vista de la inteligencia. Tenía en su mano una especie de arnés, instrumento semejante a una larga lámina de hierro con una punta muy afilada y de la punta parecía salir fuego. Ver todo esto y observar como dicho personaje lanzaba dicha lámina de hierro sobre mi alma fue todo uno. Lancé un gemido y me sentí morir. Dije al niño que se retirase, porque me sentía mal y no podía seguir confesando. Este martirio duró sin interrupción hasta la mañana del día 7. Sentía que me arrancaban las vísceras y que todo quedaba sometido a fuego y hierro. Desde aquel día hasta ahora me siento herido de muerte. Siento en lo profundo de mi alma una herida que está siempre abierta y que me hace padecer espasmos59 . Y sigue diciendo: La herida, que está abierta, sangra y sangra siempre. Eso sólo bastaría para producirme mil y mil veces la muerte. Oh, Dios mío, ¿por qué no muero?60 . El padre Paolino, atestiguó: La herida del costado tiene forma de X, de lo que se deduce que son como dos heridas. Otra cosa que me impresionó es que la llaga tiene las apariencias de una fuerte quemadura, que no es superficial, pues llega hasta el costado61 . Sobre la estigmatización hay que decir que, desde 1910, ya sentía los dolores de las llagas, pero invisibles. Se hicieron visibles el 20 de setiembre de 1918. Al padre Benito le escribía el 22 de octubre de 1918: Era la mañana de día 20 del pasado mes de setiembre. Estaba en el coro después de la celebración de la misa, cuando me vi sorprendido por un estado de sosiego semejante a un dulce sueño… Mis sentidos internos y externos estaban en una quietud indescriptible. Se apoderó de mí una gran paz… Y, mientras ocurría esto, me vi ante un misterioso personaje, semejante a aquel que vi en la tarde del 5 de agosto. Sólo se diferenciaba en que éste tenía los pies y las manos y el costado manando sangre abundante. Su vista me llenó de terror. Nunca sabré explicarme lo que sentí en aquellos momentos. Me sentí morir y habría muerto ciertamente, si el Señor no hubiese venido a sostenerme el corazón, que parecía que se iba a salir del pecho. La presencia del personaje desapareció y, entonces, me percaté de que mis manos, pies y costado estaban traspasados y arrojaban sangre a borbotones. La herida del corazón es la que despide de continuo sangre, en especial el jueves por la tarde hasta el sábado por la mañana... Padre mío, temo morir desangrado si el Señor no oye mis gemidos… ¿Me concederá Jesús esta gracia? ¿No quitará al menos de mí esta confusión que experimento por causa de estas señales externas?62 . Al padre José Orlando le explicó lo ocurrido el 20 de setiembre: Me encontraba en el coro, dando gracias después de la misa, y sentí que poco a poco era llevado a una suavidad siempre creciente, que me hacía gozar mientras oraba; cuanto más oraba, mayor era el gozo. En un determinado momento me hirió la vista una gran luz. No me dijo nada y desapareció. Cuando me di cuenta, me encontré en el suelo, llagado. Las manos, los pies y el costado sangraban y me causaban un dolor tal que no tenía fuerzas para levantarme. A rastras me trasladé del coro del convento y me metí a la cama y recé para volver a ver a Jesús, pero después entré dentro de mí mismo, miré mis llagas y lloré, derritiéndome en himnos de acción de gracias y de petición . Las llagas del padre Pío eran circulares, como de una moneda de dos centímetros de diámetro en las manos y en los pies, en el centro de las manos y los pies. La herida del costado en forma de x, tenía un lado de 7 centímetros de largo y otro de 4 centímetros. El padre Rafael, que fue su Superior, cuenta lo que le escuchó confidencialmente: Estaba en el coro, dando gracias después de la misa, y allí en un momento de sopor y de profunda contemplación sobre Cristo crucificado, recibí las llagas en las manos, y en los pies. Del crucifijo, que estaba en el coro, transformado en un misterioso personaje cubierto de sangre, partían haces de luz con flechas y llamas que llegaron a herirme las manos y los pies, porque el costado lo tenía ya llagado desde el 5 de agosto de este mismo año64 . El padre Benito, al recibir la noticia de las llagas, se lo comunicó confidencialmente al padre general de los capuchinos en carta del 24 de abril de 1919. Pero la noticia salió al exterior y pronto dio vuelta al mundo. De modo que llegaron a visitarlo personalidades eclesiásticas y científicas importantes. A partir del 9 de mayo de 1919, ya empezaron a salir artículos en diferentes periódicos de Italia. La primera noticia salió en Il giornale d´Italia. El primer médico que lo visitó y vio sus llagas fue el doctor Luigi Romanelli, el 15 y 16 de mayo de 1919. Según él, las lesiones de las llagas no podían tener un origen natural, ya que el hecho constituía un fenómeno inexplicable para la ciencia humana. El segundo médico que lo visitó fue Amico Bignami, escéptico y racionalista, que escribió en su Relación del 26 de julio de 1919: La impresión de sinceridad que manifiesta el padre Pío me impide pensar en una simulación, pero sin aceptar que las llagas sean de carácter sobrenatural. El doctor Bignami mandó fajar y sellar las llagas en presencia de dos testigos, pensando que, después de ocho días, habrían desaparecido. Al octavo día le quitaron las vendas y salía tanta sangre, mientras él celebraba la misa, que fue preciso enviarle algunos pañuelos para que pudiera secar sus manos. Con esa prueba parece que el Señor iba en contra del juicio del doctor Bignami, el cual, si estuviese vivo, ¿qué diría del hecho de que las llagas permanecen después de 38 años?65 . El tercer médico fue el doctor Giorgio Festa que lo visitó el 9 y 10 de octubre de 1919. Volvió a visitarlo el 15 de julio de 1920. El 5 de octubre de 1925 volverá a examinarlo después de operarlo de hernia inguinal. En esa oportunidad, el padre Pío se desvaneció al llevarlo a su celda y el doctor Festa pudo examinar de nuevo las llagas, constatando que la llaga del costado aparecía fresca y rojiza en forma de cruz y con leves, pero evidentes radiaciones luminosas que salían de sus bordes66. El doctor Festa escribió un libro para probar la sobrenaturalidad de las llagas. El libro se titula: Misteri di scienza e luci di fede. Le stigmate del padre Pio da Pietrelcina, Roma, 1949 El 20 de setiembre de 1968 se celebraron los 50 años de la impresión de las llagas. No hubo ninguna solemnidad exterior fuera de una inmensa cantidad de flores, ofrecidas por sus hijos espirituales. También estaba el crucifijo delante del cual recibió las llagas, adornado y rodeado de muchas flores. El padre Pío celebró una misa sencilla, como todos los días, a las cinco de la mañana con la iglesia llena de gente. De la ciudad vino el alcalde y los concejales con muchísima gente a saludarlo.
Ya el 23 de enero de 1912 tuvo una transverberación como él lo cuenta en carta del 26 de agosto de 1912 al padre Agustín: El viernes pasado (23 de agostode 1912) estaba en la iglesia dando gracias después de la misa, cuando inesperadamente, de golpe, sentí que me herían el corazón con un dardo de fuego tan vivo y ardiente que creía morirme. Me faltan palabras adecuadas para hacer comprender la intensidad de esta llama, me es del todo imposible expresar esto. ¿Me lo podría creer? El alma, víctima de este consuelo, quedó muda. Me parecía como si una fuerza invisible me sumergiese todo en fuego. ¡Dios mío! ¡Qué fuego! ¡Qué dulzura! He sentido muchas veces estos transportes de amor y, durante ellos, he permanecido como fuera de este mundo, pero en otras ocasiones este fuego ha sido menos intenso. Esta vez, por el contrario, ha sido tan vehemente y tan fuerte que un instante más y mi alma se hubiera separado del cuerpo. ¡Qué cosa tan hermosa es ser víctima de amor! Pero, al presente, Jesús ha retirado su dardo de fuego, pero la herida es mortal. Este fenómeno se repite el 5 de agosto de 1918, como preludio de la estigmatización. Él lo refiere así: Estaba confesando a nuestros muchachos en la tarde del día 5 cuando, de repente, me sentí dominado por un gran terror a la vista de un personaje celeste que se me presentaba ante la vista de la inteligencia. Tenía en su mano una especie de arnés, instrumento semejante a una larga lámina de hierro con una punta muy afilada y de la punta parecía salir fuego. Ver todo esto y observar como dicho personaje lanzaba dicha lámina de hierro sobre mi alma fue todo uno. Lancé un gemido y me sentí morir. Dije al niño que se retirase, porque me sentía mal y no podía seguir confesando. Este martirio duró sin interrupción hasta la mañana del día 7. Sentía que me arrancaban las vísceras y que todo quedaba sometido a fuego y hierro. Desde aquel día hasta ahora me siento herido de muerte. Siento en lo profundo de mi alma una herida que está siempre abierta y que me hace padecer espasmos59 . Y sigue diciendo: La herida, que está abierta, sangra y sangra siempre. Eso sólo bastaría para producirme mil y mil veces la muerte. Oh, Dios mío, ¿por qué no muero?60 . El padre Paolino, atestiguó: La herida del costado tiene forma de X, de lo que se deduce que son como dos heridas. Otra cosa que me impresionó es que la llaga tiene las apariencias de una fuerte quemadura, que no es superficial, pues llega hasta el costado61 . Sobre la estigmatización hay que decir que, desde 1910, ya sentía los dolores de las llagas, pero invisibles. Se hicieron visibles el 20 de setiembre de 1918. Al padre Benito le escribía el 22 de octubre de 1918: Era la mañana de día 20 del pasado mes de setiembre. Estaba en el coro después de la celebración de la misa, cuando me vi sorprendido por un estado de sosiego semejante a un dulce sueño… Mis sentidos internos y externos estaban en una quietud indescriptible. Se apoderó de mí una gran paz… Y, mientras ocurría esto, me vi ante un misterioso personaje, semejante a aquel que vi en la tarde del 5 de agosto. Sólo se diferenciaba en que éste tenía los pies y las manos y el costado manando sangre abundante. Su vista me llenó de terror. Nunca sabré explicarme lo que sentí en aquellos momentos. Me sentí morir y habría muerto ciertamente, si el Señor no hubiese venido a sostenerme el corazón, que parecía que se iba a salir del pecho. La presencia del personaje desapareció y, entonces, me percaté de que mis manos, pies y costado estaban traspasados y arrojaban sangre a borbotones. La herida del corazón es la que despide de continuo sangre, en especial el jueves por la tarde hasta el sábado por la mañana... Padre mío, temo morir desangrado si el Señor no oye mis gemidos… ¿Me concederá Jesús esta gracia? ¿No quitará al menos de mí esta confusión que experimento por causa de estas señales externas?62 . Al padre José Orlando le explicó lo ocurrido el 20 de setiembre: Me encontraba en el coro, dando gracias después de la misa, y sentí que poco a poco era llevado a una suavidad siempre creciente, que me hacía gozar mientras oraba; cuanto más oraba, mayor era el gozo. En un determinado momento me hirió la vista una gran luz. No me dijo nada y desapareció. Cuando me di cuenta, me encontré en el suelo, llagado. Las manos, los pies y el costado sangraban y me causaban un dolor tal que no tenía fuerzas para levantarme. A rastras me trasladé del coro del convento y me metí a la cama y recé para volver a ver a Jesús, pero después entré dentro de mí mismo, miré mis llagas y lloré, derritiéndome en himnos de acción de gracias y de petición . Las llagas del padre Pío eran circulares, como de una moneda de dos centímetros de diámetro en las manos y en los pies, en el centro de las manos y los pies. La herida del costado en forma de x, tenía un lado de 7 centímetros de largo y otro de 4 centímetros. El padre Rafael, que fue su Superior, cuenta lo que le escuchó confidencialmente: Estaba en el coro, dando gracias después de la misa, y allí en un momento de sopor y de profunda contemplación sobre Cristo crucificado, recibí las llagas en las manos, y en los pies. Del crucifijo, que estaba en el coro, transformado en un misterioso personaje cubierto de sangre, partían haces de luz con flechas y llamas que llegaron a herirme las manos y los pies, porque el costado lo tenía ya llagado desde el 5 de agosto de este mismo año64 . El padre Benito, al recibir la noticia de las llagas, se lo comunicó confidencialmente al padre general de los capuchinos en carta del 24 de abril de 1919. Pero la noticia salió al exterior y pronto dio vuelta al mundo. De modo que llegaron a visitarlo personalidades eclesiásticas y científicas importantes. A partir del 9 de mayo de 1919, ya empezaron a salir artículos en diferentes periódicos de Italia. La primera noticia salió en Il giornale d´Italia. El primer médico que lo visitó y vio sus llagas fue el doctor Luigi Romanelli, el 15 y 16 de mayo de 1919. Según él, las lesiones de las llagas no podían tener un origen natural, ya que el hecho constituía un fenómeno inexplicable para la ciencia humana. El segundo médico que lo visitó fue Amico Bignami, escéptico y racionalista, que escribió en su Relación del 26 de julio de 1919: La impresión de sinceridad que manifiesta el padre Pío me impide pensar en una simulación, pero sin aceptar que las llagas sean de carácter sobrenatural. El doctor Bignami mandó fajar y sellar las llagas en presencia de dos testigos, pensando que, después de ocho días, habrían desaparecido. Al octavo día le quitaron las vendas y salía tanta sangre, mientras él celebraba la misa, que fue preciso enviarle algunos pañuelos para que pudiera secar sus manos. Con esa prueba parece que el Señor iba en contra del juicio del doctor Bignami, el cual, si estuviese vivo, ¿qué diría del hecho de que las llagas permanecen después de 38 años?65 . El tercer médico fue el doctor Giorgio Festa que lo visitó el 9 y 10 de octubre de 1919. Volvió a visitarlo el 15 de julio de 1920. El 5 de octubre de 1925 volverá a examinarlo después de operarlo de hernia inguinal. En esa oportunidad, el padre Pío se desvaneció al llevarlo a su celda y el doctor Festa pudo examinar de nuevo las llagas, constatando que la llaga del costado aparecía fresca y rojiza en forma de cruz y con leves, pero evidentes radiaciones luminosas que salían de sus bordes66. El doctor Festa escribió un libro para probar la sobrenaturalidad de las llagas. El libro se titula: Misteri di scienza e luci di fede. Le stigmate del padre Pio da Pietrelcina, Roma, 1949 El 20 de setiembre de 1968 se celebraron los 50 años de la impresión de las llagas. No hubo ninguna solemnidad exterior fuera de una inmensa cantidad de flores, ofrecidas por sus hijos espirituales. También estaba el crucifijo delante del cual recibió las llagas, adornado y rodeado de muchas flores. El padre Pío celebró una misa sencilla, como todos los días, a las cinco de la mañana con la iglesia llena de gente. De la ciudad vino el alcalde y los concejales con muchísima gente a saludarlo.
SAN PADRE PÍO MÍO ,TODAS LAS NOCHES TE REZO ,TU CERCANÍA A DIOS Y A LA VIRGEN MARÍA HARÁ QUE MIS DOLORES DESAPAREZCAN
RispondiEliminaTE LO PIDO POR FAVOR ..
ESTELA MENGA
BENDICIONES ESTELA
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